Capítulo 10

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A veces es mejor no despertar. Intentas levantarte con el pie derecho pero antes el suelo ya hizo contacto con tu pie izquierdo y no hay manera de revertirlo.

Miraba a Johana esparcida en el suelo de la clínica. En su mano derecha reposaba el bisturí con el que se había rajado la garganta. Su belleza cautivadora se iba perdiendo con la palidez de su piel. La sangre ya formaba charcos en el suelo pero se mezclaban con la sangre seca que antes habían derramado las víctimas anteriores.

Lizzeth estaba hecha un mar de lágrimas a su lado. Mantenía su mano apretada, las puntas de su cabello se habían manchado de sangre, pero le restaba importancia a eso. Era incrédula ante su muerte.

—¿Qué fue lo que hizo? —Le preguntó a Iván en un susurro ahogado. Éramos los únicos en la clínica. Un lugar que se veía agradable y acogible, mucho mejor que el cuarto de hospital donde nos habían encerrado. Iván se pasaba la lengua por dentro de su boca y su mirada denotaba agonía a pesar de conocer a Johana de a palabras—. Johana no pudo ser capaz de esto. Estaba dispuesta a salir de aquí.

—Abrí la puerta del cuarto donde estaba su hermana —comenzó a explicar Iván, se veía completamente asustado y nervioso. Debió haber presenciado el terrible momento en el que Johana se quitó la vida—. Ella se quedó muda. Sus gritos fueron nulos y las lágrimas pararon en seco. El impacto de ver a Mariana degollada fue suficiente para ella. —Me miró a mí explicándonos a los dos la situación—. Dijo que no era posible que por su culpa haya traído a su hermana a este hospital, y ella, quien tenía fiebre era quien tenía que morir. Buscó en los cajoncillos y encontró el bisturí que se llevó a la garganta. Traté de detenerla pero ella corrió y abandonó el cuarto, me coloqué a unos metros de ella y me observaba. Lo último que dijo fue que la disculparan por no haber sido de ayuda. Que solamente fue un estorbo dentro del hospital. Después deslizó el bisturí por su cuello y se tiró al suelo.

Lizzeth entonces explotó en más lágrimas aún. Dios mío. ¿Cómo pudo ser capaz Johana de creer que era un estorbo? Su salud era delicada pero en sus buenos momentos fue una gran base para sostenernos. Lizzeth era la más agradecida con ella, y por ende, la más afectada por su suicidio.

—No es posible —dijo Lizzeth negando—, a este paso que vamos la desesperación acabará matándonos a todos.

—No fue la desesperación lo que la llevó al suicidio Lizzeth —le dijo Iván—, fue el coraje de no haber sido ella la asesinada —se mantuvo callado unos instantes en los que Lizzeth fue lentamente levantándose dejando abajo el débil cuerpo de quien fue su salvadora. Iván dio unos pasos hacia mí y me sujetó del brazo. Sus ojos penetrantes provocaban que los observara con detenimiento—. ¿Qué fue lo que llevó a la muerte a Hernán?

—No lo sé con certeza —respondí, él apretó los labios y asintió agachando su mirada—, fue el único que permaneció dentro del hospital cuando todos bajamos con ustedes y entonces la puerta se abrió dando paso a una salida en la que cuatro personas tenían que llegar a ella. Quizá se desesperó y al reconocer a su hijo quiso salir inmediatamente por una salida para protegerlo, o quizá porque quiso ser valiente y salir para buscar ayuda

—¿Reconoció a su hijo? —Preguntó Iván interesado. Asentí—. Me alegro que lo haya hecho. Realmente lo buscaba, vino a la clínica solamente por él.

—Y al final de todo hizo un muy buen acto —le dije—, se ofreció para que lo llevásemos al sanatorio y dejarlo morir ahí. Ahora, de las siete barras que tienen que apagarse para salir, ya solamente seis quedan.

—¿Y dejaremos que otras seis personas mueran? —Preguntó Lizzeth entrometiéndose a la conversación. Iván y yo permanecimos callados ante su pregunta. Quizá la respuesta era afirmativa ya que no había alguna otra respuesta viable que poder informarle—. Ya tenemos suficientes —concluyó y dio media vuelta. Iba a avanzar pero me percaté de la manera en que frenó. Tiesa se giró nuevamente hacia mí y su expresión era de miedo—. Naúm —me dijo tensa—. ¿Qué es eso?

Sanatorio (#3 Hospital)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora