4. Cuando el fuego encuentra al dragón Pt.1

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Muchos intentos hubo en el pasado para intentar derogar las malas prácticas de Sarba, único enclave que aún ataba al continente del Etod con la guerra de las Nuevas Alianzas

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Muchos intentos hubo en el pasado para intentar derogar las malas prácticas de Sarba, único enclave que aún ataba al continente del Etod con la guerra de las Nuevas Alianzas. Sebir, su capital seguía gobernada por Ayun II, el Magnánimo, cuyo sobrenombre fue designado por él mismo. El único propósito del Magnánimo era su propio enriquecimiento, sin prestar atención a las necesidades reales de su pueblo. La frontera del norte delimitaba con Iderio, donde los gobernantes de la Puerta del Sol de Plata, impedían el paso de sus tropas. Sin embargo, su objetivo principal era facilitar el paso de todo aquel que lograse alcanzar la puerta y pedir la protección de Iderio, cosa que Ayun II impedía con sus ejércitos siempre apostados en la frontera. Pocos eran ya los habitantes de aquellas tierras a causa de las penumbras que la población debía soportar. La población descendía, pues nadie deseaba tener hijos ante aquel futuro tan desolador. Aun así, existía un número de personas que lograban sobrevivir gracias al más oscuro de los negocios: el tráfico de esclavos. La población estaba desesperada, aquellos que osaban oponerse a continuar con tal fuente de ingresos no les aguardaba más destino que la horca. Así se evitaba todo reducto de insurgencia popular; la población vivía sumida en el terror.

Otros reinos como Mestor, Noadel y Zulma intentaban sin éxito unirse para comprar el territorio, ya que el emperador solo atendía a peticiones mediante grandes cantidades de dinero, pero Ayun II no estaba dispuesto a deshacerse del control y la riqueza que el contrabando de seres le otorgaba. No era solo riqueza, sino también poder.

Si bien Sebir era la capital, durante la semana de la Gran Recolecta, esta cedía su capitalidad a Odol, ciudad situada cerca del desierto de la Desesperación, frontera natural del reino de Sarba con Noadel. Odol era el principal punto de contrabando de seres de todas las razas, incluidas formas de vida poco conocidas o que se creían extinguidas, ejemplo de ello eran las serpientes de dos cabezas o las aves de cuatro alas.

Odol recuperaba su antiguo esplendor cada final de estación al proclamarse la Gran Recolecta, día en que contrabandistas de especies de todo el mundo se reunían para negociar sus pertenencias. Los altos muros que rodeaban la frontera sur de Odol se abrían para favorecer el paso de los comerciantes que habían logrado atravesar el desierto. En ese momento, algunos ciudadanos aprovechaban para escapar del reino de Sarba; su única esperanza era atravesar aquel desierto en busca de refugio de antiguos exiliados. Pocos lograban sobrevivir a cuatro días de viaje por las arenas hasta encontrar los primeros signos de vida.

Si un lugar era conocido por los grandes mercaderes era la posada de El Pato Cojo, no solo ofrecían bebidas y descanso sin igual, sino que ofrecían todo aquello que un hombre o una mujer deseara encontrar.

―Buenos días, caballero ―preguntó Dotras a su cliente―, ¿qué deseáis tomar? ¿O quizá nuestro amigo busque un servicio más especial? Si me permite la osadía...

―Amables me han parecido vuestras palabras, posadero. Sin embargo, no necesito más que agua dulce del desierto. ―Dotras sirvió aquella bebida sin mucho agrado, sus sentidos le decían que no confiara en aquel extraño joven; pero Dotras se dejaba llevar por su máxima: un cliente era un cliente y no sería él quien rechazase dos lines de bronce tan fácilmente―. Estoy buscando a Ayun II, ¿conocéis a dicho caballero? ―Dotras dio un respingo.

HEREDEROS DE LA LUZWhere stories live. Discover now