Capítulo XXXI: El Trato de Cornelia

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     El funeral de Euphemia Li Britannia fue hermoso. Claro, un funeral nunca puede ser hermoso, todo se debía a las decoraciones. El féretro, de color blanco y con detalles de oro, yacía entre adornos florales y soldados que lucían sus mejores galas. Cornelia tuvo que mostrarse firme y evitar llorar frente a los que presenciaban la ceremonia, sólo se le escaparon un par de lágrimas solitarias que enjugó discretamente. Suzaku, por su parte, se derrumbó. Se dejó caer de rodillas frente al féretro sin dejar de sollozar, fueron necesarios tres soldados para conseguir alejarlo.

     Luego del funeral, vino el entierro. Una ceremonia igual de triste y majestuosa a la vez. Se hizo presente entonces Schniezel El Britannia, quien tiró el primer puñado de tierra sobre el ataúd. Suzaku dejó una corona de flores sobre la lápida y Schniezel, intentando mostrarse frío, pasó a pocos centímetros de Cornelia y susurró una única palabra a su oído:

     —Véngala.

     Cornelia se limitó a asentir y Schniezel se retiró. No se quedaría mucho tiempo en el Área 11, la única razón por la que había ido era para el funeral de Euphemia. Cornelia sabía que tendría que seguir gobernando aún sin la compañía de su hermana. Primero Clovis, luego Euphemia… ¿Es que a Zero no le importaba nada?

     Tuvo una revelación en ese momento que la hizo mostrarse fugazmente sorprendida. No era Zero el culpable de la muerte de Euphemia, él no la había obligado a ir a aquél sitio en primer lugar. Era Yuu el responsable. Yuu y sus amigos. Y a juzgar por lo visto en aquella transmisión, Zero y sus hombres también estaban en contra de esos sujetos. Tuvo que aceptar que Schniezel había dado en el clavo: tenía que vengar la muerte de Euphie. Y eso sólo podía conseguirle de una forma.

     Lelouch despertó cuando escuchó el sonido que producía la silla de Nunally al trasladarse por el pasillo. Tardó un par de segundos en salir del sopor que el sueño le preocupaba. Cuando estuvo plenamente consciente, se percató de que Nene seguía en la misma posición en la que se había quedado dormida. No quería despertarla pero tenía que hacerlo antes de que Sayoko o Nunally entraran en la habitación. Ni qué decir de CC. Así que retiró los brazos de Nene y ella se giró para hacerse un ovillo. Lelouch tragó saliva cuando vio su silueta desnuda y deseó poder revivir lo ocurrido la noche anterior. Distrajo su atención con el teléfono celular que descansaba en la mesa de noche. Estaba apagado así que tuvo que encenderlo. Se preguntó entonces porqué Shirley había intentado localizarlo con tanta insistencia. Entró en la lista de contactos y seleccionó el número de su amiga para llamarle.

     Shirley respondió con hostilidad al primer tono.

     — ¿Qué quieres?

     —Lamento no haberte respondido anoche —dijo Lelouch—. Estaba ocupado.

     — ¿Te parece que quiero saber lo que estabas haciendo?  —Acusó Shirley—. ¡Te llamé trece veces! ¡Y tú apagaste el teléfono!

     —Lo siento, Shirley —repitió el chico intentando no alzar demasiado la voz—. Te lo compensaré, lo prometo.

     —No quiero que compenses nada —seguía diciendo Shirley con voz aguda—. ¡No quiero volver a verte!

     —Estás sobreactuando —se quejó el chico—. ¿Qué querías anoche? ¿Por qué me llamaste?

     —Oh, por nada —respondió ella intentando sonar despreocupada—. Simplemente quería invitarte a salir pero…

     —Estoy saliendo con alguien más —le espetó Lelouch con firmeza, Shirley guardó silencio de golpe—. Lo lamento —repitió.

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