Capítulo VI: Operación: Salvar a Nene.

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     El Xros Heart se reunió puntualmente en el DigiQuartz tras haber recibido un mensaje de texto por parte de Taiki. Incluso el viejo relojero y Clockmon se presentaron a la cita, Taiki tuvo que tener extremo cuidado para evitar que Yuu se enterara de su misión de rescate.

     Una vez que el último en llegar, Hideaki, se unió al grupo, Taiki se aclaró la garganta para llamar la atención del resto. Akari Hinomoto tuvo que golpear a Tagiru antes de que entablara una conversación con Hideaki y ambos perdieran el hilo de la conversación. Los dos muchachos reclamaron en voz alta mientras intentaban acallar el dolor de sus golpes, Ryouma Mogami ahogó una risilla y Kiichi puso los ojos en blanco.

     — ¡Concéntrense!  —ordenó Taiki un tanto molesto—. ¡Escúchenme!

     — ¡Basta de tonterías!  —Reclamó Shoutmon que esperaba pacientemente junto a su compañero—. ¡Hay un tema serio que tratar!

     —Sí, sí… —se quejó Airu Suzaki de mala gana—. Nene está desaparecida, eso ya lo sabemos.

     — ¿Podemos pasar a la parte donde recibimos instrucciones?  —Secundó Ren Tobari distraídamente—. Quizá si Kudou nos hubiera dicho desde un principio lo que teníamos que hacer, ya habríamos encontrado a Nene.

     — ¿Cómo estás tan seguro de que ella se extravió aquí?  —Preguntó Kiichi a Taiki—. Si Nene estaba en Hong Kong, quizá sea allí donde hay que buscarla.

     — ¿Al menos estamos seguros de que no fue víctima de un secuestro por parte de un acosador?  —intervino Mizuki

     —Ni pensarlo, tuvo que desaparecer aquí —le respondió Kiriha furtivamente.

     —Si Nene está en peligro, yo tengo que ir a rescatarla —fantaseaba Zenjirou en voz alta.

     —No sabemos en qué parte del DigiQuartz se le vio por última vez —dijo entonces Taiki y se hizo el silencio en el grupo—. Vamos a separarnos y a buscarla por todos los rincones. Hay que encontrarla antes de que Yuu se entere.

     —Sí, supongo que para él será imposible descubrir que su hermana, una famosa Idol, está desaparecida —comentó Hideaki distraídamente.

     Aquello lo hizo acreedor a otro golpe por parte de Akari.

     —Nos separaremos en tres grupos —ordenó Taiki—. Ryouma, Airu y Ren serán el primer equipo. Hideaki, Kiichi y Mizuki formarán el segundo equipo. Kiriha, Zenjirou y Watchman serán el tercero.

     — ¿Por qué tengo que hacer equipo con Goenjirou?  —se quejó Kiriha de mala gana.

     — ¡Me llamo Zenjirou!  —Reclamó el afectado en voz alta—. ¡Zenjirou!

     — ¡Tagiru, Akari y yo seremos el último equipo!  —terminó de decir Taiki alzando la voz para controlar la maraña de voces.

     — ¡Ya escucharon a mi general!  —Intervino Shoutmon entonces—. ¡Váyanse! ¡En marcha!

     Los pequeños grupos se dispersaron dirigiéndose en direcciones distintas. Taiki vio a Kiriha y Zenjirou discutir por la pronunciación correcta del nombre del muchacho moreno, el chico rubio sonreía con socarronería y Watchman, el anciano relojero, parecía ajeno a la conversación.

     Akari y Tagiru se acercaron a Taiki una vez que el grupo terminó de dispersarse, escucharon los estridentes quejidos de Airu mientras iba recriminando que la reunión había sido una total pérdida de tiempo. Vieron a Dobermon olfatear para intentar seguir el rastro de su amiga desaparecida.

     —Andando —urgió Taiki a sus dos amigos—. Nene podría estar en peligro.

     —Sí —secundó Akari y tomó la mano del muchacho para echar a caminar—. Vamos, antes de que Yuu se entere de lo ocurrido.

     — ¡Sólo con una condición!  —Intervino Tagiru repentinamente y se colocó en medio de sus dos amigos para hacerlos soltar sus manos—. ¡Nada de tontas cursilerías mientras yo vaya con ustedes!

     El trío estalló en sonoras carcajadas mientras avanzaban por el DigiQuartz.

     Aquél sitio era inmenso, los Digimon Hunters tenían la esperanza de poder recorrerlo todo antes de que el hermano de su querida amiga se percatara de su desaparición.

     Cuando Sparrowmon abrió los ojos se llevó un susto de muerte al ver el sitio donde se encontraba.

     Estaba recostado en una plancha de helado metal y rodeado por artilugios extraños que sólo podían apuntar a que estaba a punto de ser diseccionado. Un par de bandas de cuero blanco lo sujetaban a la plancha de metal. No podía moverse ni salir volando, escuchó las voces amortiguadas de las personas que se encontraban afuera de la séptica habitación.

     Comenzó a forcejear contra sus ataduras mientras suplicaba con voz quebradiza que alguien lo rescatase.

     —Mervamon… —suplicaba con voz aguda—. Monimon… Beelzebumon…

     Sparrowmon lloriqueaba, sus intentos de escapar resultaron infructuosos.

     —Nene… —dijo con voz trémula y un par de lágrimas escaparon de sus ojos.

     El miedo se apoderó de él.

     ¿Dónde estaba?

     ¿Acaso su vida peligraba?

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