"Tú también me gustas"

Las palabras del menor rondaban su cabeza, repitiéndose una y otra vez, su piel se erizaba cada que su mente reproducía ese recuerdo, las lágrimas que bajaron por sus ojos no pidieron permiso para salir, solo lo hicieron, como si tuviesen vida propia. ¿Cuándo fue la última vez que sintió tan feliz? Ah, claro, cuando Yuri acepto ser su amigo.

Ese pequeño rubio de mal carácter se había apropiado de cada palpitar, de cada respiración, de cada pensamiento... Se había apoderado de el por completo desde el momento en que lo vio por primera vez. Solía creer que era un tonto al pasar tantos años enamorado de un chiquillo que con suerte lo recordaría, pero simplemente no podía sacarlo de su cabeza. Era la persona más bella y perfecta que había en el mundo, verlo deslizarse en el hielo era casi como ver a un ángel, bueno, uno con un terrible carácter y deseos asesinos reprimidos.

Yuri Plisetzky era el dueño de su corazón, se lo había arrebatado hacia años y parecía simplemente no querer regresárselo. No podía dejar de pensar en lo idiota que había sido al confesarle como se sentía ¿Y si dejaban de ser amigos? Otabek estaba, más que resignado a no ser más que el amigo de Yuri, y estaba bien, podría vivir con eso, tan solo con estar cerca de él le bastaba.

Detubo el auto, después de dejar al rubio regresaría a la celebración del canadiense para devolver el automóvil y de ahí se iría a su propia habitación. Claro, si es que las copas de vino se lo permitían.
Se retiró el cinturón de seguridad.

-Yura- Llamo con calidez- Ya llegamos...- Apenas miro a su lado, y observo a aquel rubio dormido, sus pálidos labios estaban entreabiertos... Lucia tan pacifico, tan hermoso. Suspiro, con algo de cansancio salió del auto y con cuidado cargo a Yuri, por suerte el chico le había dicho su número de habitación, basto con palpar sus bolsillos para encontrar la tarjeta/ llave que le daría acceso al cuarto del menor que ahora retozaba en sus brazos.

Al entrar a la recepción, sintió varias miradas sobre él, fingió ignorarlos, solo quería dejar a ese pequeño minino a salvo; Sonrió ante ese pensamiento, ciertamente Yuri Plisetzky era como un tierno gatito... Al menos mientras dormía.

En medio de unas cuantas maniobras logro ingresar al elevador y presionar el botón correcto. Valla que el chico era liviano ¿Comería bien? Tal vez debía llevarlo a algún doctor para que le hicieran un chequeo rápido o algo, solo para estar seguros...

Las puertas doradas del elevador se abrieron, dejando ver un bello corredor, decorado con una alfombra roja, las paredes blancas estaban decoradas exquisitamente con toques en dorado que parecían combinar perfectamente con el cabello del menor. Rápidamente diviso la habitación 234, volvió a hacer extraños movimientos, intentando no despertar al rubio que emitió un leve quejido, Otabek se congelo ¿Se había despertado? Por suerte no, deslizo la tarjeta por una especia de cerradura que hizo un pequeño "Click" indicando que la puerta se había abierto.

La habitación era hermosa, tenía unas enormes ventanas que dejaban ver el hermoso paisaje nevado, los muebles eran hermosos, había una enorme pantalla plana y una consola de videojuegos. ¿Cuánto habría pagado por esa habitación? Por supuesto que era hermosa, más los gustos de Otabek siempre habían sido más sencillos y menos extravagantes.

Si claro, y por eso le gustaba Yuri Plisetzky.

Las luces se encendieron al percibir movimiento en el cuarto, apenas diviso la enorme cama de sabanas de seda blancas se dirigió hacia ella. Dejo con un cuidado casi religioso al joven quinceañero, que apenas dejo de sentir el calor del contrario entre abrió los ojos.

-... ¿Dónde vas?- Le pregunto soñoliento.

-Debo irme, y tú debes descansar- Le contesto con naturalidad, apenas intento hacerse hacia atrás, sintió como el rubio lo apresaba en un beso... Su primer beso.- ¿Q...Que estas...?

Omisiones ⁕M-Preg⁕ ⁕Otayuri⁕Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang