Apenas se acomodó a mi lado, gateé en la cama para sacarle los zapatos y subí acariciando sus fuertes piernas para abrir los botones de su camisa.

—Pierdes tus diez minutos desnudándome.— se burló, pero no se resistió cuando abrí por completo la camisa y la saqué por sus hombros. Sujetada de ellos, incliné mi rostro hasta que quedó sobre el suyo, con muy poca distancia entre nuestros labios.

—Desnudándote podría ganar una hora de placer.— le devolví y con esa traviesa mirada suya me empujó contra su cuerpo hasta que sus labios invadieron por completo los míos.

—Me ofende que creas que solo será una hora.— susurró, con sus manos acomodándose bajo de mi enorme camiseta y sosteniendo mi trasero con firmeza.

¿Qué tienen los hombres con los traseros que le gustan tanto?

—Sabes que puedo tenerte debajo de mí por horas, y horas y horas.— añadió, besándome entre frase y frase.— O tenerte encima, sabes que me gusta ver tus grandes senos brincando y tus dulces labios esponjosos con esa expresión de "O" que tu boca hace.

Corrección: ¿Qué tienen los hombres con las zonas redondas, grandes y esponjosas de las mujeres?

—No te atrevas a calentarme la sangre para luego decirme "Hoy estoy muy cansado".— le regañé, imitando su voz y sí, aunque parecía imposible, una vez a la semana me lo hacía con seguridad. Seis meses de relación significaba soportar al otro, en las buenas y en las malas y ya que Harry me soportaba en todos mis momentos malos, yo podía resistir un día sin sexo. Después de todo, tenía seis más en la semana para compensarlo.— Además, preferiría continuar durmiendo, mañana será un largo día.

—¿Sólo diez minutos, por favor?— se burló, imitándome y sin poder evitarlo, me sonreí mientras me sentaba sobre su cintura y sacaba mi camiseta rápidamente. Harry rio travieso, acariciándome con sus cálidas manos y me incliné hasta que estuvimos nariz con nariz.

—Solo diez minutos...— susurré de regreso pero sabía que eso era una mentira también.

*****

Una estúpida sonrisa golpeó en mi rostro y tuve que morderme los labios para no reír. Se veía en paz, tan tranquilo a diferencia de como se veía normalmente, abrumado por tanto trabajo. Me gustaba cuando no se afeitaba, lo hacía ver más grande, más sexy. No me molestaba que se afeitara, por supuesto, su piel era tan suave.

Cada día al despertar y verlo a mi lado me hacía una pregunta:

¿Qué hice yo para ganármelo?

Harry no solo era protector hacia mí, era romántico, era divertido, sin dudas era inteligente, era mi amigo, mi confidente. Sin él no hubiese podido hacer nuevos amigos, no habría podido conocer a maravillosas personas o no hubiese podido sentirme viva de nuevo.

Pero, aquí estaba...

Desde el día en que, como todo un cretino, exigió que me desvistiera para él en su oficina, o el día en que prácticamente me secuestró de mi casa, o cuando se quedó en un hospital conmigo cuando me intoxiqué de píldoras, o cuando me fui enfadada de su casa porque había pensado mal de él... Después de todos mis errores, dolorosos para ambos, Harry aún estaba conmigo, él aún me escogía a mí y me mantenía a su lado.

Y yo no quería alejarme tampoco. Un hombre tan perfecto como Harry jamás voltearía a verme. Pero Harry, en cambio, volteaba, me coqueteaba y me exigía un sitio dentro de mi cama. O dentro de mis paredes, en mi corazón. Eso podía terminar mal y doler pero, aunque no podía admitirlo, estaba segura de que él ya tenía copia de las llaves necesarias para entrar.

—Sss, fuera...— lo oí decir cuando mi cabello rozó su mejilla. De seguro pensaba que era un insecto, pero esto lo puso alerta y, sin siquiera abrir sus ojos, buscó hacia el sitio donde yo estaba y me jaló contra su cuerpo caliente y desnudo.

Aunque su agarre era fuerte, no era agresivo y adoraba cuando se ponía así de posesivo al encontrarse dormido. Pronto bajó la guardia y aflojó su agarre, así que liberé mis brazos para acariciar su mentón, tan fuerte y varonil. Entendía por qué atraía a muchas mujeres y aunque sintiera celos de vez en cuando, sabía confiar en él porque, bueno, su hermana, su madre y su ex, ahora su cuñada, me dijeron todo lo que necesitaba saber para conocer a Harry. A veces se mostraba tan seguro que no podías creer que fuera tan inseguro en el interior, pero si él me protegía, también yo lo haría.

Mina resultó ser buena chica que, teniendo sexo con Harry, conoció el verdadero amor con Matt. Me contó acerca de poses (sí, sexuales) que había conocido con Matt luego de que Harry solo, emm, seguía lo tradicional. Ella lo había nombrado "Un aburrido del misionero". Personalmente, yo no tenía quejas. Cada vez que tenía las manos de Harry en mí, me sentía ardiendo por completo y no importaba la pose, o el sitio (que normalmente, era muy variado) sino todo el amor que me demostraba, toda esa pasión y deseo en mi nombre susurrado mientras compartíamos lo más íntimo que podíamos compartir. Que ella se quejara, yo adoraba cada pequeña cosa que recibía de Harry.

Como por ejemplo, estar ahora acariciándole las mejillas para verlo sonreír era reconfontante. Esperaba no despertarlo, estaría molesto por haberlo dejado dormirse luego de que tuvimos sexo. Estuve una hora despierta luego de que él se durmió como un dulce bebé luego de haber sido un hombre caliente. Yo veía tantas facetas de él y todas me gustaban. Casi sentía el amor corriendo por mis venas, y si no fuera peligroso tener una sobredosis de eso, de seguro lo permitiría libremente. Pero no quería una sobredosis que me dejara débil y aún más vulnerable. Ya tenía demasiado abriéndome a él cada vez que exigía que le hablara, con una orden preocupada y llena de súplica. Harry se preocupaba por mí de la manera que odiaba, pero que también necesitaba.

Me había demostrado que podía confiar en él y yo no haría más que eso, confiar plenamente en él.

Sonreí silenciosamente cuando al pasar mis manos por su pecho, un resoplido salió de sus labios y las esquinas de sus labios se elevaron levemente. Siempre tenía esa reacción cuando lo acariciaba dormido. Siempre me hacía sonreír ver como le gustaba que lo tocara. Harry siempre me hacía sonreír y ya.

—Pequeña, deja de tocarme, estás dándome cosquillas.— murmuró de pronto, sobresaltándome un poco pero me encantaba la forma en que su voz ronca vibraba sobre mis manos apoyadas en su pecho. Harry me jaló hasta que mi rostro quedó bajo su cuello y me besó suavemente la frente.— ¿Qué haces despierta?

—Me gusta verte dormir.— me atreví a decirle y su dulce risita me hizo sentir cálida y confiada.— Me gusta verte tan pacífico...

—Gracias a dios, no quería parecer raro cuando te dijera que también a veces te veo dormir. Quería descubrir como hacías para girar tanto y es, en serio, tan gracioso.— rio y me reí con él, aferrándome a sus hombros mientras levantaba mis piernas sobre sus caderas.

—No te burles, mejor continua durmiendo. Necesitamos descansar, es muy temprano.— susurré, intentando no enojarme por su simple broma.

—Parece que buscas algo dormida cuando giras, ¿Qué es? Quizás podamos detenerlo.— murmuró de regreso, ajustando las mantas a mi alrededor. Pensé, cada vez que dormía siempre quería tener algo a lo que abrazarme. Cuando mi padre vivía, suponía que dormía con él, cuando vivía en casa de Frederick, estaba casi segura de que abrazaba las mantas y cuando viví en casa de mi tía, siempre tenía una almohada entre mis brazos.

—Algo a lo que abrazarme, deberías comprarme un osito.— respondí, sintiéndome avergonzada de pronto y su dulce risita hizo caricias junto a mi oído.

—Tienes un osito, amor, pero mejor abrázame a mí cuanto quieras.— susurró como respuestas, acariciándome la espalda desnuda con cariño y lentitud. Lo abracé, acomodándome de manera que no había ni siquiera un espacio entre nosotros y lo oí reírse lentamente, mientras yo sonreía.— Estamos hecho a la perfección, el uno para el otro.

Y no voy a dejar que te vayas, prometí mentalmente y ahora con su calor, me permití dormir unas cuantas horas más.

¡It's not easy! (Crazy Little Things #2)Where stories live. Discover now