Sophia Carrión

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No supe que hacer al principio, pero después que me fui de la pensión Flor del Mediterráneo fue a la estación de tren más cercana y compre el primer boleto que salía a Sevilla.  Sabía que no me apetecía ir a ese lugar por el clima caluroso y por las cosas que había escuchado de ese lugar, pero aun así estaría lejos de Barcelona.

Me senté en un asiento visualizando todo a mí alrededor y pude notar que el día era deprimente y  horrible. Desvié la mirada de la venta ya que no quería ver como estaba el clima, luche contra mi misma para no imaginarme la cara de Jonathan y su familia. Tampoco quise pensar quien estaba en una de mis maletas dentro de una urna de metal.

Sentí un escalofrió al recordar a mi hijo en la mesa de la morgue.

Para no seguir luchando contra todas mis ansias tome mi celular nuevo y marque el número Romeo. El teléfono sonó dos veces y alguien me respondió.

-Buenas noches- saludo mi mejor amigo, sonreí sin querer sabiendo que eran las una de la mañana.- ¿con quien tengo el placer de hablar?-pregunto molesto.

-Supongo que una vieja amiga de la infancia- dije sin poder sonreír.

Romeo era mi mejor amigo, siempre lo fue aunque yo dejara de hablarle y me sintiera herida por el casarse con Rosalinda. También en ese momento mis sentimientos de colegiada salían a flote.

-¡Julieta!-exclamo eufórico.

-La misma que viste y calza- susurre y no pude soltar una risita tonta.

Lo estañaba tanto y me sentí mal por su ausencia.

-¿Donde estas?-me pregunto después de miles de latidos.

-En una estación de tren-respondí sin darle muchos detalles.

-Te sienta bien las vacaciones en España- me dijo sin esperar mi sorpresa.

Había olvidado que antes de molestarme con el yo le había notificado con felicidad mi aceptación a una de la mejor universidad de España con beca. Olvide ese momento luego Paris llegara a mi vida.

-Supongo que olvide ese detalle-admití-, siempre creí que no te había dicho nada a ti con respeto a  mi beca.

-Nunca pensé que se te olvidara un detalle con respecto a nosotros.-siempre fuiste analista que yo, aunque para andar con un mocoso como el tal Paris…

-¿Lo conoces?- pregunte interrumpiéndolo y mire la hora, solo faltaba veinte minutos para subir al tren.

-Por desgracia, si lo conozco- me dijo.

-¿Como es posible?-inquirí curiosa.

Hace unos meses fue a casa de Carolyn formando un desmadra buscándote y casi me peleo con el cuando supo quien era. Me dijo un montón de cosas que no le daba créditos a mis oídos y si no fuera por Chalayra y la desagradable prima de parís yo le hubiera partido la cara.- me explico Romeo y supe que eso no seria verdad ya que París era mas corpulento que Romeo, mas fuerte y mas guapo. Yo sabia que Paris hubiera ganado en esa pelea.-aparentemente aun no acepta tu partido y supongo que yo tampoco.- me dijo de repente.

Sentí como un balde de agua helada me caí encima y un escalofrió corría por mi espalda.

Me ruborice y hable seriamente.

-Tu eres un hombre casado- le espete con frialdad.-, que esperaba que cayera a tu pies como siempre lo e hecho toda mi vida. Pues no, yo no pienso dejar que tu y Paris hagan de mi lo que quieran. Yo decidí irme ya que no era correcto estar al lado de ustedes, sabiendo que no era buena y sabiendo que el amor que sentía por los dos me quemaba.- le dije y él se quedó cayado por unos segundos.

La mujer Que Quiero TenerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora