El comienzo de una vida y el final DE otra

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El sol atravesó por mi ventana llenándola de luz la  habitación P22 y haciéndolo mas brillante y menos lúgubre. Pude distinguir con claridad cada molécula seguir el camino de luz hacia mi cama.

No sabia que ni la hora ni el día ni siquiera el mes en que estaba, pero si sabia donde estaba. En el Hospital, lo supe en el momento que escuche la maquina que estaba a mi lado y luego de abrir mis ojos lo confirme, las paredes blancas sin ningún otro color, las camas tendidas perfectamente sin ninguna persona quien las ocuparas y el silencio fúnebre que me hacia sentir culpable.

Recorrí con mis ojos hasta ver que no estaba sola, Jonathan estaba a mi lado, con ojeras y con un físico demacrado y desnutrido. Este me observaba con melancolía, tristeza y esa maldita cumpla que me volvía invadir nuevamente.

-Hola Amelia- saludo y me tomo la mano izquierda.

Intente hablar pero podía, sentía algo molesto en mi garganta que del cual salía de mi boca. Aparentemente yo estaba entubada, como si mis pulmones necesitaran un ventilador para respirar normal.

Acerque mi mano derecha para tocar el tubo pero Jonathan me lo impidió.

-¡no lo toques!- me ordeno.

Lo miro con enojo y rabia.

Retire mi mano derecha y la pose en mi vientre, con mis dedos los recorrí al principio sin ningún sentido solo por pasarme el coraje. Como si ese movimiento me diera fuerza y tranquilidad. Lo sentía plano, sin vida, infértil y sentí unas grapas.

Me alarme y rápidamente introduje la mano debajo de la sabana y luego en la bata que tenia puesta y sentí unos fragmentos de metal que sobresalía de piel.

Aun así no captaba el mensaje.                 

A Jonathan se le cayeron para de lagrimas y me soltó la mano.

Lo mire con frustración y exige saber que pasaba, pero el no capto mi mirada.

Escuche a lo lejos un llanto de bebe y en ese ínstate todas las piezas cayeron en su lugar.

¡Mi bebe!, ¿donde estaba mi bebe?, ¿esta bien?, ¿lo puedo cargar?- esas eran las preguntas en mi mente.

No había visto a mi bebe y deseaba tenerlo en mi brazos, abrazarlo y jamás separarme de él. En mi interior de sabia que Paris estuviera a mi lado, amándome y consolándome como era debido, pero no estaba ahí.

Una lagrima callo y recorrió mi mejilla hasta desaparecer en mi cabello.

De lejos vi a una enfermera que se acercaba a mi lado, pero cuando se acercó vi que no tenia ningún bebe en sus brazos.

La mire de mala gana y pose mis ojos en Jonathan quien seguía con la misma imagen de horita.

-¿Le duele señoría?- me pregunto y yo negué con mi cabeza gentilmente, la verdad no sentía nada ni frio, ni calor, ni dolor, en absoluto nada. Solo sentía amor para mi bebe y para Paris.

-lamento su perdida- me dijo con tristeza-, era un bebe hermoso.

¿Era?- me pregunte.

-Ella no lo sabe- le dijo Jonathan a la enfermera.

-Lo siento- se disculpo y prosigue a tomarme los signos vitales y revisarme la herida.

-¿Era?- pregunte nuevamente y una vocecilla en mi cabeza comenzó a hablar.

-Tú sabes las respuestas mujer-me dijo

-¿Cuál?-pregunte frustrada.

-Tú bebe esta muerto-respondió como si nada.

La mujer Que Quiero TenerWhere stories live. Discover now