Capítulo 6

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Iba camino de mi habitación junto a Paola que había estado atenta a todo lo que había ocurrido con Adriana, no había perdido detalle de nada. Y la verdad es que yo estaba sorprendida de mi misma. No por haberle tirados los tejos a alguien, no era la primera vez que lo hacía, siempre he sido así de descarada. Me sorprende que lo haya hecho con Adriana, pensé que me costaría más por el rechazo que su persona provoca en mi. Pero todo era parte del trato, solo eso. No llegaré a más. En cuanto gane la apuesta me alejaré por completo de esa chica, aunque reconozco que me gustó verla ruborizarse y sobre todo sonreír.

-Pienso que no lo vas a tener fácil, la chica tiene carácter.

-Dentro de poco la tendré comiendo de mi mano -respondí muy convencida.

-Eso habrá que verlo -rebatió Paola queriendo chincharme.

La sorpresa nos la llevamos cuando entramos a la habitación y nos encontramos a Rocío allí plantada, esperando nuestra llegada. No fue raro que no estuviera en la clase de educación física pues es la única asignatura que ella no puede dar por problemas en la espalda. Lo que sí nos chocó bastante es la intromisión a nuestra habitación sin permiso.

-¿Qué haces aquí? -le increpé nada más verla.

-Tranquila, leona -puso su mano delante de mi en modo de calma-. Solo vengo para hacer el maldito trabajo de clase.

-Os dejo solas, entonces -dijo Paola marchándose.

Sin más demora, Rocío y yo nos pusimos hacer aquel trabajo con rapidez, deseando terminarlo cuanto antes para no tener que aguantarnos durante mucho tiempo. Cada una nos mantuvimos ajenas en nuestra parte del trabajo, tratando de no intercambiar muchas palabras. Enfrascadas en la pantalla del ordenador y tomando los apuntes necesarios.
Silencio absoluto entre nosotras.
Era mejor así, evitando el enfrentamiento.





-¡Te ha tirado los tejos descaradamente! -exclamó Lucía aireadamente, parecía más emocionada que yo con lo que había pasado.

-No quiero darle más vueltas a esto. No ha pasado nada -dije desde la negación-. Me dio las gracias y con eso me quedo.

-Sí, te dio las gracias y de regalo ¡una de tetas!

Su voz sonó tan fuerte que me llegué a preocupar de que los de la habitación de al lado se pudieran haber enterado, así que me abalancé hacia ella para taparle la boca.

-No chilles. Y me da igual lo que esa engreída me diga, no pienso escucharla.

-¿Te digo algo? -dijo ahora con voz misteriosa.

-A ver... -murmuré cruzándome de brazos.

-Al final caerás en sus redes -acabó riendo a carcajadas.

Sabía que saltaría con algo así, es demasiado previsible. Sin pensarlo agarré el cojín de su cama y le golpeé en la cara con él. Lucía sin parar de reír cogió otro e hizo lo mismo. Y así fue como comenzamos una batalla campal de cojines como dos crías, hasta que unos toques en la puerta interrumpió nuestra divertida pelea. Lucía se incorporó apresurada y empezó a pasarse las manos por el cabello para peinarse. Después tomó aire y abrió la puerta con una gran sonrisa formada en la cara. Supuse en seguida de quién se trataba.

-¿Vamos? -la voz melodiosa de Adrián que tan loca volvía a mi amiga.

-¡Claro! Un momento.

Adrián se quedó esperando en la puerta mientras Lucía corrió hacia mi, me dio un fuerte abrazo el cual noté lleno de nervios y me dijo al oído:

Enamórate como puedas (Trilogía "Como puedas" Parte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora