Capítulo 5

4.1K 305 62
                                    

Después de haber estado haciendo estiramientos durante diez minutos el profesor nos mandó dar varias vueltas al patio. Lucía, que corría a mi lado, me contó que no aguantaba ni cinco minutos corriendo, que lo odiaba. Y es verdad, pude comprobarlo al ver como casi se asfixiaba al poco de comenzar los primeros trotes.

-Soy una chica sana que no fumo ni padezco de asma... Pero me asfixio, y no lo entiendo -dijo con la voz entrecortada por el esfuerzo.

Para su alivio solo nos mandó dar tres vueltas al extenso patio y después nos dejó descansar unos minutos para continuar luego con el siguiente ejercicio. Nos mandó formar pareja y, por supuesto, iba a ponerme con Lucía, pero entonces llegó Laura con sus malos modales y apartó a Lucía para ponerse conmigo. ¿De qué va esta chica?

-¿Qué quieres? -le increpé muy molesta.

-Hablar contigo -trató de imitar mi voz de manera burlona.

El profesor nos ordenó hacer equilibrio a una pierna mientras nos apoyábamos en el hombro del compañero. Apenas me dio tiempo a reaccionar cuando ya Laura se apoyaba en mi hombro a la vez que con la otra mano libre se agarraba una pierna. Resignada no tuve más remedio que imitarla, y aunque traté de no mirarla, era difícil teniendo su cara a tan poca distancia. Contemplé sus ojos marrones que trasmitían fuerza y seguridad en sí misma. Su pelo recogido en un despeinado moño hacia perfilar más su rostro ovalado. Me fijé también en su oreja derecha donde pude apreciar varios agujeros formados en linea ascendente y otro pequeño agujero en la nariz. ¿Se ponía piercings? Laura, que aunque tenía la vista puesta en otra parte, se dio cuenta de que la estaba mirando.

-¿Tengo monos en la cara? -habló de forma maleducada.

-¿Cómo puedes ser tan chula? -no me pude callar.

Cada vez tenía más claro que jamás me podría gustar alguien como ella, era insoportable.

El profesor volvió a cambiar de ejercicio mandando ahora a hacer unos abdominales. Reconozco que me encantaba la clase de gimnasia, era lo que mejor se me daba hacer. La primera en hacerlo fue Adriana que se tumbó en la colchoneta que el profesor nos había dejado. Yo agarraba sus pies y ella a duras penas podía despegar la espalda del suelo. Estaba claro que no es una chica que haga deporte habitualmente, así que le tendí mi mano para ayudarla. Adriana me miró con una mezcla de desconcierto y sobre todo desconfianza.

-Tranquila que no te voy a morder -le dije un poco desquiciada por su actitud tan de niña chica.

Adriana accedió con mala cara y agarró mi mano. De inmediato tiré de ella y levanté su cuerpo con rapidez. Ella no se lo esperó y tuvo que agarrarse a mi brazo para no chocar con mi cara. Al tenerla tan cerca no pude evitar pensar en que Paola tiene razón, es imposible que lo niegue. Es guapísima. Pero eso no significa que me vaya a enamorar de ella. Adriana volvió a bajar su cuerpo y a levantarlo gracias a mi ayuda.

-Oye, yo... -que trabajo me cuesta decir esto, por dios- Quería darte las gracias, por lo de el otro día.

Adriana creo que se sorprendió de mis palabras, cosa que no me extraña. Cuando se elevó se quedó parada, escudriñándome.
Sus ojos verdosos...
Un nerviosismo me recorrió todo el cuerpo.

-De nada. Solo dije la verdad -respondió tras un breve silencio comprobando que no le estaba tomando el pelo.

-Si no lo hubieras dicho...

-¿Qué? ¿Me las vería contigo? -me cortó bruscamente poniéndose a la defensiva.

Levanté una ceja incrédula ¿De qué va esta chica? Encima de que le doy las gracias...

Enamórate como puedas (Trilogía "Como puedas" Parte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora