Capítulo 4

4K 286 38
                                    

Mi primera semana en el Roble se me pasó más rápido de lo que esperaba. Con Lucía cada día me llevaba mejor, me encantaba pasar mañanas, tardes y noches llenas de risas interminables e ideando planes para que se acercara a su querido Adrián, estaba más enamorada de él de lo que imaginaba. La profesora de historia nos mandó hacer un trabajo sobre la revolución industrial y Lucía insistió en que quería hacer el trabajo conmigo, pero yo la convencí para que lo hiciera con Adrián. Acabada la clase, los amigos de Adrián se arremolinaron junto a él para ponerse a charlar, así que la animé para que se acercara a él. Incluso tuve que darle un empujón porque no se veía capaz. Desde mi mesa escuché atenta la conversación entre ambos.

-Hola, Adrián -le temblaba la voz.

Adrián le respondió con un movimiento de cabeza. Se supone que los pijos son educados, pero él ni si quiera se levantó de su asiento para saludarla, parecía que la contemplaba sentado desde su trono de rey.

-Había pensado que podríamos hacer juntos el trabajo de clase.

Algunos de sus amigos empezaron a reír por lo bajo, pero él no dejaba de mirarla con sus penetrantes ojos azules.

-Vale -respondió sin más.

Lucía sonrió de oreja a oreja, y no saltó de alegría supongo que por vergüenza.

-Pues, quedamos esta tarde, ¿no? -preguntó más nerviosa que antes.

-Claro, ¿quedamos en mi habitación?

-Estupendo. Hasta luego entonces.

Se dio media vuelta y vino hacia mi con los ojos brillando de pura felicidad.

-¡Me ha dicho que sí! -gritó en un susurro para que no se oyera en toda la clase.

-Lo sé, he estado pendiente. ¡Enhorabuena! -la felicité, me alegraba de verdad por ella.

-¿Con quién vas a hacer tú el trabajo?

La verdad es que no se me ocurría nadie, eché un vistazo a toda la clase, analizando a cada uno de mis compañeros. Estaba claro que con Rocío nunca lo haría y con sus amigas tampoco. Con Laura menos aún. Y Paola parecía estar preguntándole a Guille, así que descartada también. El resto de amigos de Adrián no me convencían. Miré entonces a Iván, siempre tan callado y ausente de la clase y del mundo en general. Sin contestar a Lucía me aproximé a él.

-Hola -dije con la voz más amigable que pude usar.

Al levantar la mirada vi tristeza e incluso miedo en sus ojos. Me apoderó una gran sensación de pena hacia él. Me recordó a una chica de mi antiguo instituto con la que también se metían mucho, tenía su misma mirada.

-¿Querrías hacer el trabajo de clase conmigo?

Iván se encogió de hombros y volvió a posar la mirada en el libro de lengua ya abierto por la página que íbamos a ver dentro de unos minutos.

-¿Quedamos en mi cuarto? -insistí.

Amador, el profesor de lengua hizo aparición y todos tomamos asiento. Iván no me respondió. Me senté en mi sitio junto a Lucía y volví a lanzarle una mirada al chico. Me sorprendí que me devolviera la mirada, aunque bajó la cabeza rápidamente. Aquel chico era muy extraño.

-Es la primera vez que alguien le habla sin burlarse -comentó Lucía sacándome de mi confusión-. Por eso no te ha respondido, no se lo esperaba, o quizá pensaba que le estabas gastando una broma.

-¿Tanto le han martirizado aquí?

-Ni te imaginas cuánto. Ahora ya se han cansado de él, aunque alguna que otra bromita siempre le acaba cayendo, pero ya no es por saña sino por aburrimiento.

Enamórate como puedas (Trilogía "Como puedas" Parte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora