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Camila's POV

Miré el anillo acomodado en mi dedo, y lo acaricié con el pulgar lentamente, moviéndolo. Era precioso, no quería ni pensar cuánto le habría costado a Lauren, en lo único que pensaba es que de aquí a un año sería una mujer casada. Aún no era consciente de ello, aún no me lo creía, y es que fue todo inesperado.

Lo había visto en las películas, él se arrodilla en mitad de una cena, le suelta una parrafada y ella llora y le dice que sí, y luego como por arte de magia salen fuegos artificiales de la nada.

Pero no, Lauren no lo hizo así. Ella era directa, sencilla, y así lo hizo, sin rodeos, de la mejor forma.

Me puse sobre ella y le apreté las mejillas, dándole suaves besos en los labios. Arrugó la nariz y giró la cara, pero hice que volviese a mirarme.

—Cuchiiiiiiiiiiiiiiiii. —Le di besitos en la mandíbula y luego en el cuello. Lauren se giró negando, pero yo me coloqué encima de ella. —Arriba mi amor, que vamos a la piscina, ¿quieres ir a la piscina? —Asintió con el ceño fruncido, levantándose de la cama casi inconscientemente.

—¿Pero qué piscina si yo estoy de vacaciones? —Se rascó la coronilla y me miró, lanzándome un cojín al ver que yo reía. —Por qué eres así conmigo, yo sólo quiero dormir... —Se volvió a tumbar bocabajo y la empujé por los hombros para que quedase hacia arriba.

—No, nada de dormir. —Golpeé su mejilla señalándola. —He quedado con Normani y Dinah para ir a la piscina.

—Normani. —Se levantó de la cama abriendo los ojos.

—Eres imbécil. —La empujé en la cama, poniéndome encima de ella poniendo mis manos en su cuello sin llegar a apretar. —Eres imbécil y te voy a matar. —Ella se reía cogiéndome de las manos, dándome un beso en las palmas.

—Es broma, es broma. —Se reía, pero al instante se puso seria. —Dios mío, tú vienes a la piscina.

—Eh... ¿Sí? Esa es la idea. —Abrió los ojos y se levantó de la cama.

—Madre mía, te vas a poner bikini de nuevo. Vamos, corre, tenemos que irnos. —Le di un manotazo en el hombro riendo, abrazándome a ella de rodillas.

—Te has levantado muy graciosa hoy.

—Pero si es verdad, el invierno ha sido muy largo en Vancouver, ¡ni un escote he visto! ¡Ni un bikini! Y claro, pues una lo pasa mal...—La empujé para que saliese de la habitación, negando.

—Anda, hazme el desayuno mientras me visto. —Me pellizcó la mejilla y se puso un pantalón corto, saliendo sin camiseta hacia la cocina.

Me tumbé de nuevo en la cama mirando el anillo, suspirando por todo lo que nos esperaba en aquél año, y me levanté para ponerme el bikini y un vestido ligero y corto.

Fui a la cocina y Lauren estaba de espaldas con el mango de la sartén en una mano y la espátula en la otra, concentrada en hacer aquellas tortitas.

Desde que murió mi abuelo vivía con el miedo de perder a Lauren a cada segundo. De que se levantase, desayunase, me diese un beso en la frente mientras dormía, se fuese a entrenar y nunca volviese. La vida era algo tan frágil, que vivía aterrada con esos pensamientos desde hacía meses. Incluso cuando se iba a la piscina a las seis, yo me despertaba, le daba un beso y me despedía de ella por si era la última vez, y jamás volvimos a pelearnos por una tontería cualquiera y si lo hacíamos nos reconciliábamos al minuto.

La abracé por detrás, rodeando su cintura con los brazos y besé la mitad de su espalda, hasta donde yo llegaba y esparcí varios besos, mordiendo su piel al final.

la chica del maíz; camrenUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum