¿Qué le ocurrió a Alaska?

Capítulo II

Sussan Hawkins

La secundaria ya no tenía sentido. Todo mundo dejaba racimos de flores frente al casillero de Alaska, pero de alguna forma yo sabía que estaba viva. Esto no había sido un secuestro; ella escapó de su propia vida.

Sam Jefferson, el sueño caminante de mi mejor amiga, se detuvo en el casillero de Alaska. Me acerqué a él, ya que me entraba curiosidad el por qué de su acción, por más obvio que fuera.

-Sam, ¿qué haces aquí?-pregunté, de una forma no muy amistosa que digamos...

-Me extraña mucho la situación en la que estamos, sé que Alaska no sería capaz de hacer algo como huir. Alguien está detrás de todo esto.-miraba seriamente hacia el metal totalmente adornado.

-¿Désde cuándo te importa tanto el bienestar de mi amiga, si se puede saber?

-Escucha: Alaska era una chica especial, sólo eso, y créeme cuando te digo que había algo entre nosotros.

-Eres un idiota, ¿sabes?-respondí, furiosa-. Alaska...sigue viva, yo lo sé, tengo...ese presentimiento.

-¡No puedes estar tan segura!

-La conozco mejor que nadie-lo desafié.

-No diría lo mismo-dijo, finalmente, y luego se marchó hacia Dios sabe dónde.

Ese sujeto era un idiota, pero era evidente a kilómetros que sentía algo por Alaska.

No sabía con quién se estaba metiendo.

Me quedé quieta, en el pasillo, meditando sobre todo lo que estaba sucediendo.

Todo había pasado muy rápido, y en medio de mis últimos recuerdos con Alaska debía de haber algo; una pista la cuál me dijera el paradero de mi amiga, y así podría terminar con todo ese asunto.

Si es que estaba viva.

Había sonado la campana, y ya era hora de nuestra tercera clase: biología.

Al llegar al aula pude divisar a Sam en su asiento, lo cuál provocó gran desagrado en mi. Me coloqué lo más lejos posible de ese parásito, y me acomodé en mi asiento. Doblé mis brazos y codos sobre el pupitre, creando un ambiente cómodo y relajado para dormir en clases. Cerré los ojos, y pude darme cuenta de un pequeño detalle en el pasado. Algo tal vez, imprescindible para ese rompecabezas que había surgido de un día para otro: la desaparición de Alaska.

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ManuelaNez