Capítulo 01.

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Fracasada.

Fracasada

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El amor.

Que aburrido y horroroso sentimiento, ¿no es cierto?

Está bien, admito que seis años atrás yo era una adolescente hormonada que soñaba con encontrar a su príncipe azul, que deseaba más que nada recibir una carta en San Valentín y no podía evitar soltar grititos de emoción cuando llegaba la escena romántica en la película.

¿Todos me veían así de loca?

Bueno, esa era yo antes de que comenzara mi noviazgo con el que era mi mejor amigo, luego de un tiempo sin recibir detalles amorosos llegue a la conclusión de que en las películas te mienten descaradamente sobre el romance.

Resumiré rápidamente como finalizo mi historia con cierto chico de cabello café y ojos azules, lo descubrí en una cita con la contadora de la empresa de su familia, y no justamente hablando de negocios, al menos nunca vi que se cerrara un acuerdo compartiendo saliva.

Y aquí estoy con mis hermosos veintidós años recién cumplidos, ya graduada, sin empleo, sin comida en la heladera, viviendo en un mugroso edificio repleto de ancianos chillones, adolescentes descontrolados, y desempleados, obviamente pertenezco al último grupo, aunque también soy algo chillona en cuanto lo que se refiere al establecimiento.

La preparatoria se basó en asistir a numerosos concursos de ortografía, deletreo y demás actividades inútiles en ese momento, y al parecer, inútiles actualmente.

Era consiente que conseguir empleo no sería cuestión de salir un día en la mañana, caminar tres cuadras y regresar feliz de tener mi trabajo soñado, no era tan inocente para creer que la vida de un adulto sería tan sencilla como lo aparentaba.

Obviamente las cosas no salieron tan bien.

A cada empresa en la que me presento una linda y desagradable recepcionista no se toma la molestia de preguntarme absolutamente nada, simplemente dice que no soy lo suficientemente llamativa para que su superior acepte entrevistarme.

Esa es la respuesta que he recibido en los últimos tres meses.

El dinero es el que he juntado ayudando a mi agradable vecina, la señora Sullivan, una simpática mujer que ya no está en condiciones de hacer ciertas cosas, ella necesita ayuda y yo dinero, ella me invita el almuerzo y yo reparo la computadora de su nieto.

Un trato demasiado llamativo.

La señora Sullivan tiene el cabello rubio, casi blanco, sobre sus hombros, pequeñas arrugas comienzan a notarse mientras que grandes ojeras se ven a simple vista. Es bastante delgada y eso se debe a que es vegetariana, claro que toda su familia no apoya sus ideales por lo que en su refrigerador solo una pequeña proporción es de su agrado.

Con el tiempo, descubrí cosas como que su esposo falleció en medio de un asalto, su hijo siempre está de viaje, y su nieto suele estar trabajando.

Aunque este último es mi amigo, debo admitir que tiene el suficiente tiempo para acercarse, saludar a su amorosa abuela e irse y repetir lo mismo a la semana siguiente o antes.

Pero Keith prefiere salir con sus amigos, ir de fiesta en fiesta, y provocar los escándalos más alucinantes.

Dejo mi laptop en la punta de la mesa y decido revisar nuevamente el periódico, esperando encontrar algún empleo básico en lo que encuentro algo que se adapte a mi carrera estudiada.

Nada.

Todos los empleos piden experiencia, cosa que yo no tengo.

Un verano trabaje en la ferretería a una cuadra de la casa de mis padres, pero era difícil considerando que los clientes utilizaban como vocabulario "cosa" o "el coso".

Y considerando que el señor Grayson falleció hace varios años, mencionar ese pequeño trabajo sería increíblemente inútil.

Llaman a la puerta y maldigo el tener que levantarme a ver quién decide venir a molestar tan temprano el día de hoy.

En mi trayecto hacia la puerta, alguien desesperadamente sigue golpeando, al menos ya no tengo timbre ni nada por el estilo.

Sin ni siquiera tomarme la molestia de revisar quien es, abro la puerta, y como si mi suerte no quisiera cambiar, aquella persona me da un golpe en la frente gracias a mi pequeña estatura.

-¿Es que no te fijas?-exclamo frotándome la zona afectada mientras inspecciono a mi desagradable visitante.

Lleva un traje azul marino que estoy segura que costo una fortuna, pero los ricos pueden darse esos lujos, una fina camisa blanca –impecable- se asoma por debajo del saco y una corbata celeste lisa está perfectamente anudada en su cuello. Sus zapatos negros están lustrados y seguramente si me acerco a ellos aparezca mi reflejo. El cabello castaño que anoche vi despeinado ahora se encuentra prolijamente arreglado. Finalmente me encuentro con los ojos azules de Keith mirándome con diversión.

-Lo siento-dice para luego adentrarse a mi departamento-, pero es urgente.

-¿A estas horas de la mañana?-inquiero al cerrar la puerta.

-Pues claro, mis jefes llegan mañana y he pasado el último mes haciendo de todo y me he olvidado de buscar a una secretaria-explica y se acomoda en mi pequeño sofá violeta-, por eso pensé ¿qué inútil persona ya graduada, sin empleo y con mal carácter estaría dispuesta a aceptar un empleo de último momento?

-¿Acabas de decir que tengo mal carácter?

-No Judith, acabo de decir que eres una fracasada y te estoy ofreciendo un trabajo para que salgas de este asqueroso departamento-exclama moviendo sus manos.

-Primero, no soy fracasada, solo tengo mala suerte fuera de este "asqueroso" departamento-digo repitiendo sus palabras sobre mi hogar-, y segundo, ¿cuándo empiezo?

Keith sonríe complacido.

-Mañana mismo, solo debes dividirte para ser la secretaria de dos hombres que pelean por la presidencia de su propia empresa-menciona indiferente-, es normal que estén peleando todo el tiempo, mañana a las seis estaré tocando la puerta, hasta mañana Mathews.

Keith sale de mi departamento luego de cerrar fuertemente la puerta, pero yo sigo en mi lugar procesando lo sucedido.

Tengo empleo con, al parecer buena paga.

Pero los "jefes" parecen ser solo uno o dos años mayores que yo, se encuentran peleando por la presidencia y deberé aprender dividir mi horario laboral entre dos personas.

Y matemáticas nunca fue mi fuerte, las matemáticas me odian y yo las odio. Recordando años atrás, nuestro profesor estuvo a punto de renunciar por nuestros pocos conocimientos sobre esa "asombrosa" materia.

Espero que a fin de año me den un regalo de agradecimiento o mínimamente, el premio por participación, porque veo bastante difícil intentar mantener el día en paz y no ganarme un grito.

Rápidamente tomo mi celular, algo mal gastado y descuidado, la pantalla tiene varios rayones que cause con mis uñas y el protector se está comenzando a salir en una de las esquinas, la funda antes transparente con bordes azul metálico ya casi no tiene el borde.

De hecho, creo que esta marca ya no existe, pero estoy feliz con este ladrillo mientras funcione, siempre podría ser peor.

Busco el contacto de Emily y tecleo con rapidez.

Adivina que fracasada ha conseguido un empleo.

Judith ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora