- ¿Cuándo empezamos? – pregunté, culpable.

- ¿Viernes? – dijo, mirándome. - ¿Tu casa?

- Claro – forcé una pequeña sonrisa. – Suena bien.

Malcolm también forzó una sonrisa. Me sentí horrible al saber que yo había provocado esa tensión entre nosotros. Casi como si hubiera arruinado algo.

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- Hola – dije, abriendo la puerta. – Adelante.

Malcolm sonrió y entró. Mientras se quitaba los zapatos me quedé mirándolo, dándome cuenta de lo extraño que era todo esto. Hace sólo unas semanas que lo estaba odiando y ahora era el primer chico que venía a mi casa. Las cosas habían cambiado tanto por el estúpido juego del beso.

- ¿Dónde vamos a estudiar? – preguntó, con la espalda recta.

- ¿Mi habitación? – pregunté. - ¿Eso está bien?

Por un mero segundo, Malcolm pareció atrapado con la guardia baja, pero rápidamente fue reemplazado con una mirada y una sonrisa. Puse los ojos en blanco ante eso, preparándome para lo que diría.

- Eso suena... - hizo una pausa. - ...increíble.

- Cállate – negué con la cabeza. – Vamos.

Llevé a Malcolm a las escaleras y justo antes de poder subir por ellas, oí que mi madre me llamaba. Me detuve con el ceño fruncido.

- ¡Sí mamá! – grité.

- ¡Ven aquí! – gritó. – ¡Y trae a tu amigo!

La sorpresa me llenó y miré a Malcolm, preguntándole si estaba de acuerdo con eso. Se limitó a encogerse de hombros y suspiré.

Los dos caminamos hacia la cocina donde estaban mis padres. Los dos estaban frente al horno y cuando entramos, se dieron la vuelta sonriendo como maníacos. Pero al ver a Malcolm, sus sonrisas se desvanecieron por un momento y en ellos apareció la tensión. Me di cuenta en ese momento de que no había mencionado la buena apariencia de Malcolm.

- Hola – dijo mamá, forzando una sonrisa. – Eres el nuevo amigo de Daisy.

- Hola – dijo Malcolm, acercándose a ella. – Soy Malcolm.

Malcolm tendió la mano y ella la tomó, sacudiéndola. Se relajó un poco y me alegré cuando vi que Malcolm también al estrechar la mano de mi padre. Quería que a ellos les gustase, aunque a mi no me gustase.

Malcolm volvió a mi lado y me miro. Estaba sonriendo pero sus ojos tenían una expresión neutra. Saber que los ojos eran el espejo del alma me hizo sentir ansiedad, no sabiendo si estaba cómodo o no.

- Así que Daisy va a ser tu tutora, ¿no? – preguntó papá.

- Sí – contestó Malcolm, mirándome. – Ella es brillante. Sé que puede salvar mi nota.

- Ella es brillante – mama sonrió. – Va a ser una increíble tutora.

- No puedo esperar. Mis padres estarán encantados.

Mis ojos estaban puestos en Malcolm y vi que sus ojos seguían sin tener ninguna expresión. A pesar de que amaba a mis padres, no quería que ellos rodeasen a gente de mi edad por demasiado tiempo. Era una cosa de adolescentes.

- Vamos arriba – dije. - ¿Vale?

- Bien – mi madre sonrió con inquietud. – Nos vemos más tarde. Diviértete.

- Vamos a estudiar, mamá – suspiré, dándome la vuelta. – No vamos a una cita.

Mi madre se tensó ante la palabra cita y supe que no debería haber dicho eso. Agarré la muñeca de Malcolm y lo arrastre a la escalera. Estábamos justo en la cima y escuché a mi hermano gritar de sorpresa. Mi cabeza voló hacia la derecha y lo vi frente a su habitación, sonriendo.

El Playboy quiere Besarme, [SP#3] | ✓Kde žijí příběhy. Začni objevovat