Capítulo 18✔

97 24 4
                                    

-Detesto limpiar -me quejé tras pasar las puertas giratorias de la biblioteca

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-Detesto limpiar -me quejé tras pasar las puertas giratorias de la biblioteca.

-Ya, ni que te fueras a morir -dramatizó Sweet.

La miré mal y seguí mi camino.

Teníamos estantes interminables frente a nosotros, esperando para que les quitemos el polvo. Odiaba más que nunca al subdirector. Si después de esto me lo encontraba, ya vería como hacerlo pagar. Quizás si le hacía una zancadilla casual o una cañería explotaba cerca suyo...

-¿Por qué crees que guarden todo esto? -me preguntó Sara.

-¿Eh?

-Los libros, me refiero. Son muy antiguos y viejísimos, a algunos se le caen las hojas ¿por qué no pasarán la información a una computadora?

Me encogí de hombros.

-Anda a saber, quizás son reliquias que sirven como exhibición.

No parecía contenta con mi respuesta, pero prestó más atención a las miles de páginas amarillas que nos rodeaban. Pasó la mano por las estanterías con cuidado y leyó las tapas de algunos textos de tapa dura.

L se materializó como por arte de magia tras una estantería.

-¡Matías! -saludó, alegre. Se fijó en los demás y su sonrisa se ensanchó-. Y vienes acompañado ¡que grata sorpresa! Hola, soy L.

Javier adquirió la postura de chico serio y asintió con formalidad. Sara saludó de vuelta, presentándose. Taylor le sonrió, pero sin que le llegara a los ojos.

-¿Y a qué vienen? ¿Puedo ayudarlos con algo en específico?

-La verdad, venimos a limpiar -dijo Taylor, pasando la mirada desinteresada por los enormes tomos que estaban por todas partes.

Cuando digo en todas partes, lo digo literal. No estaban solo en las estanterías, si no que apilados en el suelo de a cinco o más libros; sobre las estanterías; en un viejo mostrador que no parecía ser tocado en años; en sillas y sillones por aquí y allá; desparramados en mesas de estudio y hasta enmarcados en las paredes como si fueran cuadros 3D.

Eso no hacía más que reafirmar mi teoría de que L estaba chalado.

Rió como si Taylor le hubiese hecho un chiste y secó una lágrima inexistente de su ojo izquierdo.

-Que divertidos que son, si buscan limpiar cada libro, no terminar en lo que resta de verano. Les digo yo que vivo aquí.

-¿Vives aquí? -cuestionó Javier, arqueando una ceja interrogante.

L se encogió de hombros con una sonrisa tímida.

-Sí, estoy destinado a preservar la historia de la magia por toda mi vida. Puedo retener toda la información que hay en los libros, pregunten por la página que quieran y les diré que hay en ella.

Como dije, chalado; aunque era útil como bibliotecario.

Taylor, escéptica, tomó un libro al azar y lo abrió por la mitad.

-A ver -lo retó-. ¿Cuál es la primera línea del libro de criaturas marinas?

-Es una lista -respondió al instante- y dice "caracolas hablantes".

Sara se inclinó sobre el hombro de ella.

-Correcto -dijo.

Sweet cerró el libro de golpe y lo dejó donde estaba, inquieta. Parecía haber llegado a la misma conclusión que yo, que el poder de L perturbaba. Además, viviendo solo y sabiéndose cada libro de memoria, era imposible no pensar que estaba loco.

-Bueno, ¿entonces no hay que limpiar nada? -pregunté cruzado de brazos.

-Prometo no decir nada -dijo L e hizo cómo si su boca tuviera un candado.

Chi-fla-do.

Sara pasó su peso de un pie a otro, mirando la salida de reojo. Consideraba irse. Si se iba, yo me iba con ella, no quería estar cerca de ese rarito, me ponía los pelos de punta. No sabía qué era, porque no parecía mal tipo, pero el que viviera en una biblioteca con libros más antiguos que mis abuelos no mejoraba su imagen.

Di un aplauso, para centrar la mirada de los campistas que observaban las grandes extensiones de la biblioteca.

-Yo creo que ya nos podemos ir a dormir ¿qué les parece? Terminamos antes, qué mejor.

La sonrisa de L decayó.

-¿Tan pronto se van? ¿Seguros que no quieren leer algo antes?

Sí, nos vamos y no, no queremos ningún libro.

-¿Por qué no vienes con nosotros? -sugirió Sara-. Quedan un par de cabañas disponibles por si quieres quedarte en una.

Javier apretó los labios y negó para sí. Taylor miró a mi hermana y tragó saliva esperando la respuesta de L.

-Sería genial -dijo él, pero miró la biblioteca tras su espalda y suspiró-. Pero mi lugar está aquí, para ayudar a los que busquen conocimiento.

Sabías palabras para alguien tan joven como él. ¿De verdad tendría dieciocho? Mi hermana frunció el ceño y miró lascivamente del bibliotecario a las estanterías.

-¿Seguro? Se te nota muy solo.

Javier tomó el brazo de Sara para hacerla callar.

-Ya escuchaste a L, Sara. Deja las cosas como están.

-Pero podría...

-Gracias de todas maneras -zanjó L, regalándole la sonrisa más radiante que había visto nunca-. Estoy bien, los libros me hacen compañía.

Taylor pasó un mechón de su pelo tras su oreja y miró las puertas giratorias. Corría viento en el exterior.

-Ya nos tenemos que ir -decretó-, pero si necesitas algo, estamos en el campamento.

Él asintió. Sweet comenzó a caminar a la salida, seguida de Javier que obligaba a Sara a caminar.

Miré a L antes de irme.

-¿Le gustó el libro a tu hermana? -me interrumpió.

-No le he preguntado, pero creo que sí. Gracias.

Sonriendo podía olvidar que vivía solo en una biblioteca con telarañas.

-De nada, Matías.

Di media vuelta y enfilé a la salida, pero antes de pasar las puertas giratorias, oí su voz de nuevo.

-Suerte en lo que se avecina.

Una desagradable sensación recayó en mi estómago y supe que esa suerte la necesitaríamos.


-----

Hi everybody! Espero que estén bien, yo que hace décadas que no pisaba Wattpad (mentira, desde la actualización anterior, pero es mucho tiempo igual jajaja). En otras noticias, me está yendo bien con "Libro X", ya se encuentra en varias librerías de Chile y ha recibido buena crítica. ¡No se imaginan lo feliz que estoy!

Volviendo a Campamento Deíte, que comente a quién más le da pena L, es que está tan solitooo. Pucha la cuestión pos.

Un abrazote campistas, de esos bien apretaditos.

Emily out.

Campamento DeíteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora