Capítulo 1✔

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Estaba en el salón de llegada del hotel de mis abuelos

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Estaba en el salón de llegada del hotel de mis abuelos. Había algo raro en el lugar no el hotel, sino, la escalera que se encontraba al medio de la habitación que no llevaban a ninguna parte.

Subí en el primer escalón para poder ver algo.

Una voz diabólica, como un siseo -que me hacía estremecer con solo oírla-; susurraba que siguiera subiendo, que no caería. Le obedecí hasta que llegué al cuarto escalón, dos más y se acababa la escalera. La sola idea de que podía hacerme algo lograba hacerme sudar de miedo. Matías iba detrás mío y estaba temblando de pánico.

Voltee hacia mi hermano. Debía consolarlo pero no podía, no teníamos tiempo. Teníamos salvar a dos chicos que estaban encerrados en una celda con un candado brillante. Él tenía el pelo café, ojos verdes y su cuerpo se veía como el de un atleta. Ella era castaña con mechas rubias naturales y también se veía como una deportista. Los dos estaban muriendo, llenos de tajos y sangre. La llave que abría su celda se encontraba arriba en alguna parte y lo que sea que los había encerrado, era la voz que oíamos. Quería que le bajemos un artefacto mágico, que también estaba arriba.

Ese ser que nos intimidaba esta vez gritó. Con Matías corrimos escaleras arriba, y cuando creí que caeríamos, ésta siguió.

Luego, nos perdimos en la oscuridad.

Desperté sobresaltada y temblando

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Desperté sobresaltada y temblando. No pude hablar por varios segundos, hasta que logré tranquilizar mi respiración. Dejé caer mi cabeza en el respaldo del asiento.

-Genial, de nuevo con pesadillas Sara. Felicidades ─ironicé, hablando conmigo misma.

Ya era la tercera vez que me despertaba en la semana por culpa de esas escaleras, de que me perseguían a Matías y a mí, y que teníamos que ayudar a dos adolescentes, una chica y un chico. No sabía qué intentaba advertirme mi subconsciente, pero se había repetido tanto que parecía algo urgente, casi como una advertencia.

Me di vuelta en el incómodo asiento del avión en el que estaba y observé a mi hermano menor dormir plácidamente, como si solo a mí me afectaran las pesadillas.

Resoplé. Sólo quería volver a pisar tierra firme y ver a mis abuelos.

Miré por la ventana y divisé el volcán de la ciudad bajo nosotros, expulsando una débil línea de humo. Me alejé de la ventana, inquieta y opté por concentrarme en otra cosa.

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