Capítulo 15✔

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La pierna me dolía

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La pierna me dolía. Cuando había ido a buscar a Matías, pensaba que me iba a estallar de ardor. La idea del bastón fue útil, pero no logró quitarme la molestia de desplazarme.

Cerré los ojos un momento, antes de entrar al bosque. Al abrirlos de nuevo, ya no veía árboles, ni tampoco oía el mecer de las hojas, o pájaros volando; veía el destello de las hadas, el sonido de grandes pisadas y las siluetas de criaturas desplazándose en las copas de los árboles con sigilo.

Comenzaba a oscurecer.

Inspiré, llenándome de valor, y enfilé sola por el bosque, en busca del árbol de Ray.

─¿Sara?

Mi valentía se fue al caño y por poco me tropiezo con una raíz.

─¿Qué estás haciendo aquí? ─preguntó.

Miré al campista y maldije en mi cabeza. Era Javier. ¿No tenía nada mejor que hacer?

─Nada, paseaba un poco ─mentí.

Arrugó las cejas y se cruzó de brazos. Su potestatem se meció en su cinturón y recordé mi razón de andar rengueando por medio campamento.

─Tendrías que estar acostada para recuperarte más rápido ─dijo, sacándome de mis pensamientos─. Kate de seguro se dará una vuelta por tu cabaña y no me hace gracia que una novata se interne en el bosque sola y lesionada.

Novata. Me había llamado novata.

─Solo estaba caminando ─murmuré entre dientes. ¿Y a mí que me importaba lo que le hiciera gracia o no?

Sus ojos verdes brillaban, como si supiera que mentía. Y eso, era imposible.

─En ese caso, te acompaño. Yo también estaba caminando -dijo sin lugar a réplica.

Quise gritarle, patalear y huir de ahí, sin embargo, eso sería admitir mi derrota. Y ante él no iba a ser una debilucha.

Se pegó a mí como lapa y traté de no rodar los ojos.

─¿Por qué saliste de tu cuarto? ─indagó, mirando las sombras de los árboles que iban estirándose a medida que el Sol se ocultaba.

─Ya te lo dije, quería caminar.

─Ni siquiera caminas, rengueas con un bastón que tu misma hiciste ─aludió, frunciendo el ceño.

¿Cómo me lo sacaba de encima? Matías ya debía estar por llegar y que Javier viera de nuevo a Ray no me entusiasmaba precisamente.

Probé cambiar de tema, con algo de suerte, desviaría su atención.

─Hoy volví a tener la pesadilla -le dije.

─¿El sueño de las escaleras mágicas?

─Sí.

Se detuvo y lo imité.

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