♔ Dulces sueños

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NdA: subir las ediciones me producen un conflicto increíble, por una parte quiero de todo corazón enseñaros las nuevas escenas, las partes remendadas que encajan mejor con la trama y los personajes, pero por otra detesto con todas mis fuerzas que vuestros comentarios se descuelguen TT_TT porque son un tesorito y los guardo siempre con cariño.  

De todos modos, aquí vamos con el capítulo 4 editado, espero que os guste Ü

De todos modos, aquí vamos con el capítulo 4 editado, espero que os guste Ü

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¿Sería muy raro que te diera un beso?

Un beso. Lo ha escuchado con total claridad. BE-SO. Los labios cerrando la interrogación en forma de piñón, como si hubiera querido atrapar la frase antes de que escapara y, a su vez, le fuera imposible retenerla dentro de la garganta un minuto más. Los segunderos del reloj se descomponen, uno a uno, pierden el ritmo. Kageyama nota que el techo pierde su consistencia sólida, para volverse elástica y moldeable precipitándose sobre su cabeza, pero procura despejar la idea de que sea culpa de un terremoto, porque lo más seguro es que haya perdido el juicio.

Embolia cerebral. Se le ha atascado el "beso" dentro de la corriente sanguínea y ahora no sabe sumar dos más dos.

¿Raro? No es raro. ¿Raro? No. Qué va. No.

Raro es aprobar un examen sin estudiar. Comprar un cupón del rasca-y-gana y descubrir tras las vetas de pintura el bote del millón. Cruzarse Tokio tres veces en coche y que no haya ni un solo semáforo en rojo. Eso es raro. Algo poco probable.

Esto... esto es. ESTO. ¿Sería muy raro que te diera un beso? Esto es pura ficción.

—Qué —Kageyama se oye farfullar, ajeno, la lengua confeccionada de trapos—. ¿Qué acabas de decir, Hinata? —Toma carrerilla, como los latidos bombeando adrenalina dentro de sus venas. Frunce el ceño— ¿Estás seguro de que el Monster no te ha frito la sesera? Porque no pillo la gracia de la broma.

Le ofrece la excusa perfecta para desviar el tema. Prácticamente le abre una vía humorística con la que dar carpetazo al tema mediante un insulto. Separados por el largo de una cama ataviada en un mimoso edredón blanco y dos largas almohadas viscoelásticas.

Para su horror, Hinata boquea. Tres veces.

—A ver —se muerde los labios antes de continuar—. Me refería, pues eso —Cruza y descruza las manos, repartiendo la mirada entre sus dedos y algún punto más allá de su cara. A Kageyama le suda el corazón esperando el veredicto—. Hay amigos que se besan, co-como, pues yo qué sé, Joey y Chandler. Ya sabes, en Friends. Se dan besos y abrazos y para ellos está bien, ¿no? —Inspira— Y ahora que nos vemos menos me parecíauna buena propuesta —titubea para luego añadir—. Ser más cariñosos.

Entre el sueño y la vela, su ciega esperanza crece a contra marea.

Hinata siempre ha sido así, coqueto y táctil.

Chicle de NaranjaWhere stories live. Discover now