La lista de corazones rotos de Stiles Stilinski

9. D.H

Sentía dolor, impotencia y por primera vez ni siquiera sentía que tenía el corazón roto.

Ya ni siquiera tenía uno, Derek se lo había llevado todo.

Tal vez si hubiese sido más inteligente, sí hubiese sido más atento, menos enamoradizo.

Sí tan solo se hubiese enamorada desde un principió de Derek Hale.

A sus cortos dieciséis años había sentido como le rompían el corazón tantas veces como si fuese una bolsa de boxeo.

Había sentido el amor de la peor forma, había perdido el alma.

Obviamente, Derek no se había ido del pueblo...eso lo hacia peor, mucho peor.

Así que su padre decidió internarlo en un instituto fuera de allí, aunque le doliera ver a su único hijo lejos, era mejor que verlo destruirse.

Los días pasaban lentos en beacon hills, vacíos, tras la perdida de la sonrisa y presencia de aquel castaño hiperactivo.

Pero era mejor así, era mejor que estuvieran lejos por un tiempo.

Stiles estaba logrando un nuevo inicio en New York, un mundo nuevo y desconocido que asustaba un poco, era un reto poner a un adolescente hiperactivo en medio de tal lugar.

Pero así fue como conoció a Lee, su mejor amigo, (Además de Scott).

Adoraba que fueran compañeros de cuarto, lo pasaban fenomenal, y sus tutores ni hablar; ¿donde habían estado toda su vida?

Definitivamente ese era su lugar, allí es donde siempre tuvo que haber estado...

«Derek»

Aquél pensamiento lo aturdió demasiado, logrando que saltase de su cama.

Por suerte Lee no estaba allí, repitiéndole que ya había pasado y que debía olvidar.

¿Y si se hubiese quedado en el pueblo?
No, era mejor así.
Definitivamente era mejor así,
no podría soportar verle a la cara sin dejar a vista esa culpabilidad, que arrasaba con su mente como si fuese tan solo un juego.

Theo sé había ido del pueblo, se había encaprichado al fin de otra persona...u algo así.

Derek no lo soportaba, a veces pensaba que estaba a punto de cometer un homicidio, pero no lo hizo, ¿si el iba a la cárcel, como encontraría a Stiles?

Aún tenía el sueño y la perseverancia de crear un corazón para ambos, o aunque sea, devolverle el suyo.

Aunque tal vez eso sucediera en cosas de años, ¿cuantos exactamente?.