18. La cafetería

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Lo dijo de una manera automatizada, como si de un robot se trataba. Empezó a invadirme la culpabilidad, hasta que Ana me susurró:


- No es tu culpa. Debería haber aceptado tu primer "no" y no insistir. No querer ser una gorda zampapasteles no es algo malo.


Cierto. No es algo malo, no lo es. Sólo quiero ser delgada y frágil, y eso no es malo. En absoluto. La mala es ella, que quiere hacerme engordar, hacerme engordar para ella seguir siendo la flaca y hermosa de las dos. Así que técnicamente, la que debería estar enfadada era yo.

Nati volvió y empezó a contarme sus cosas mientras se tomaba su tarta. Cosas que no podía evitar que me parecieran chorradas. Me sentía una amiga nefasta por pensar eso, pero la verdad es que me parecía más interesante observar mi café. ¿Cuanta leche habrían puesto? ¿Seguro que era de soja?  ¿Y si no? Eso podía aumentar las calorías de mi café considerablemente. Podría tener 150 calorías perfectamente. 


- Yo lo redondearía en 200 por si acaso. Nunca se sabe, ¿verdad? -me susurró Ana con cara de aburrimiento-.


Conecté con la conversación de Nati otra vez, no quería que supiera que poco me importaba lo que me estuviera diciendo:


- ...Y tú, ¿qué te cuentas?


¿Qué iba a decirle? ¿Qué mi madre estaba al corriente de mis malas notas? ¿Qué era un zoquete en el gimnasio? Una cosa era estar gorda, y la otra dejar que "Miss Muslos Perfectos" me lo restregara por la cara.


- Pues no mucho, la verdad. No he hecho mucho más que estar estudiando, leyendo y haciendo algunos recados. Soy un aburrimiento de amiga -me reí, intentando que sonara creíble-.


Me miró con cara rara, pero creo que al final me creyó. Nos acabamos la "merienda" y salimos de allí. Lo bueno de Ana era la cantidad de dinero que era capaz de ahorrarme en comida. Había comprado una hucha y allí metía todo lo que no destinaba en comida. Si ahorraba lo suficiente, podría comprarme ropa para cuando estuviera delgada, o incluso destinarlo a viajar. 


- Además, que mejor gastarlo en eso que en comida, que una vez la comes, se convierte en horrible y asquerosa grasa... -dijo Ana, poniendo cara de asco-.

- No hables muy alto, no quiero que te oiga... -dije mirando de reojo a Nati. Ana se encogió de hombros.

- ¿Sabes? -dijo Nati- Las chicas y yo habíamos pensado en que podríamos ir a un spa algún finde a principios de junio. ¡Para celebrar que llega el veranito! Por cierto, antes de que te niegues, sólo decirte que NO te estoy preguntando. Vas a venir.


Y esbozó una bonita sonrisa. ¿Cómo iba a negarme? Tampoco  tenía opción. Si me negaba, haría ella misma la reserva por mí, poniéndome en una encrucijada. O peor, hablaría con mi madre. Y sólo faltaba eso, tal y como estaba la situación en casa.


- ¿Sabes lo que va a tocar entonces?  PONERSE MANOS A LA OBRA PARA NO IR HECHA UNA CERDA AL SPA -me dijo Ana, colocando su intensa mirada en mí. 


Pero yo ni tan siquiera moví la cabeza. No me hacía falta mirarla para saber que, como siempre, llevaba razón.


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¡Hola bonitos y bonitas!

¡Espero que os haya gustado este capítulo! Lo he hecho más largo que de costumbre para compensar.

También quería daros las gracias por leerme, por votarme y por comentar. Tengo los mejores lectores del mundo :3 , además de que me habéis colocado alto en algunos ránkings de las categorías que tengo etiquetadas. Nunca habría pensado que a la gente le gustaría tanto como escribo. MIL GRACIAS.

Esta semana que entra publicaré otro capítulo que me dispongo a escribir ahora mismo. Seguramente el miércoles-jueves. 

Me haríais muy muy feliz si votáis y comentáis este capítulo, ya sea diciendo lo que os gusta o lo que no os gusta. Un escritor crece de todas las críticas, tanto las positivas como las negativas, siempre y cuando sean expuestas con educación.

Sé que lo he dicho un millón de veces, pero esta vez no voy a tardar en volver. Creédme, por favor :(

Muchos muchos besitos,


A.


Ana me amaWhere stories live. Discover now