Un mal juego

467 37 0
                                    

Desperté a las diez en punto.

- ¿Y Amanda? Le pregunté a Dante, que preparaba el desayuno.

- Se fue al amanecer. No quiso despertarte. ¿Y que tal la noche? ¿Cómodo el sofá?

Reí.

- Si no tuviese este dolor de espalda.. Le dije enderezándome. Te diría que estuvo perfecto.

Salí apuradisimo.

En la ducha, jamás me demoré tan poco. Tomé un vaso de leche, y salí sin despedirme.

Damián me esperaba inquieto. Tenía unas ojeras de temer.

- ¿Tienes un cigarrillo? Susurró.

- ¿Fumas? Espeté sorprendido.

- Que más da empezar ahora..¿Me lo negarás?

Por suerte traía una cajetilla.

Se los fumo todos.

- ¿En serio nunca fumaste?

- Te lo juro. Río nervioso.¿Nos vamos ya?

El aeropuerto VerdeAzul quedaba a dos horas de Baradeiro.

En todo el viaje, Damián no mencionó ninguna palabra.

Hasta que llegó la hora de embarcar.

Y llegó también el momento de despedirnos.

- Gracias amigo, por todo. Me dijo en un abrazo, que sentí el más sincero de mi vida.

- No es nada. Madagascar te encantará. Tómalo como un viaje. Ya verás como todo se calmara, y podrás regresar....

- Eso espero.

Lo ví alejarse con desgano.

Hasta que su silueta se perdió entre la multitud.

Ya me desponía a partir, cuando alguien me tomó por el hombro.

- ¿De verdad creíste que me podías engañar?

No necesitaba voltearme. Esa voz la reconocería en donde fuera.

- ¿En serio eres tan estúpido? Que decepción, hijo. Decía riendo, burlesco.

Damián.Tenía que avisarle, que mi padre y sus hombres estaban allí.

- ¡ Ya dejalo ir! ¿Qué más da unos pesos menos? Es un buen tipo, papá....

Ya hasta me daba asco decirle asi. Hace años que no lo siento como uno.

-¿Sabes? Se nota que no sabes nada de negocios... ¡Qué mal heredero fuiste a salir! ¡ Contigo se hundirán mis negocios!

- ¡ Gracias al cielo, no sali con tus dotes de negociante! ¡Prefiero estar muerto, antes que involucrarme en la mierda en que vives!

Y me eché a correr tras Damián. Tenia que asegurarme de que ya hubiera partido.

Entre la gente me escabullí, oyendo tras de mí los gritos de mi padre, y los pasos de esos matones que me perseguían.

Pero no veía a Damián.-¿Lo habrán atrapado ya?- Pensé.

Después de muchas vueltas, perdí a los hombres de mi padre.

Salí del aeropuerto, agobiado, sin fuerzas. Con el corazón en la mano. De los nervios, de la angustia, del miedo, quizás.

Ojalá mi padre no volviera nunca, y se fuera lejos.Ojalá mi madre no se hubiera fijado en él. Ojalá Donna huyera con su bebé, que tendria por papá un monstruo....

Esa fue la primera vez, que en mi mente, le deseé la muerte.

Hasta que, sin darme cuenta, algo, me sacó de mi estado pensativo.

Un certero golpe en la cabeza.

Y después de eso, no recuerdo nada. Excepto, que estaba deseándole la muerte.

Desperté amarrado a una silla, sin saber cuantas horas después, ni como habia llegado allí.

Tenia vendado los ojos.

Aún sentía la estocada en mi cabeza, y como la sangre me bajaba por el rostro.

Me sentía débil, confundido.

En un hilo de voz, llamé a Damián, pero nadie contestó. Y lo seguí llamando. Una y mil veces. Y nada.

Entonces pensé en Amanda. La amaba tanto. Como la necesitaba a mi lado. Recordé su rostro, sus besos.

Eso era lo único que me mantenía despierto.

De pronto, oí voces.

- ¿Qué piensa hacer con él, jefe? Al fin y al cabo, es su hijo....

Era la voz de Hugo, la mano derecha de mi padre. Era su empleado, desde antes que yo naciera. Respetaba mucho a mi madre. Siempre me cuidó de niño, cuando mi padre cayó en las drogas, y el alcohol, después de que mi madre murió.

Creo que ella, es la única persona, que el amo en la vida. Porque sacaba lo mejor de él.

- ¡ No me vengas con tus sermones moralistas, hombre!! ¡ QUE NO LOS NECESITO! No te pagó por tomar decisiones. Te pagó para que las ejecutes.

- Si, señor... Susurró Hugo. Pero entiendame usted a mi, ese chico es como mi hijo. ¡ Cuántas veces el me entregó regalos del día del padre! ¡ Cuántas veces fui a verlo a presentaciones del colegio! ¿Sabía usted que toca maravilloso el saxofón? La señora Marie, me lo encomendó. Y fue una promesa. Por favor, no me pida que me deshaga de él..

Mi padre guardó silencio. Al rato, murmuró:

- Sal de aqui, hugo. No quiero que te metas en esto. Sigues siendo el mismo cobarde, y recalcó: De siempre.

Y sentí que con pasos suaves, se alejaba.

-Por fin, solos. Decía mi padre.

Y me quedé profundamente dormido.

Cuando desperté, ya no tenía los ojos vendados. Me hallaba sumido en una profunda oscuridad.

Tardé un poco en volver en sí. Estaba aturdido.

Debo haber estado horas allí, porque a lo lejos divisé una ventana, y estaba anocheciendo.

Seguí gritando, en susurros, en murmullos, y nada.

Hasta que en frente de mi, se encendió una luz. Cegadora, demasiado fuerte, demasiado clara, para quien no habia visto luz en horas.

Pensé que quedaria ciego. No lograba distinguir nada tras ella.

Miré mis piernas, ya no estaba atado,pero casi ni las sentía. Miré mis manos, aún seguian firmemente atadas a un pañuelo blanco.

Me levanté, con el antebrazo sobre mis ojos, a contraluz.

Hasta que choqué con algo. Una silla.

Ya estaba algo lejos de la luz.

- ¿Damián?

- Gaspar.... susurró.

Estaba allí, amarrado de brazos y piernas, con un ojo en tinta, escupiendo sangre, y con la nariz, y la cabeza bañados de sangre.

Ya no me dieron las piernas, y caí de rodillas frente a él.

- Perdoname.. Le dije entre lágrimas... Yo no quería...

- No te preocupes... Querías ayudarme... Dijo con la voz entrecortada. Solo hicimos un mal juego.

Un mal juego, que terminó por hundirnos a los dos.

Un juego, en el que ya, la partida estaba ganada.

En el que creíamos ser los justicieros, y deseábamos estar un paso antes que ellos. Como en una carrera.

Sin saber que los malos,  ya estaban en la meta.

Ruleta RusaWhere stories live. Discover now