Peter: Supongo que tu cama es grande, muñeca -Susurro a su oído morbosamente, acariciando con uno de sus dedos su escote, haciéndola volver a la realidad.
Lauren: Yo... em -"¡Deja de tartamudear, idiota! ¡A Peter no le gusta!"-. No creo que a mi madre le guste que compartamos habitación -Susurro cerrando sus ojos fuertemente, queriendo creer lo que acababa de decir. Lo cierto era que sabía que su madre aprobaría cualquier cosa que el hombre deseara.
Peter: ¿Cree que puedo dormir con su hija, señora Jauregui? -Pregunto a Clara, quien sentada en el asiento del copiloto revisaba sus más recientes mensajes en el nuevo celular que Peter le había regalado días atras.
Clara: Pueden hacer lo que sea, Peter. No me molesta. Ya están algo grandes como para decidir por ustedes mismos...

Pero lo cierto era que Lauren Jauregui no había decidido aquello.
Ella aun no podía decidir.
.............
Cuándo descendió del auto solo quería correr a su habitación y quedarse allí encerrada tanto tiempo como pudiese.
No era feliz viviendo así. No era feliz siendo controlada por su madre y por ese hombre.
Quería volver a ser esa chica con terribles riñones, un corazón defectuoso y que se llamaba enferma a sí misma. Habría preferido mil veces estar enferma antes que controlada.
Pero aquello era su culpa.
Era ella quien se había marchado a Nueva York luego de ver aquella terrible escena del beso.
Era ella quien había aceptado todo aquello en el momento en el que tomo sus cosas y se marcho.
Cuándo salió de sus pensamientos, fue cuándo noto, sorprendida, que alguien más la miraba a unos metros de distancia, bajo la luz de las farolas.
Era Camila, con sus marrones ojos puestos en ella. Se veía hermosa, como siempre. Era su Camila. Era la chica que había hecho felices cada uno de sus días meses atrás. Era la chica de la que se había enamorado.
Al verla de nuevo, fue como si su corazón comenzara a fallar. Como si volviese a tener un corazón hecho mierda en el pecho.
Le faltaba el aire. Le dolía el pecho. Sus latidos se aceleraban. Todo comenzaba a nublarse.
Pero seguía de pie.
Camila Cabello no le permitía desvanecerse.
Fue entonces cuándo ella sonrío.
Sonrío, y la noche realmente pareció dejar de ser noche a pesar de que Lauren sabía que esto era imposible. Camila sonrío, y volvió a sentirse la chica que ocho meses atrás había estado abrazando la cintura de esa chica en una cama en medio de una parcialmente desordenada habitación.
Cuándo Camila Cabello sonrío esa noche, Lauren Jauregui volvió a ser Lauren Jauregui.
Y también sonrío.
Sonrío porque ella estaba allí.
Sonrío porque se estaban mirando, y el momento era casi irreal. Sonrío porque, a pesar de que Camila había besado a Austin ese día hacía ya ocho meses y Lauren se había creído olvidada, esa hermosa sonrisa aun era dedicada a ella.
Por desgracia, nada es completamente perfecto.
Peter solamente necesito unos segundos para destrozar el momento.
Toma su cintura posesivamente y besó sus labios con brusquedad, haciéndola querer vomitar en cuánto su lengua invadió su boca con salvajismo.
Quería que aquel beso terminara. Siempre lo deseaba, pero en ese momento lo quería más que nunca, porque Camila estaba allí, mirándolos, y Lauren Jauregui no quería parecer tan traicionera como Camila Cabello.
Porque Camila lo era. Ella había besado a Austin. Había herido sus sentimientos. Camila había destrozado todo lo hermoso que habían tenido.
Cuándo el hombre finalmente se separo de ella, Lauren no pudo mirarla de nuevo. Realmente se sentía mal consigo misma. La chica pensaba que tal vez, si de traiciones hablamos, Camila y ella no eran tan diferentes.
Porque, a pesar de que ella había comenzado a salir con Peter luego de que la relación entre Camila y ella terminara, había algo en su pecho que le decía que lo que estaba haciendo estaba completamente mal.
Se dejo guiar al interior de la casa por su novio, su cintura fuertemente sujeta, su mirada manteniéndose en el suelo.
Se sentía mal por quien era, en quien se había convertido. En quien la habían convertido.
Para su suerte ese día Peter se durmió temprano...
En la primera oportunidad que encontró, la chica se desprendió de sus posesivos brazos, entro al baño, se sento sobre la tapa del retrete y lloro.
Lloro porque no quería esa vida de mierda.
No quería haber visto a Camila besar a Austin.
No quería besar a Peter nunca más.
No quería dinero.
No quería un hombre guapo y sucio susurrando cosas a su oído.
No quería los vestidos ajustados y cortos.
No quería shorts provocadores.
No quería esa lencería roja que estaba usando en ese momento.
Ella solo quería ser feliz, como lo había sido meses antes.
..............
La mañana siguiente Lauren despertó con el sonido de su despertador. Miro a su alrededor, sabiendo que la cama estaba vacía a causa de la manía de Peter de levantarse primero que ella para encargarse de su "amigo". Lauren sabía que le tomaría bastante tiempo adaptarse a despertar en esa habitación que había sido suya ocho meses antes. Digamos que su mente se había adaptado a su habitación en Nueva York, y aunque había vivido en esa casa durante toda su vida, para su rutina el lugar se había vuelto desconocido. Extraño.
Se cambio el pijama por un short deportivo bastante corto que, según Peter, era su favorito, y una camiseta de tiras color blanca que se pegaba a su cuerpo, resaltando sus curvas, además de unas zapatillas deportivas blancas completamente nuevas que lastimaban sus tobillos y que tardaba años en atar. No era como si Camila no le hubiese enseñado bien a atar sus cordones cuándo estaban juntas, pero la práctica se pierde, y la poca disposición de Peter o su madre por enseñarle cualquier cosa no era de gran ayuda.
Bajo y comió solo un poco (La cantidad que Peter le permitió ese día) antes de aplicarse la insulina y tomar su gran cantidad de medicamentos prescritos. Las medicinas e inyecciones era algo que jamás cambiaría en su vida a pesar de todos los trasplantes que pudiera realizarse.
Peter se marcho luego de desayunar, no sin antes besar salvajemente los labios de la chica y sujetar su trasero como si fuese de goma, su madre no diciendo nada ante el acto a pesar de que lo había hecho casi frente a sus narices.
Lauren suspiro. Sabía a donde iría Peter.
Peter iría a buscar mujeres para el. Mujeres con las cuales se acostaría dentro de su auto y luego desecharía como a paquetes de doritos luego de que se han comido todo el contenido.
Y a su madre no le importaría esto, porque el hombre seguiría regalándole ropa de primera marca. Y su hija sería heterosexual como todas las demás. Y todo parecería estar bien.

La Chica de la VentanaWhere stories live. Discover now