Deseo e Inocencia

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-Así que realmente vive usted en un país de cuento de hadas. ¿Amor? Suena como una niña inocente, y los dos sabemos que no es usted nada de eso.

Como queriendo ilustrar lo que decía, deslizó su mirada sobre sus pechos, que se adivinaban a través del tejido rasgado del vestido. Hinata se sonrojó bajo el calor de su mirada masculina y de pronto sintió que casi no podía respira.
Tratando de no caerse y soportando el dolor del tobillo, se dirigió hacia la puerta sin importarle adónde ir, pero decidida a alejarse de él.

-No me importa lo que diga, no voy a quedarme aquí. Me voy a casa.

-o-

Los dedos fuertes de Naruto la agarraron de la cintura impidiéndole escapar.

-No quieres que te deje marchar, Hinata. Sé exactamente lo que quieres, y no es eso.

Levantó la mano y deslizó los dedos a través del roto del vestido. Con una lentitud agonizante recorrió su pezón con un dedo y ella emitió un leve grito. Asustada y sorprendida ante su propia respuesta, Hinata escuchó su risa profunda, masculina y triunfante.

-No quieres que te deje marchar, ¿verdad, Hinata? -repitió colocándola con la espalda sobre la puerta-. Y no trates de negar lo que sientes. La química fue evidente entre nosotros desde el prime momento.

-¡No! -exclamó ella, pero aquella negación era inútil, porque su cuerpo estaba presionado bajo el de él y le costaba trabajo pensar con claridad. Una vez más su cuerpo se consumía por una necesidad ardiente tan poderosa que la dejó sin aliento. Lo deseaba. Lo deseaba de tal forma que casi no podía respirar, e incluso aunque se odiaba a sí misma por sentirse así, no podía evitarlo. Levantó la mano para apartarlo de ella, pero sus dedos sintieron la musculatura de su pecho y lo que había comenzado como un acto de auto protección, acabó siendo una exploración sensual.

Sus dedos traidores se deslizaron por los hombros de Naruto y luego por sus brazos, sintiendo los músculos y la fuerza de su cuerpo. Lo miró embobada, tratando de recordarse a sí misma que Uzumaki Namikaze Naruto era despiadado. Y de mal corazón y que no le había mostrado la más mínima amabilidad desde que había llegado al país. Pero su cerebro se negaba a funcionar. Su cuerpo estaba dominado por la excitación y sentía el intenso dolor del deseo crecer mientras aspiraba su esencia masculina y sentía la presión de sus muslos contra ella.

-¿Sigues fingiendo que quieres que te deje ir, Hinata? -preguntó él con una voz profunda que hizo que le diera un vuelco el estómago.

-¿Qué estás haciendo?

-Exactamente lo que pretendías que hiciera desde el momento en que apareciste en lugar de tu hermano -dijo él acercando la boca a la suya-. Estoy tomando aquello que se me ha ofrecido libremente en el momento en el que puedo aprovecharme del premio. Te ofreciste a mí en el zoco, pero tienes que saber que aquí preferimos tales encuentros en lugares privados.

¿Pensaba que el beso en el zoco había sido culpa de ella? Y sin embargo había sido su mano la que le había cubierto la boca, su mano la que había pedido ser saboreada y tocada.

-Definitivamente has malinterpretado las señales -murmuró ella-. Se supone que el príncipe ha de besar a la princesa y luego liberarla, no aprisionarla.

Naruto colocó la boca sobre la suya con una fuerza decisiva, apretando el cuerpo contra ella manteniéndola cautiva. Hinata emitió un grito apagado ante tal sorpresa, que se convirtió en un gimoteo de deseo mientras él deslizaba las manos por su pelo. Hinata sentía el baile erótico de su lengua en su boca. Se encontraba perdida. Transportada por el calor de su boca y las caricias de su lengua, ella entró en otro mundo. Un mundo que no reconocía. Un mundo donde la excitación mandaba y donde no había reglas, sólo instinto. Sentía el calor de su cuerpo contra su corazón y su propio cuerpo se estremecía. Naruto era todo músculo y masculinidad y con los dedos ella exploraba la amplitud de sus hombros mientras se arqueaba contra él, olvidando temporalmente el dolor. El deseo ardía en su estómago, intensificándose a cada segundo hasta encontrarse a sí misma en una agonía de excitación sexual, consumida por una fiebre que nunca antes había experimentado.

Atrapada En Su CamaWhere stories live. Discover now