Capítulo dos: Asesino en serie.

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¡Por supuesto que no iba a irme con él! ¿Cómo no iba a darme miedo? me miraba igual a un psicópata. Y aunque él fuera el más obvio, la experiencia me ha enseñado que los de preparatoria no son de fiar.

Con Pablo, mi ex novio, quien ya se graduó, llendo en su auto junto a sus amigos hacia el baile del año pasado, bajó a comprar algunas cervezas y sus "amigos" trataron de tocarme. Menos mal Pablo se dio cuenta y les dio su buena paliza. No sé qué hubiera pasado sino estuviera él ahí, claro, mis gritos lo pusieron al tanto ya que aquellos pervertidos ni siquiera esperaron a que entrara a la tienda. De alguna forma, agradecí en mis adentros que fueran unos completos estúpidos.

Mi teléfono empezó a sonar y fruncí el ceño divertida al fijarme en quién llamaba.

Hablando del rey de Roma...

-Pablo.

-Natt.

Nos quedamos en silencio unos tres segundos y empezamos a reír. Aunque lo nuestro no hubiera funcionado, prometimos no perder lo que siempre tuvimos. Lo quería muchísimo.

-Qué tal, Natt ¿Qué haces?

-Voy para mi casa. ¿Qué haces tú?

-Estoy comprando comida, hoy haré una fiesta en mi casa. Deberías venir.

-Debería.

-Natalia...

-Perdona, no puedo, tengo que estudiar. -Él bufó.

-Siempre tienes que estudiar.

-Por supuesto.

-Deberías de darte un tiempo para salir, tiempo para ti.

-Debiste hacerla el sábado. Tú sabes que entre semana no me dejan a menos que sea viernes.

-Siempre dices eso y luego el fin de semana sales con alguna excusa.

-En serio no puedo. -suspiró.

-Bien, será para la próxima, ¿no?

-Ajá.

-Ya, te dejo. Adiós, Natt. Recuerda que te amo. -No respondí y luego de dos segundos, colgó. No pude evitar sentirme incómoda y nostálgica.

El autobús se metió al típico y eterno tráfico de la ciudad, luego de varias horas, llegué a casa.

-¿Por qué tardaste tanto? -Preguntó papá cuando me abrió la puerta.

-Tráfico. -Contesté cortante, pero el problema era que estaba molida y papá lo sabía, él entendía el porqué de mi actitud. Se notaba en mi cara y no era necesario preguntar, aunque esta vez sí lo hizo, y no es que él no confiará en mí, jamás le he fallado en esas cosas, nunca me he escapado o he pedido permiso para una cosa y hacer otra. Nunca hago algo sin la autorización de papá, tal vez no sea la hija perfecta, sólo no soy capaz de hacer ese tipo de cosas, y papá conociendo a mis amigos, sabe la clase de persona que soy, y no soy en nada vulnerable. Me dejó pasar y con gusto lo hice. Saludé a mi hermano y me dirigí hacia mi habitación. Miles de pensamientos se cruzaron por mi cabeza pero el que más resaltaba, era el psicópata. Cristóbal.

No quería pensar en él, pero era inevitable. Tenía miles de preguntas en mi cabeza que automáticamente se volvían puras hipótesis sobre el misterioso y presunto vampiro Cristóbal. Dios, ¡era blanquísimo!, y delgado. Bastante delgado, al parecer. ¿Cómo el sol no lo quemaba?

¡Tendría un anillo solar!

Me abofeteé mentalmente con lo último. Todo era culpa de Luciana por obligarme a ver con ella esa estúpida serie moja cucos de pubertas Diarios de Vampiros.

The twilight of our love (Re Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora