Capítulo 16: Rodolphus

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Bueno, la inspiración me ha vuelto. No voy a desaprovecharla. Sabía lo que quería escribir pero no como. Mi solución ha sido sencilla, leer.  Desgraciadamente no ha sido Harry Potter. Pero no os voy a aburrir con mis historias. Un capitulo algo emocionante, en mi opinión. ¡Disfrutadlo!

Bellatrix se acababa de marchar y aún faltaban unos minutos para que Rodolphus lo encontrará. Volvió a pasear por la habitación, esta vez con más tranquilidad. Meses atrás, la misma estancia olía a sangre, ahora, su olor era diferente. 

Sobre la cama, colgaba una vela perfumada que desprendía un suave olor a rosas. Las ventanas normalmente abiertas se encontraban cerradas, impidiendo así que entrara el ruido que hacían los prisioneros de unas plantas más abajo.  En la mesa redonda, había una botellita con una poción en su interior. No tenia ninguna etiqueta así que la abrió.  Sin duda, eso era más normal en ella, olía igual que el pelo de Snape antes de ser lavado. 

Pronto se fijo en lo que más le había llamado la atención, los libros de la mesita. Empezó a leer el primero y la primera frase que leyó le aclaro muchas cosas:

Algunas mujeres, durante el embarazo, sufren varios cambios, entre ellos una alteración en el gusto y el olfato. 

Alguien llamo a la puerta, Rodolphus, había llegado. Dejó el libro donde estaba y lo hizo pasar. 

-Mi señor, ¿Que desea- No hacia falta que se lo dijera, el hombre estaba asustado y extrañado.- ¿Ha pasado algo con Bellatrix?-

Voldemort sonrió, ese idiota estaba preocupado por la salud de su mujer. ¿Sabría hasta que punto estaba delicada de salud? No tardaría en averiguarlo. 

-No ha pasado nada con Bellatrix, o eso creo. Últimamente la veo muy rara, ¿tu no?-

-Esto... Mi señor, ella esta un poco más cansada nada más, sigue siendo de las más leales a usted.-

No esperaba esa respuesta, así que escogió el plan B. Rodolphus siempre ponía trabas para que los demás no puedan ver lo que pensaba, pero el Señor Tenebroso, siempre lograba hacerlo y lo que averiguo fue muy dulce.

-Puedes acercarme el libro que hay sobre la mesita, el primero- Temeroso Rodolphus se acerco por él y sin duda en su cara se vio la sorpresa- Que extraño, ¿no? ¿No deberían estar estos libros con Narcisa?

-Quizás los necesite para algo... - En su mente Voldemort pudo ver la sombra de la duda, y de la felicidad. Esta ultima acabaría muy temprano- Me temo mi señor que no puedo ayudarte, no se nada sobre esto.

-Querido amigo, eres uno de mis más leales mortifagos, más incluso que tu mujer Bellatrix. - Era hora de empezar a adornar la historia-  ¿Acaso no te ha dicho que se reúne todos los días conmigo?  Me pregunto porque te habrá mentido- Por primera vez desde que había llegado, Rodolphus miro a los ojos de su señor, con miedo.- Sabes, voy a ser benevolente contigo y te haré un regalo-<<Que más tarde tendrás que pagarme>>- Tu mujer esta embarazada, y me temo que de unos cuantos meses. 

-¿Em ba ra za da?-

-Si, ¿sabes lo que es no?

-Si, mi señor- Aún no había salido de su asombro- Es que me extraña que no me haya dicho nada, deberá estar de pocas semanas. -

<<¿Pocas semanas? Si sus cuentas no le fallaban estaba de bastante más que de unas pocas semanas.>>

-No Rodolphus, ella misma me ha dicho que esta bastante avanzado.- No respondió así que siguió con la historia.- Tiene miedo, de tu reacción. No me ha dicho nada, pero no me ha hecho falta para saberlo... -Su voz era suave, tranquila y con un cierto tono de compasión muy fingida.- ¿Sabes porque puede ser?

Si había un poco de felicidad en la noticia, Lord Voldemort, la había borrado. En su lugar había dejado a un hombre desecho y con mucha rabia. Necesitaba irse, necesitaba romper todo lo que había a su alrededor. Pero si lo hacia...

-Entiendo... ¿Le ha dicho quien puede ser?- Dudaba mucho de que se lo dijera, era la clase de cosas que le gustaban hacer, enfadar, hacer daño...-¿Algo?

-No

-Se... se lo... agradezco. 

-No hace falta, tan solo haz lo que tengas que hacer, pero ya sabes las normas.-

No hacía falta que se las repitiera, si por casualidad alguien se enteraba de quien se lo había dicho, era hombre muerto. Una regla sencilla, para una acción sencilla, callarse. 

-Si me disculpa-

Rodolphus hizo una leve reverencia y se marchó, tenia una idea clara de lo que debía hacer a continuación. 

Bellamort:La historia de mi nacimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora