i'm not gay!- camren♡

veintiuno

Junté mis manos y suspiré, estaba enojada.

-Así que... fue Derek- dije mirando a Edward directamente a los ojos.

-Sí- arrugó la nariz, lo pone nervioso verme enojada.

-¡Le voy a arrancar las bolas a ese hijo de puta!

-¡No, Mila!- tomó mi brazo.

-¡¿Por qué carajo no?! ¡Se lo merece!

-Pues claro, pero nada de agresiones- me soltó- me amenazó, y probablemente si decimos algo, a Lauren también le vaya mal y no queremos eso, ¿o sí?

-¿Desde cuándo te importa Lauren?- fruncí el ceño.

-Oye, eso sonó feo- hizo una pausa- y no es que me importe, no quiero que sufra más, ¿de acuerdo? No quiero eso.

-O sea que te importa.

-Deja de mirarme con esa cara, me da miedo- puso su mano en mi rostro y me hizo hacia atrás.

-Tu mano huele muy mal, ¿qué tocaste?- hice una mueca.

-Oh, nada más fui al baño y no me lavé las manos porque tenía frío.

-¡Asco, asco!- salí corriendo de donde estábamos, ya no quería estar con Edward.

***

Se supone que me encontraría con Dinah en la biblioteca, pero ella no estaba ahí.

En cambio, Lauren sí estaba. Ella estaba pasando sus dedos de manera delicada por cada libro de aquel estante.

-Hey- saludé en un tono bajo.

-Hey, Mila- ella me sonreía. Me gusta mucho verla sonreír.

-Te extrañé demasiado- la abracé fuertemente. Tenía alrededor de un mes de no hablar con ella, todo porque yo la evitaba.

-También te extrañé- correspondió mi abrazo y acomodó su cabeza en el hueco de mi cuello. Suspiró.

-Lamento haberte ignorado, Lau.

-Estuvo mal que lo hicieras- susurró contra mi cuello.

Yo estaba poniéndome nerviosa.

-S-sí que lo estuvo. Te juro que no me voy a separar de ti, no otra vez.

-¿Me lo prometes?- elevó su vista.

-Te lo prometo- extendí el meñique hacia ella y lo enredó con el suyo.

-Camila, quiero hablar contigo sobre algo.

-¿Aquí o prefieres hacerlo afuera?- pregunté.

-Prefiero hacerlo afuera- dijo cabizbaja.

Fruncí el ceño y asentí.

Lauren miró a los lados y tomó mi mano para luego salir.

Estando detrás de la escuela, me abrazó otra vez, pero con más fuerza.

-Me di cuenta de que siempre estuviste ahí para mí, de que soy una estúpida- su voz se fue quebrando poco a poco y se separó para luego mirarme a los ojos- me gustas, Camila. No puedo seguir guardándolo.

Yo me quedé inmóvil, sin saber qué hacer o qué decir.