6. Ella quería ser reconocida. Él era una celebridad en secreto.

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(Diez meses antes)  

Ella

Layla inhaló una gran cantidad de aire fresco. El cielo pintado de colores violáceos la cubría. Sus piernas pedaleaban a un ritmo constante. Su bicicleta deslizándose con ligereza por el sendero del parque Hemingdoll. Lo que le gustaba de montar cicla en las mañanas era la poca compañía que tenía. El camino vacío frente a ella.

Una pieza de Michael Giacchino sonó en su iPod Shuffle. Una guitarra comenzó la melodía. Se le unió el xilófono en una carrerilla. Entró el acordeón. Se repitió el ritmo, esta vez todos acompasados, acelerando en un crescendo. Y se repitió de nuevo. Aún más rápido. Y entonces, su parte favorita: entra el saxofón. Una explosión de colores. Layla cerró los ojos, deleitada.

—¡Digby! ¡No! —gritó una voz aterrada.

Ella abrió los ojos y vio a un Schnauzer detener su correteo justo a su lado. Ella viró hacia la dirección contraria para alejarse de él y por poco pierde el equilibrio. Tenía el corazón desbocado. Giró la cabeza lo suficiente para ver que el perro estaba bien y había emprendido el camino de vuelta.

Layla fijó la vista al frente.

—¡Fíjate por dónde vas chiflada!

—¡Lo siento! —gritó ella sin voltearse a mirar.

A Layla le costó recuperarse del susto.

«Las bandas sonoras me permiten seguir escuchando lo que pasa a mi alrededor —pensó—. Punto para las bandas sonoras.»

El 90% de las canciones que tenía en su iPod no tenían voces y el otro 10% tenían letras que evocaban sensaciones agradables. Por tal motivo, Layla había aprendido toda suerte de coreografías, pero se sabía muy pocas canciones.

Después de dar sus habituales vueltas al parque, Layla llegó al apartamento de su hermano relajada. Elijah estaba en la cocina, desayunando. Empujó un plato de cereal hacia ella.

—Pensaba que hoy era tu día libre. Madrugaste igual que todos los días.

—Lo es. Solo que me gusta tener el parque para mí.

Layla se llevó una cucharada de cereal a la boca.

—Aunque hoy había un hombre paseando a su perro. Casi lo atropello.

—¿Al hombre o al perro?

—Al perro.

—¿Un perro? No me extraña de alguien que atenta contra la vida de su propio hermano.

Layla rodó los ojos y suprimió una risa.

—No es para bromas. Si lo hubiera atropellado no me lo hubiera perdonado. Incluso es preferible atropellar al dueño antes que al perrito. Además, ¿quién pasea a su perro a esas horas de todas formas? Nunca lo había visto.

—Alguien que quería el parque solo para él. Ahora tendrás que compartirlo.

—Já. 

Cuando Elijah se fue, Layla encendió el equipo de sonido. Empezó a sonar la canción "Big legs, tight skirt" de John Lee Hooker. Su hermano era aficionado al rock y al blues. Ella se fue bailando hacía la cocina para traer todos los implementos de aseo. Abrió las cortinas. Comenzó a barrer al ritmo de la música.

Le tomó dos horas hacer aseo en todo el apartamento. Fue por su portátil y sus audífonos. Se recostó en el sofá, con las piernas apoyadas en la pared. Puso el computador sobre su estómago. Buscó entre sus archivos y al encontrar el que buscaba, lo reprodujo. Se puso los audífonos. Cerró los ojos. Una voz comenzó a narrar:

Sincronía [Disponible en papel y ebook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora