MÁSCARAS DE MIMO

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Momi estuvo varios días cociéndome un traje negro con un chalequito a rayas. Parece un fideíto, se ríe Perséfone mientras Momi me prueba el traje. Hay otros que parecen un globo floreado, le digo a Perséfone y Momi me da un coscarrón en la cabeza. Al menos la tía Perséfone ha dejado de reírse. Lo demás se lo digo con la mente y ella me mira seria. Creo que me está escuchando.

Esa misma tarde, el señor Pascasio, quien es buena persona, vino a tomar el té junto con Chitón y con una gorra para mi trajecito de mimo. La tía Adela ha cocinado brownies. Perséfone está en la cocina desde temprano. Esta vez Adelaida no podrá estar a solas con su ahora prometido. Todas merendamos en la mesa del comedor. Cleta ha cortado flores y ha adornado la mesa. El pobre señor Pascasio estornuda varias veces. Salud, decimos a coro. La Ying se ha peleado con Chitón. Como resultado vuela por la sala una nube de pelos. El Chitón ha querido cortejar a la Yang. La Ying se ha puesto furiosa.

Mientras merendamos, Adelaida le cuenta a Pascasio las últimas novedades, que no son muchas, y él forcejea con sus ojos para que no se le cierren. Los párpados se abren de un tirón y se bajan en cámara lenta, luego sigue la cabeza nos hace un harigató. Al rato, dice que no pegó un ojo, el reuma lo tiene mal. Dijo la palabra mágica. La próxima hora cada una de mis tías dará un breve parte médico sobre su persona: las manos deformes de la tía Rosina, la gota de la tía Adela, el lumbago de la tía Cleta. La única que no habla es Perséfone, o mejor dicho, habla con su brownie: que dulce que estás, que crocante, te agarré justo a vos que no tenés ni una nuez. Corto el tema médico y digo que jamás fui a un baile de disfraces. Adelaida le cuenta a Pascasio sobre su hermoso traje de princesita y me mira de reojo. Momi cuenta que ya está listo el traje de mimo, y lo trae para mostrarlo. El traje pasa de mano en mano hasta que queda colgando del respaldo de la silla. No tengo el maquillaje de mimo pero Perséfone tiene un maquillaje blanco en su polvera con cisnes que me podría prestar, digo sin respirar y harta de tanto rodeo. Nadie dice nada por unos segundos que se estiraron como medias usadas. Usá harina, dijo Perséfone. No seas egoísta, le dice Adela. Está bien, dice Perséfone, y sigue mordiendo el brownie de a pedacitos minúsculos mientras cierra los ojos. ¿Eso es todo? ¿Dónde está el engaño? La tía Perséfone ha leído mi mente.

Suceso del disfraz de mimo: la harina con brillantina es un buen adulterante del polvo de hadas. 


El vuelo de la PerséfoneWhere stories live. Discover now