Capítulo 38: Aberforth Dumbledore, casamentero

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Aparecemos en Hogsmeade después de varias semanas pues ir a pie no es cosa sencilla, además de hacer paradas para descansar, comer o solamente para hacer conjeturas de lo que debemos hacer al llegar a Hogwarts. Hemos perdido mucho tiempo y eso se refleja en el ambiente de Hogsmeade. Corremos por un callejón directo a la tienda de golosinas del lugar ni bien llegamos. Harry coge mi mano y antes de acercarnos al local, vemos como un par de mortífagos registran todo. Retrocedemos, escondiéndonos detrás de una tienda en ruinas.

— ¿Cómo es que saben que estamos aquí?

—Saben de los accesos desde este punto hacia el castillo—responde Harry en un susurro— Tenemos que retroceder. No podemos pasar por aquí

Damos media vuelta, escondiéndonos entre las sombras y corriendo en dirección contraria a la tienda.

—Deben de llevar semanas buscándonos. Las mismas semanas que llevamos con la copa

—Hemos perdido casi un mes sin hacer nada—replica Hermione en voz baja—Lo único que descubrimos en ese tiempo es que un horrocrux está en Hogwarts

Seguimos corriendo hasta que una banda de mortífagos se acercan sin notarnos todavía. Harry nos hace una seña para cambiar nuevamente de dirección; giramos a la derecha siguiendo un camino hacia las tres escobas.

—Por aquí jamás llegaremos. Esto no va a funcionar

Giramos de nuevo, pero los mortífagos están por todos lados. Nos escondemos contra una puerta y caemos de espaldas cuando esta se abre.

—Aquí, niños ¡Aquí!

Un hombre nos levanta rápidamente y nos hace pasar a su casa. No sé quién es pero me parece familiar. Cierra la puerta y la asegura con un par de maderas que se clavan solas con un movimiento de su varita.

— ¡¿Están locos?! ¡Mira que venir a Hogsmeade cuando una horda de mortífagos los están buscando! Una locura total

—Usted nos ha salvado la vida—dice Harry jadeante. Él sólo gruñe

Camino por la casa, mirando un par de retratos e inscripciones que cuelgan de las paredes. Hermione se suma a mi recorrido hasta que nuestra atención se fija en un espejo del que le falta un trozo; Harry se refleja en él, mirando hacia el otro lado.

— ¿Harry? Podemos verte aquí—digo, señalándole el espejo. Él se acerca, lleva el fragmento del espejo de Sirius en la mano y ve como Hermione y yo nos reflejamos en él

—Usted—dice Harry al extraño—Fue quien mandó a Dobby. Usted... Dumbledore... Es su hermano, ¿Verdad? Aberforth

—Lo soy, chico. Por cierto, ¿dónde está el elfo?

—Se quedó en casa de Bill Weasley—digo. Él me observa con detenimiento

—Creí que te quedarías en casa después de haber dado a luz

— ¿Cómo sabe eso?

—Oh por favor, el chico Potter acaba de decir que fui yo quien lo ayudaba a través del espejo; vi cuando estabas por parir en esa fea mazmorra—dice gruñendo—Además, no dejaron de repetirlo en pottervigilancia

—Potter... ¿Qué?

Pottervigilancia—dice—Es una estación de radio que informa cosas sobre ustedes. Sólo puedes ingresar a la estación con una contraseña que cambia con cada emisión

— ¿Cómo consiguió el espejo?—pregunta Harry

—Mundungus me lo vendió hace cosa de un año.

»Always, Potter [Fred Weasley]«Where stories live. Discover now