Capítulo 13: Te quieros al viento

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Bajé las escaleras para escuchar lo que Saúl le decía a Noa.

Cris y Amil estaban junto a ella y Saúl en frente.

–De verdad que no...–le escuché decir a mi amigo–Él te quiere, mucho además. Además eres muy buena portera, muy buena amiga...

Ella negó con la cabeza con los ojos llenos de lágrimas.

–Ahora mismo estoy mal, Saúl. Todo lo que digas no va a cambiar lo que pienso.

–¿Pero qué ha pasado?–murmuró Cris–Tras el partido estabas bien. En el vestuario estabas contenta con tus paradas y...

Noa negó con la cabeza.

–Ni siquiera yo misma lo sé a ciencia cierta.

Salí de donde estaba y me aproximé a ella para estrecharla entre mis brazos.

–Te quiero–murmuré

–¿Antoine? ¿No estabas arriba?

Le sequé las lágrimas con los pulgares.

–Tengo un sexto sentido. Sabía que mi chica estaba en apuros.

Saúl me apretó el hombro y subió las escaleras. Amil y Cris no llegaron a subir, pero sí se alejaron un poco.

Noa escondió su cabeza en mi pecho.

–¿Qué pasa?–murmuré

–Siento que no valgo, Anto.

–¿Qué no vales?

–Que no sirvo para nada.

–Será posible...–besé cortamente sus labios–Vamos a ver, estás en la selección, eres titular indiscutible, tienes al mejor novio del mundo, ¿y no vales para nada?

–Lo del novio ha sonado muy egocéntrico.

–Lo siento–sonreí–. Pero te ha hecho reír. En fin, que te decía lo maravillosa que eres y lo feliz que me haces.

Ella sonrió y se secó las lágrimas.

–Lo siento–murmuró–. Siento tener estos bajones.

–¿Tienes problemas de autoestima?

–Desde que era una enana. Supongo que poco a poco se han ido yendo, pero de vez en cuando todavía vuelven.

Besé su cabeza y ella esbozó una sonrisa.

–Vamos a tener que trabajar esa autoestima.

Amil se acercó a nosotros con los brazos abiertos, seguida de Cris, y ambas envolvieron a Noa en un abrazo.

–Si es que tengo las mejores amigas del mundo.

–Estamos aquí para lo que necesites, ya lo sabes–Cris le dedicó una gran sonrisa

–Gracias, chicas.

                               (...)

Chuté el balón con fuerza y entró.

–¡Vamos!–hice un gesto de rabia y Koke saltó sobre mi espalda

–¡Ese es, ese es!–Saúl me abrazó

–Voy a hacerte un altar principito–Gabi me chocó las manos

Sonreí y me quedé un momento en la esquina del córner para celebrar el gol.

Volví a nuestro campo y choqué la mano de Lucas.

–¡Va, chicos va!–gritó Gabi dando un par de palmadas

Perfect strangers {Griezmann}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora