Capítulo 1: Bienvenida a Madrid

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Noa

Me mordí el labio inferior nerviosa mientras caminaba por el túnel de vestuarios.

Respiré hondo, lo había conseguido, estaba en el Atleti féminas.

Una de las chicas me vio y se acercó a hablar conmigo.

–Hola–sonrió, por su acento deduje que no era española

–Hola–le devolví la sonrisa

–Tú debes de ser la nueva portera, ¿me equivoco?

–No–sonreí–. Soy Noa, encantada.

–Yo soy Amil. ¿Eres de Madrid?

Negué con la cabeza.

–Soy de Galicia–sonreí–. ¿Y tú?

–Francia, aunque tengo la doble nacionalidad. ¿Se nota mucho por mi acento?

Asentí y ambas reímos.

–Ven, te presentaré al resto. Están deseando conocerte.

Me guió por las instalaciones hasta llegar al campo. Me contó que tenía un hermano mayor que jugaba en el primer equipo, pero no me dijo cuál de los franceses era.

Las chicas del equipo me recibieron con los brazos abiertos y muy pronto me sentí completamente integrada.

El entrenador no tardó en llegar, me dirigió una cálida sonrisa y nos mandó trotar un poco para entrar en calor, pues el gélido ambiente de Madrid en diciembre nos tenía a todas con sudaderas y gorros.

Amil se puso a trotar a mi lado.

–¿Cuántos años tienes?–preguntó con su peculiar acento

–Veinte. ¿Tú?

–Veintiuno. Cuidado, balón.

Atrapé el balón que venía hacia nosotras.

–¿Quién lo lanzó?–pregunté

–Viene del otro campo. Probablemente alguno de los chicos, mándalo para allí.

Le di una patada al balón y lo mandé hacia el otro campo.

–Buen golpeo–me felicitó Ángel, el entrenador, con una sonrisa

Seguí corriendo junto a Amil.

–¿Y quién es tu hermano?–pregunté

–Mhm... ¿Ves a aquel rubio de allí?

–¿El que está al lado del alto moreno?

–Ese mismo. Ese es mi hermano.

–¿El rubio o el moreno?

–El rubio, si no te habría hablado del moreno desde el principio–una sonrisa todavía más amplia se formó en su cara al mencionar al moreno

–Cierto–reí–. ¿De qué juegas?

–Delantera–sonrió–. Voy a ser tu pesadilla en los entrenamientos.

Me guiñó el ojo y ambas soltamos una carcajada.

–¡Amiguis felices! ¡Fuera tanta risa y cada una a su puesto!–Ángel nos miraba divertido

Caminé hacia la portería mientras me ajustaba el guante izquierdo.

                                (...)

–Al final eres más buena en la portería de lo que pareces–Amil saltó sobre mi espalda haciéndome reír

–No subestimes a las gallegas, francesa–reí

Perfect strangers {Griezmann}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora