Recuerdos (Hannah Monroe)

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Hannah


Luke había sido un gran amigo desde que su padre empezó a trabajar para el mío. Desde la primera vez que nos conocimos, nos llevamos bien. Solíamos jugar mucho cuando éramos pequeños, aunque a mi madre y hermano no les agradaba la relación que ambos sosteníamos, la que en aquel momento sólo se trataba de una amistad.

Conforme fueron pasando los años, Luke y yo fuimos creciendo, él se había convertido en un joven alto y muy apuesto; mientras que yo tan sólo había crecido unos centímetros, en realidad unos 5 o 6, era una especie de enana, como el antipático de mi hermano mayor, Terrance solía llamarme.

Desde hace un tiempo había notado que no sólo era simpatía lo que sentía por Luke, ni mucho menos se trataba de un cariño de amigos o de hermanos; se trataba de amor, me había enamorado de él sin darme cuenta. ¿Cómo podría haberlo evitado? — De haberlo querido o si hubiese sido posible hacerlo — Si Luke era un muchacho excepcional, era noble, estudioso, divertido y muy respetuoso. Era el partido perfecto para cualquiera, el príncipe azul con el que toda adolescente de mi edad en ese tiempo soñaba. Además, de ser el chico ideal que todo padre deseaba para su hija, claro, que todas esas cualidades que Luke tenía poco les importaba a mis padres. Para ellos, él simplemente era Luke Sanders, el hijo del hombre que administraba sus tierras en Ohio. Sin embargo, para mí, él era mucho más que tan sólo eso.

Hasta aquel momento, me conformaba con ser su mejor amiga y creí que las cosas se quedarían así, hasta que llegó el día que supe de los verdaderos sentimientos de Luke, él me amaba tanto como yo a él. Era una lástima que tendríamos que limitar nuestra relación a sólo vernos cada 4 domingos, pues sí, me habían informado que iría a un internado minutos antes que Luke me hiciera su confesión.

¡Qué mala suerte! Pero conocía el hecho que todo esto había sido planeado por mi madre para que ambos no pasáramos más tiempo juntos, ya que sus más temidas pesadillas estaban a punto de volverse realidad, al parecer Terrance se había encargado de llenarle la cabeza de intrigas.

El tiempo pasó y Luke y yo parecíamos acercarnos cada vez más, pero como toda relación, esta llegó a su fin. Las intrigas de Terrance, los regaños de mis padres terminaron por dar fin a algo que era tan lindo, pero que duró tan poco.

La historia con Michael fue totalmente diferente, si bien lo vi una sola vez cuando era pequeña, recién llegué a conocerlo en una fiesta donde su madre nos presentó a ambos. Fue allí cuando supe que había estudiado en la misma universidad a la que yo pensaba asistir y que pronto se encargaría de administrar la empresa de su familia.

Michael Dikoudis nunca fue santo de mi devoción, es más, que cuando lo conocí esa noche, pensé que era frío, distante y un poco arrogante e incluso seguí pensando de la misma forma hasta después de haberlo conocido más y tener un poco más de dos años de relación con él, nuestro compromiso no había cambiado mi manera de pensar en lo absoluto. Me sentí obligada a casarme con él, cuando Terrance se vio involucrado en los asuntos de fraude y no me quedó más opción que casarme con él y evitar que mis padres vieran a su hijo favorito caer más bajo. Lástima que no pude cumplir con mi promesa de matrimonio y terminé por abandonarlo minutos antes de que la boda se llevara a cabo y teniendo en mente que Michael no me lo perdonaría o eso fue lo que creí hasta que la versión seráfica de Zeus, es decir Michael, volvió a aparecer en mi vida, sorprendiéndome en España y queriendo recuperar lo que según él había perdido. Lo que nunca imaginé es que Dikoudis fuera capaz de perdonar la humillación que le había hecho, ni mucho menos que lograra enamorarme de tal forma, que pudiese olvidar completamente el amor que alguna vez le tuve a Luke.

Tiempo después los planes de boda se reanudaron y nos casamos, Terrance salió de la cárcel y prometió enderezar su vida, pero sus promesas quedaron en el aire; puesto que sus adicciones al juego, la bebida, las drogas y las mujeres nunca desaparecieron y sólo lo hundirían más.

"¿Me perdonas?"Tenía la mirada apagada y fue la primera vez que escuché a mi hermano pedirme perdón, pues nunca lo había hecho antes. Sabía que se había arrepentido de verdad.

Nunca imaginé que esa sería la última vez que lo vería con vida. Todo cambió y todos cambiamos desde esa vez.

Michael y yo tuvimos problemas, pero que llegamos a solucionar, hasta llegamos a tener una hija, a quien le puso como nombre Alexis y que sin predecir el futuro llegó a tener dos hermanos más.

El tiempo pasó y nuestra hija mayor se casó y el día de su boda casi comete el mismo error que yo cometí en el pasado, el de huir el mismo día de la boda, pero que afortunadamente no llegó a repetirse, aunque ese mismo día Michael y yo nos vimos obligados a revelar un secreto que ambos guardábamos celosamente; el de un escape casi perfecto, el cual nos unió a ambos toda una vida.

¿Quién lo habría imaginado?

La historia de una novia fugitiva que esta vez no terminó en tragedia.

Un Escape Casi PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora