Capítulo seis

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La música comenzó a sonar dentro de todo el lugar, ella no podía creer que se encontraba en el mismo lugar de hace seis meses. El jardín está decorado a la perfección, claro que esta vez todo era diferente; ya no había flores de primavera que embellecieran el lugar, sino arreglos y flores de otoño, era una boda de otoño que se estaba llevando a cabo en un lugar muy conocido para ella. Su antigua casa, él tendría mucho que explicarle, como por ejemplo cómo lo había logrado, ya que Michael sabía lo mucho que significaba esa casa para ella, todos sus recuerdos estaban allí.

Los invitados estaban en sus respectivos lugares, todos puntuales e incluso la persona que los casaría. La hermosa novia caminó hacia lo que sería el lugar donde todo cambiaría. Usaba un velo hermoso de encaje, el cual no era largo, ni corto, el mismo que hacía juego con su vestido de corte sirena, que también era de encaje. Hannah usaba el collar de su madre, uno de perlas blancas que habían acompañado a Melissa el mismo día de su boda, era una pequeña reliquia familiar, junto a los zarcillos que hacían juego. Un maquillaje sobrio, pero impecablemente hermoso hacía resaltar su rostro, pero había algo diferente en la novia esta vez comparada con aquella primera vez que iba a contraer nupcias; la muchacha había dejado de ser rubia, ahora su cabello natural castaño estaba atado en un moño alto y perfecto.

El novio la esperaba con ansias con una sonrisa de felicidad y ella sólo lo contemplaba con la misma. La hora había llegado, estaba junto a él a punto de dar el sí.

La ceremonia comenzó y el momento de la verdad había llegado.

— Yo, Michael Dikoudis te acepto a ti, Hannah Monroe como mi esposa, mi compañera y estaré contigo en los buenos momentos como en los malos. Estaré siempre para ti, te protegeré y amaré para toda la vida. — Michael tomó el anillo que Whitney, la amiga de Hannah sostenía frente a él.

Era el turno de Hannah de hacer lo mismo y a diferencia de seis meses, esta vez ella estaba lista. Un sentimiento en ella había despertado, pero quizás Hannah no lo había percibido del todo.

— Yo, Hannah Monroe, te acepto a ti, Michael Dikoudis como mi esposo y compañero, y prometo estar contigo en los buenos momentos como también en los malos. Seré más que una compañera para ti y me alegra haberte escogido como mi esposo para toda la vida. — Ella había logrado que Michael sonriera más, sus ojos azules brillaban y estaban más claros que de costumbre.

— Por el poder que la ley me ha otorgado, los declaro marido y mujer. — dijo el juez —. Señores, el señor y la señora Dikoudis. — mencionó y todos los presentes aplaudieron.

La sonrisa de Hannah era preciosa, si tan sólo ella pudiese versea ella misma en ese momento.

— Puede besar a la novia. — declaró, dando fin a lo que había empezado.

El beso que Michael le dio a Hannah hizo que todo en ese momento fuera real, si es que quedaba alguna duda sobre el matrimonio. Hannah había recibido un beso tierno y cálido de su ahora esposo. La muchacha, es decir Hannah Dikoudis, estaba teniendo una boda sacada de un cuento de hadas, aunque le faltaba el elemento más importante, el amor.

« Ojalá pueda llegar a enamorarme de ti, Michael. » Deseó la novia, quien contemplaba a su esposo con una mirada llena de luz y con los mejores deseos.

Era una velada extraordinaria a pesar que había muy pocos invitados. Hannah pensó que era lo mejor, ya que ella, ni su madre tenían muchos amigos en realidad. Además, les habían quedado muy pocos después del escándalo de su hermano y respecto a Terrance, él no había asistido a la boda, todavía no había podido salir en libertad, debía esperar al menos un mes más para hacerlo. Las primas que envidiaban a Hannah estaban presentes, claro que con una sonrisa falsa y una envidia que las carcomía, sin olvidar el veneno que derramaban. Whitney, Luke y su hermana también estaban presentes, Michael aún tenía la mirada en él, pues creía que Luke aún representaba una amenaza para su matrimonio con Hannah.

Increíblemente en la boda, también estaba María, la amiga que ella había hecho en España, además de su jefe Christian Donovan y hasta Miguel Roldán había venido exclusivamente para el día de su boda, quien sorprendentemente estaba riendo y coqueteando con su mejor amiga.

Los novios se unieron a la pista de baile con las otras parejas, la música era lenta y la magia se sentía en el aire.

— ¿Señora Dikoudis? — murmuró Michael, quien sostenía a Hannah de la cintura.

— ¿Sí, Señor Dikoudis? — dijo ella adormecida.

— Mañana será un nuevo día. — comentó —. Mañana daré el primer paso para conquistar tu corazón. — Hannah no dijo absolutamente nada, sólo lo miró a los ojos y contempló el brillo en ellos.

Quizá ella también quería que esto funcionara, pero no lo había admitido aún.

Un Escape Casi PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora