¿Qué escondes?

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George había sido el más tranquilo de los cuatro, fue el último en unírseles y también se había estado reservando; cuando Matty lo acompañó a hablar con sus padres, ellos lo miraban fríamente y expectantes, estaban sentados rectos, como listos para atacarlo por no seguir los deseos de la familia de continuar la línea de prestigiosos catedráticos en la familia... O al menos eso sentía, porque en cuanto George abrió la boca, dijo que era su sueño y su mayor anhelo triunfar en la música, gracias a que ellos lo alentaron desde pequeño y quería hacerlos sentir orgullosos, su madre rompió en llanto en el hombro de su padre, al que le temblaba la voz cuando preguntaba a donde se iban; finalmente cuando George bajó de hacer sus maletas con Matty, sus padres estaban al pie de la escalera, que estaba a lado del recibidor y estaban bien abrazados, solo pudieron articular con voz temblorosa entre su madre y su padre:

- Te deseamos lo mejor, Georgie, estamos muy orgullosos de ti, pudimos criar a un hombre que decidiría su camino sin musitar. Ambos te amamos.

George estaba conmocionado, no lo esperaba, solo pudo abrir lo más que pudo sus brazos e intentó consolar a sus padres.

- Los amo, gracias por todo. No saben lo mucho que significa para mi, verán resultados, lo juro.

Ambos le sonríeron tiernamente a su hijo, sabían que George estaba listo para dejar el hogar y partir por si mismo.
Matty se despidió con la mano y un suave y tierno: "Gracias por todo, enserio." Los padres de George querían demasiado a Matty, Adam y a Ross. Cuando los conocieron, les parecieron tan amables y responsables, que les dieron confianza y dejaron ir a George a donde fuera con ellos.

Antes de llegar a Londres, George ya había estado consultando en internet lugares para rentar, el costo, disqueras cerca y áreas de trabajo disponibles para él y sus amigos, lugares que terminaron siendo sólo para él, porque ahora Ross y Adam estaban en una isla de bebidas, Matty estaba disfrutando de la vida en su paraíso de discos y él... Había estado imprimiendo camisetas con diseños y aprendiendo sobre los textiles.

George era el más callado de ellos, y no porque fuera sumiso o con falta de ánimo, simplemente así era él. Siempre sonriente y amable, el más sensato de los cuatro, pero también el más reservado socialmente, sólo se volvía loco al ver Hockey o al estar un poco "puesto", solamente así lo hacían hablar de más, gritar y hasta reírse cómo pavo intentando ser atrapado para Navidad, así de escandaloso. A pesar de que George amaba a sus mejores amigos, también amaba el tiempo que pasaba a solas, le daba tiempo para escuchar música y reflexionar, (todavía aún más), George era más tímido con las chicas y su gusto por ellas era más selectiva, le gustaban las chicas que se parecían a él en el estilo de vivir, de pensar o al menos eso pensaba.

En el trabajo, él ya llevaba un mes y medio, Arelie Ferrier era la dueña de la tienda "Ferries", tenía unos 30 y tantos años. Era una mujer joven, era diseñadora de los logos y frases estampadas en las camisas, camisetas, blusas y sudaderas, parecían cliché, pero aún así vendía unas cincuenta camisetas mezcladas con blusas, unas cinco sudaderas al día y para ser una tienda pequeñita les iba bastante bien. George era bastante afortunado en trabajar ahí; Arelie tenía un carácter bastante afable y era muy comprensiva, dejaba poner a George su lista de Spotify, y tenía gustos musicales similares a los de él, mientras George imprimía los diseños, Arelie diseñaba o ayudaba a sacudir los estantes o cambiar a los maniquíes. Era una muy buena jefa, el tercer empleado era su marido, Stephen, era contador y ayudaba en las cuentas, también era un buen sujeto.
Era viernes, George estaba aburrido, había terminado sus pedidos y Arelie salió con Stephen a almorzar. Todo parecía estar en paz, estaba checando sus mensajes en internet, veía los anuncios en Facebook de próximas presentaciones de bandas "underground" en un barrio cerca en las orillas de Londres, ¿y si inscribía a la banda? Primero debía consultarlo con los muchachos, no tenían manager aún y estaba pensando en que la escena con el tal Rick Müller podría fallar.
Escuchó la campanita de la entrada, luego la voz y susurros de una mujer, la cual no podía ver por los estantes de las blusas enmedio de la visión de la caja, sintió un poco de nervios.

Alguien MásWhere stories live. Discover now