Capítulo 36

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– Parece que la lluvia va a empeorar; será mejor apagar la consola – Nanashima observó por la ventana del cuarto de Igarashi como las gotas de agua no dejaban de caer. Estaba acostado boca abajo sobre la cama mientras sostenía uno de los controles del Xbox en sus manos. Habían estado jugando toda la tarde, pero con la lluvia que amenazaba ser tormenta, sería mejor ya no seguir.

– Supongo que tienes razón – El pelinegro, que estaba sentado en el suelo con la espalda pegada al colchón, gateó hasta llegar a la consola y la televisión para desconectar ambos aparatos. Si se preguntan por qué Igarashi estaba en el suelo y no junto a Nana en la cama, era para controlar sus locas hormonas de adolescente – ¿Y ahora qué? – Preguntó.

– Como es obvio que no voy a poder volver a casa, le mandé un mensaje a mi madre para avisarle que me quedaré a dormir aquí – Dijo el rubio como si nada. Yuusuke le miró, pero en el mismo instante desvió la misma para no ver a Nozomu. La camiseta le quedaba demasiado grande y apenas y le cubrían sus bóxers naranjas, pero cuando quiso prestarle pantalones, Nana se negó.

Ese maldito rubio le estaba provocando, lo sabía; sobre todo cuando al entrar a su habitación pudo ver al Nanashima colocándose otro par de calcetas blancas. ¡¿Qué las calcetas las sacaba de sus orejas o qué?! Las palabras del chico fueron claras: Me gusta ponerme calcetas porque de esa manera no ensucio mis pies al andar por la casa.

– ¿Igarashi? – Preguntó el rubio intentando llamar la atención del chico, pues este parecía haberse perdido en sus pensamientos. Yuusuke sacudió la cabeza intentando borrar esos indecorosos pensamientos de su mente. Rió de forma incómoda y avergonzada, mientras rascaba su nuca con nerviosismo intentando parecer normal. Nana curveó una ceja – ¿Sucede algo?

– ¿En dónde vas a dormir? – Preguntó el pelinegro, intentando alejar la atención de él mismo. El rubio le miró sorprendido durante unos segundos antes de que riera un poco ante las palabras de su amigo, como si este le hubiera dicho el mejor chiste del mundo.

– Pues obvio, contigo; aquí – Y palpó la cama donde estaba acostado. El mayor tragó pesado al escuchar la respuesta de quien era su mejor amigo y también crush. Sabía que sería eso lo que respondería, pero no sabía cómo iba a manejarlo. Ya no eran niños y las hormonas le revoloteaban el estómago como las mariposas, o incluso tal vez más.

– No creo que sea una buena idea – Murmuró, pero como toda la casa estaba en silencio, el menor fue capaz de oírle perfectamente.

– ¿Por qué no? – Cuestionó el menor, pero Igarashi se quedó callado, como si no quisiese seguir hablando sobre ese tema – Ya hemos dormido juntos en muchas ocasiones, no es nada nuevo – Comentó al ver que el pelinegro parecía querer ignorar la pregunta.

– Pues porque... ya crecimos, ¿no crees que sería incómodo? – Respondió con inseguridad.

– Hace unas horas querías metérmela ¿Y ahora dices que te vas a sentir incómodo si estoy junto a ti? No me jodas, se supone que según, el princeso tsundere soy yo, no tú – Nana sonrió burlesco.

– Eres un maldito bastardo doble cara manipulador con trasero esponjoso – Le sonrió con ironía el de mirada púrpura, con un tic en el ojo izquierdo. En serio que a veces Nozomu le causaba uno que otro escalofrío con su actitud tan extraña como adorable.

– Lo sé, Yuusuke, lo sé – El rubio sonrió aún más con la respuesta del mayor. Él sabía que era perfectamente doble cara en cuanto se refería a su actitud. Podía pasar de ser un tierno chico sumiso y fácil de avergonzar a un hijo de puta rebelde y buscapleitos. El trabajo consistía en saber con cuál de los dos te iba a ir peor.

Igarashi se tiró en la cama junto al cuerpo de Nanashima, solo que mirando hacia el techo. Con ayuda de sus codos, el rubio levantó un poco el pecho para acercarse al cuerpo del contrario; los ojos morados le seguían en cada movimiento. Acercó su rostro al de Yuusuke, quien seguía sin moverse de su posición, y con lentitud, juntó sus labios con los del mayor.

Las hebras doradas que caían del cabello de Nozomu y rozaban con la piel de su cara le producían cosquillas, pero la sensación de los labios suaves y dulces sobre los suyos fue la perfección...

¡Me Gustas, Senpai!Onde histórias criam vida. Descubra agora