Capítulo 28

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Los rayos solares lastimaban los ojos de Yami al hacer un notable esfuerzo por abrirlos y atender el llamado de su mujer.

-¡Yami! ¡Ven! ¡Las olas se están elevando!

Con un brazo cubriendo su cara, Yami logró abrir sus ojos amatistas con lentitud, poco a poco fue recuperando la visión y, tras levantar medio cuerpo, distinguió entre las olas del mar a su Tea.

-¡Apresúrate! ¡No tardes!

Sonrió ante el espectáculo frente a él: Tea estaba en bikini adentrada en el mar. Algunas pequeñas olas golpeaban su cuerpo bien formado haciendo que su sonrisa llena de felicidad se ensanchara en su rostro. Lucía más hermosa que de costumbre, recordó que alguna vez leyó en un libro que el corazón alegre hermosea el rostro. Era cierto, Tea se veía reluciente desde que la alegría por la vida regresó a ella.

-¡Yami!

Con cierto desgane, se levantó de la arena y caminó hacia su chica. Su paso era lento debido al agotamiento, aunque su cuerpo se veía joven su ser interior estaba acabándose segundo a segundo.

Ya habían transcurrido dos semanas desde que Yami y Tea abandonaron la ciudad Domino para irse de vacaciones a una gran bahía rodeada de un mar intensamente azul, muy cerca de las montañas y los valles con una gran vista a un paisaje hermoso. Aunque eran pocos días, no había desperdiciado ni uno solo, cada segundo era un tesoro, un regalo del cielo, vivían entre risas, amores, alegría, danza, aventuras, baile, canto, todo lo que alegraba al alma.

Por primera vez ambos estaban experimentando lo que realmente era disfrutar de la vida, del paisaje, de lo que la naturaleza les daba.

Al terminar de jugar con las olas del mar, se vistieron con sus prendas cotidianas y se retiraron caminando al peñasco más alto donde se sentaron a contemplar los colores del cielo al atardecer. La puesta del sol obsequiaba unos bellos colores que dejaban boquiabiertos tanto al homúnculo como a la castaña.

-¿No te parece bello?-preguntó Tea con una sonrisa dibujada en su cara.

-Es lo más bello que he visto.

Guardaron silencio por unos momentos prestando atención al ambiente que la naturaleza les mostraba.

-Tea...

El tricolor rompió el silencio, la aludida volteó a verlo.

-Estos últimos días han sido lo más hermoso y placentero que he podido contemplar hasta ahora. Me siento el hombre más afortunado del mundo por poder estar aquí contigo viendo todo esto.

El corazón de Tea se turbó y conmovió por esas palabras, ella sentía lo mismo. Habían pasado 5 largos años en los que no sentía tanta paz, ternura, amor y comprensión como en esos momentos, junto a su querido, tan llenos de plena felicidad.

-He disfrutado cada día, cada hora, minuto y segundo a tu lado y no me arrepiento de nada de lo que he vivido contigo.

La chica apretó la mandíbula emocionada.

-Pero, tú misma lo sabes. El momento estar cerca y no podré estar más a tu lado.

Los ojos de Tea se comenzaron a nublar por el llanto acumulado.

-He crecido lo suficiente como para saber que mi cuerpo se encuentra más débil. Ya no me siento igual; y hoy ese peso creció en gran manera.

Sus labios temblaron mientras escuchaba al chico, sabiendo lo que intentaba decirle.

-No sé cuántas horas me queden, no creo que viva más días. Por eso...-no podía articular palabra alguna-...quiero decirte...

La castaña lo miraba intensamente sin quitarle sus ojos de encima, su corazón palpitaba de forma acelerada, sin control.

Crepúsculo de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora