veintinueve.

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Apolo POV

Nunca había entrado a una casa sin llamar a la puerta hasta ese día en el que también conocí el hogar de Leonardo por primera vez.

Era agradable estar ahí, hogareño y ordenado.

—¡Sí, así Leonardo, sí!

Pero las paredes no eran a prueba de sonido.

¿Qué mierda está pasando ahí adentro?

En ese momento no pensé, caminé directamente hacia la habitación de donde provenían los gritos agudos de una mujer y abrí la puerta de golpe.

—¡Apolo! —Escuché el grito de Miranda y con miedo miré la cama de Leonardo, la chica estaba sin su blusa y sin sujetador, para variar, Leonardo encima de ella.

No piensen mal, mentes sucias.

Leo estaba haciéndole masajes en su espalda desnuda. Los tres nos miramos con confusión por un rato hasta que Leonardo se levantó.

—¿Qué haces aquí? —Preguntó con tranquilidad, abrí la boca para hablar pero las palabras no salían —¿Apolo?

—Es que mi pez se ahogó.

Sus ojos se achicaron, hizo una mueca con su boca para después comenzar a reír, Miranda ya tenía su blusa puesta cuando abrazó a Leonardo por atrás.

—Hola, Apolo —me saludó la rubia.

—Hola —respondí con un movimiento de cabeza.

—Ya que estás aquí... podemos ver una película, eso íbamos a hacer Leo y yo, ¿no? —Miranda le dió pequeños golpes de forma "disimulada y yo acepté ya que sentía que ellos escondían algo —Esperen un momento —corrió a la puerta y la vimos desaparecer —¡He dejado la peli en mi bolso!

Se formó un silencio pero no fue incómodo, al menos yo lo sentí así.

—Tu pez se ahogó —murmuró Leo con sorna.

—A veces pasa.

—¿Y tú entras a las casas sin tocar la puerta?

—La puerta estaba abierta.

—Oh... —entonces abrió los ojos de forma exagerada —¡¿Abierta?!

—Sí, ¿cómo pensaste que entré? —pregunté divertido y él me golpeó suavemente el abdomen.

—Por la puerta trasera.

—Eso es de irrespetuosos, yo siempre pido permiso antes de entrar a un lugar.

—No pediste permiso para entrar a mi casa.

—Ya te dije que la puerta estaba abierta.

—Aún así...

Ni siquiera me había dado cuenta que estábamos tan cerca hasta que oímos el sonido de un maldito pajarraco de afuera y tomamos distancia.

Me dediqué a observar su habitación para distraerme. Al principio no le tomé demasiada importancia pero empecé a ver pequeños detalles alrededor que me decían un poco más sobre él. Como el hecho de que le gustaba mantener todo en orden, incluso los libros que estaban en su repisa.

Y la habitación olía a él, y a una crema, tal vez de coco.

—Me gusta tu cuarto —le confesé.

—Gracias.

Fijé mi atención en el saltamontes y noté que estaba nervioso, no creía que fuera por mi presencia, no del todo.

—¿Qué pasa?

—Nada —murmuró y movió su pierna de forma suave, iba a pasar ese gesto hasta que me sonrió tenso.

—¿Qué escondes? —me acerqué a él solo con dar un par de pasos.

—Es ropa —pateó hacia atrás y le sonreí con malicia —Ni te atrevas, Foxconn.

—Soy curioso.

Siguió pateando la ropa debajo de la cama mientras yo trataba de ver lo que escondía. Aunque solo era una excusa para estar cerca de él.

Excusa.

¿Por qué siempre tenía que tener una excusa? ¿Por qué simplemente no podía pasar el tiempo con el enano por la simple razón de que quería pasar el tiempo con él? Solo tenía que aceptarlo.

Pero algo me detenía, y estaba seguro que era el miedo. Leo no solo era un chico, también era menor que yo, y desde el principio estaba seguro que me molestarían por gustar de él sin embargo no sabía si estaba listo para enfrentar a la sociedad.

"Ya se cansó de las mujeres y ahora va con un hombre" "Es mayor que él, lo ha manipulado" "Solo lo está usando" "Estás enfermo" "Qué decepción"

—¿Apolo?

Dejé de pensar por un momento y lo observé fijamente. Su expresión era entre curiosa y divertida, sus ojos marrones parecían tener una chispa, o solo era mi imaginación, pero brillaban.

—Yo...

Cualquier cosa que iba a decir se fue al carajo cuando Miranda abrió la puerta de golpe, tenía una sonrisa extraña y nos miraba como si estuviéramos ocultando algo.

—Aquí esta —nos mostró la película, entonces miró a Leo —¿Qué estaban haciendo?

—No hacíamos nada—le dijo Leonardo sentándose en su cama.

Ambos compartieron una sonrisa cómplice y mis celos se activaron. Me senté al lado de Leo, dispuesto a ver la película junto a él hasta que se levantó y se acercó a Miranda para decirle algo en voz baja.

¿Desde cuándo son tan amigos?


MUCHAS GRACIAS POR SUS BELLOS VOTOS Y QUIERO QUE ME CONTESTEN UNA LINDA PREGUNTA:¿Les está gustando la historia?

Los amo con todo mi hert ♡

Cayendo Por Ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora