treinta y ocho.

16.2K 2.3K 1.9K
                                    

Apolo POV

¿Cuánto costaba el perdón? ¿Y de qué podría ser capaz una persona para merecerlo?

No lo sabía.

Creía que unas disculpas eran suficiente para arreglar cualquier error que cometía con Leonardo. Si decía algo tonto, solo debía decir "lo siento" y él me regalaba una sonrisa diciendo que todo estaba bien.

Pero eso no ocurría.

Habían pasado dos meses desde nuestra discusión y él seguía sin dirigirme la palabra. Yo me había resignado a solo verlo, era lo único que me quedaba y estaba feliz con eso hasta que recordé la graduación.

Solo faltaba un mes para dejar la escuela, en ese momento deseé haber hablado con Leonardo a inicios del año, tal vez así no me habría sentido tan ansioso. Deseé también haber sido capaz de ser honesto con él y confesarle que tenía miedo de dejar de ser amado por las personas, creía que ese era mi peor pesadilla hasta que descubrí lo que era dejar de ser amado por la única persona que sí me importaba.

Lo había lastimado y tenía que vivir con eso.

—Se acabó la clase —avisó el profesor y levanté la cabeza del pupitre.

Mis ojos fueron directamente hacia Leonardo y me sorprendió demasiado verlo dormido en una clase. Observé a todos levantarse para empezar a salir junto con el profesor mientras yo alistaba mis cosas y miraba de reojo a que el castaño se despertara, cosa que no sucedía.

Quería despertarlo pero una extraña timidez me detenía así que dejé caer uno de mis cuadernos con fuerza sobre el pupitre logrando que Leo despierte con los ojos muy abiertos.

—¡¿Qué?! —Lucía como un gato asustado, tuve que fruncir los labios para no sonreír y aparté la mirada.

—La clase terminó —dije levantándome de la silla.

Me atreví a mirarlo de nuevo, tenía una expresión adormilada y un poco de saliva cayendo por su boca que rápidamente limpió con el dorso de su mano —Iuuuugh.

—¿Por qué te dormiste? —pregunté con la esperanza que no me ignorara como siempre.

—Mi mamá y yo nos pusimos a ver una serie —contestó y luché por no verme emocionado por tener una respuesta de su parte.

—¿Cúal serie?

Estiró sus brazos y abrió su boca para responder pero entonces recordó que yo no era merecedor de sus palabras y me lanzó una mirada asesina.

Lo observé guardar sus cosas mientras yo fingía guardar las mías, creía que nuestra charla moriría ahí hasta que se acercó a mí y me pellizco el brazo haciéndome dar un brinco hacia atrás.

—¡¿Auch?!

Me toqué el brazo con la otra mano, algo adolorido, esperando una explicación de su parte pero solo se quedó mirándome con seriedad.

—...Creí que me sentiría mejor.

—¿De qué hablas? —Lo miré como si estuviera loco aunque segundos después me di cuenta lo que quería —Ya, si crees que golpearme te hará sentir mejor, hazlo.

Cerré los ojos esperando otro pellizco.

Nada.

—¿Vas a...?

Y de repente un golpe seco fue directo a mi cara.

No había sido su mano, sino mi cuaderno, sin embargo había dolido y mi mejilla había empezado a arder. Respiré hondo antes de volver a mirar a Leonardo, seguía teniendo la misma expresión enojada y pensé que volvería a lanzarme otro cuadernazo.

—No funcionó —murmuró.

—¿Más fuerte?

Me observó con hastío —Déjame intentar otra cosa.

—Lo que desees.

Cerré los ojos de nuevo, esta vez esperando a que me lanzara un libro o algo más pesado pero solo escuché un chirrido y me espanté ya que pensé que me tiraría el pupitre pero solo sentí sus brazos rodearme el torso por detrás.

Una tranquilidad inmensa se apoderó de mi cuerpo al sentirlo de nuevo. Decidí arriesgarme y di media vuelta para abrazarlo. Quise llorar cuando él correspondió mi gesto con más fuerza incluso.

—Funcionó —susurró levantando la cabeza.

—Perdóname —le pedí sin pensarlo dos veces.

Agitó su cabeza— No sé...

—Hagamos algo —propusé alzando una de mis manos para tomar su nuca —Si no logras perdonarme hasta el día de la graduación, te dejaré ir.

Él trato de no reír pero falló —No te creo.

—No, ni yo —eso le causó gracia y pude ver de nuevo una pequeña sonrisa.

—...No te vas a rendir, ¿no?

—Nunca —respondí de inmediato.

Soltó un suspiro, sentía que estaba pensando si debía o no darme una oportunidad y una parte de mí no quería forzarlo a decir que sí, porque si lo hacía, Leonardo habría tenido arrepentimientos en el futuro y esa idea no me gustaba.

—Tiempo, eso quiero.

—Pero no me ignores, al menos déjame saludarte, no necesitamos ser amigos solo...

—Puedes hablar conmigo mientras tanto. Solo necesito espacio, cuando estaba contigo, no tenía tiempo conmigo —Lo miré con confusión y él me regaló una sonrisa —Es como una persona se pierde y debe encontrarse.

—¿Esa no es una frase de Pinterest?

—No, bestia —soltó una risita —¿Te conoces, verdad? Las cosas que te gustan, lo que necesitas, lo que no quieres en tu vida, sabes todo eso.

—Claro.

—Yo aún no, así que dame tiempo.

—Ya —acepté, sin gustarme la idea para nada —¿Pero si puedo escribirte, verdad?

Él asintió lentamente —Puedes.

Después de aquel permiso me tomé el descaro de robarle un beso cerca de los labios para después tomar mis cosas de forma apurada y torpe para salir de ahí.

Y tal vez lo imaginé pero pude escucharlo llamarme "bestia" de forma suave.










Y YAAAAA, último capítulo del clímax, los que vienen son solo para sacarles una sonrisita.

Por cierto, los amo con todo mi hert <3

Cayendo Por Ti.Where stories live. Discover now