CAPÍTULO 2: LA BARRERA

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Avanzaron por el bosque durante varias horas hacia aquel castillo, muy pendientes de su alrededor. Hacía ya rato que había dejado de chispear y el bosque estaba en calma.

Adalia sabía que Lycan y Killian las seguían a una distancia prudente, y no dejaba de notar los sentidos de lobo de Lycan sobre ella, contemplándola. Aunque, él no pretendía hacerlo, pero no lo podía evitar, y cuando quiso darse cuenta, ella también estaba muy atenta a él. Parecían buscarse sin poder evitarlo.

"No me puedo creer que esto esté sucediendo... No deberían estar aquí. Han pasado muchísimos años" – se dijo a sí misma.

Intentaba convencerse que estaba ahí por Enid, ella era su misión, debía estar atenta de ella, no se podía permitir estar distraída de nuevo por culpa de Lycan.

Ya queda menos, Enid. Pronto conocerás a Merek – habló para centrarse.

Ella escuchó la voz de Adalia, pero no respondió, estaba demasiado ocupada pensando en aquellos dos jóvenes, ¿hombres lobo?, parecía increíble. Jamás imaginó que llegaría a conocer otra raza que no fueran humanos. Y ella pensaba que los hombres lobo vivían en manada, y que no podían transformarse a su antojo. Pero, luego estaba Adalia, un vampiro capaz de andar a la luz del sol, de utilizar magia, tenía un poder inmenso que jamás había visto, ni siquiera había oído hablar de algo así. Todo parecía irreal. ¿De dónde habían salido todos ellos? Comenzó a pensar en la posibilidad de que sus padres la protegían demasiado, pero leyó incontables libros de todas las razas existentes como para ser tan ignorante, no podía ser eso, y aunque fuera así no la habrían dejado partir con alguien como Adalia.

No encontraba una explicación lo suficientemente convincente. Lo cual la llevó a pensar en el lugar donde se dirigían. El gran Mago, desaparecido hace mucho, necesitaba de su presencia para algo que no conocía. Sus padres no la habrían dejado ir si pensaran que podría correr peligro realmente. Y menos con un vampiro de mal nombre por las grandes capitales. Pero así lo especificó aquel Mago. Debía ser ella, era la única capaz de llegar donde él estaba.

Respiró hondo. Se recordó que no debía bajar la guardia con toda esa situación, ya que sentía su vida en juego si no hacía lo que le pedían.

¿Qué querrá aquel Mago de mí? – preguntó tras un largo trayecto, pensativa, Adalia se percató de que reflexionaba y guardaba sus espaldas de ellos dos.

Eso vamos a averiguar – Enid pudo notar la desconfianza en su voz, dando a entender que ella estaría ahí para apoyarla, o quizás protegerla si debía hacerlo, la hizo sentir reconfortada.

Killian pudo oír la corta y pausada conversación, se extrañó por lo que dijo Enid, pero ya parecía entender por qué Adalia había vuelto, algo tramaba el Mago con aquella muchacha.

Vio que su hermano aún se estaba peleando consigo mismo, maldecía en voz baja, daba pasos a desgana y cada vez se quedaba más atrás a propósito, resoplando y dándoles la espalda. Tantos años había invertido intentando olvidarla y reprimirlo todo que no se podía creer que no hubiera servido para nada. Todo su esfuerzo deshecho en unos segundos tan solo al tenerla cerca, traicionado por su propio cuerpo y su corazón. Estaba tan ocupado ensimismado, que no se daba cuenta de que ella estaba exactamente igual por él.

Su peculiar olor, el cual Lycan recordaba con minucioso detalle, iba y venía en la brisa haciéndole recordar de nuevo lo que ya pensaba olvidado. El roce de su helada piel, calmando el ardor del suyo. Su firme pero dulce voz a lo lejos, que podía oír como si estuviera susurrándole suave al oído. No pudo más y se subió a un árbol para darse unos minutos e intentar desprenderse de tanta intensidad. Al cabo de un rato, decidió continuar por las altas ramas de los árboles, quizás así su aroma no le alcanzaría tan a menudo. Odiaba admitirlo pero lo adoraba, incluso después de tanto tiempo.

El Alma PartidaOn viuen les histories. Descobreix ara