CAPÍTULO 5: LA REALIDAD DE ALEX

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- Adalia... – llamó Killian nervioso al ver que no despertaba.

- Tan solo tiene que descansar, ya le ha pasado algunas veces – le dijo Enid para calmarle sin saber cómo explicar todo aquello.

Sabía que lo peor estaba por llegar. Intentaba escurrirle el agua del pelo y la ropa sin mucho éxito, con cuidado de no moverla demasiado. No quería provocar aquellos cambios en ella.

Lycan no sabía qué hacer consigo mismo, daba vueltas preocupado, pasando las manos por su pelo y frotándose la cara sin parar. Se dio cuenta de que la rabia que sentía se había transformado en preocupación e incertidumbre, "¿Qué es lo que te pasa? ¿Quizás, por eso te marchaste sin explicaciones? Por favor, necesito alguna respuesta".

- Calma – respiró profundamente con los ojos cerrados, y volvió a mirarles - Tenemos que llegar al castillo cuanto antes – les aconsejó la Princesa al poder notar crecer la tensión en ellos.

- ¿Cómo quieres que me calme? – gritó Lycan - ¿La has visto...? – no tenía palabras para continuar, no creía lo que acababa de presenciar.

- Pues esto no ha sido nada... - concluyó Enid.

Killian y Lycan la miraron sin entender, no podían ni imaginar lo que estaba por ocurrir.

Tras casi una hora sin cambios, esperando a que Adalia despertara como les dijo Enid, intentaban tomarse un respiro antes de partir y continuar el camino. No conseguían estar quietos ni dejar de mirarlas. Enid tocaba la cara de Adalia varias veces asegurándose de que no tuviera fiebre, o de que no despertaba.

Killian por fin decidió sentarse, y comenzó a observar a su hermano, quien no dejaba de repeinarse inquieto, yendo de un lado para otro. Recordó las imágenes del agua, del día que se marchó Adalia. Reflexionando sobre ello, no conseguía comprender su actitud, su hermano rogándole que se quedara, y ella volviéndose violenta sin motivo aparente, "Aquel fuerte golpe podría haberle matado"- pensó.

- Oye, Lycan – le llamó - ¿Por qué crees que te golpeó así... el día que se marchó? ¿Crees que fue una forma de alejarte de ella? – preguntó intrigado.

Lycan, completamente incrédulo, se sorprendió de las preguntas, cómo podía su hermano saber lo que pasó, él jamás se lo contó, nadie salvo él mismo y Adalia estaban allí.

- ¿Cómo sabes eso? – preguntó bastante intrigado al nunca habérselo confesado.

De repente, Adalia pestañeó, y sus negros ojos se agrandaron ocupando todo el espacio entre sus parpados. Su larga melena perdía color, aclarándose hasta coger un tono de un intenso blanco.

Enid se apartó, haciéndoles señas a los hermanos para que no se acercaran y tuvieran cuidado.

- ¿Dónde estoy? – dijo, intentando levantarse, con voz diferente y arrogante.

- Cerca de la torre, en el bosque. Notas que tu cuerpo pesa porque Adalia lo habrá agotado con la barrera, no lo fuerces hasta que la energía se normalice – le explicó Enid seriamente, miró a los hermanos y vio que estaban muy confusos por cómo había despertado - ¿Conoces a Killian y a su hermano Lycan?

- Sí, pero ellos no me conocen a mí – les estudió con la mirada y examinó sus olores ya que por fin consiguió controlar el cuerpo de Adalia de nuevo - ¿Por qué estamos aquí con ellos? ¿Por qué no hemos llegado aún a la torre? ¿A qué viene el retraso? – gruñó molesta.

Los hermanos las miraban hablar. Quisieron acercarse para observarla con detenimiento pero se frenaron asustados. Observaban cómo seguía cambiando su piel, más pálida de lo normal y perlada, esos colmillos más afilados y largos, añadiendo también la oscuridad total en sus ojos. Su larga melena ahora blanca y también su agresiva actitud.

El Alma PartidaWhere stories live. Discover now