Capítulo XI

1.1K 132 45
                                    

Hoy no iba a entrenar. Nico seguía insistiendo que iba a ser una carga si me acompañaba, que me iba a descentrar de mi rutina, pero tampoco quería quedarse solo, así que decidí quedarme con él. Se lo veía muy feliz con mi compañía, sin borrar su tierna sonrisa en ningún momento. Yo no sabía bien que tenía que hacer ni como tratarlo, pero como ninguno de los dos tenía experiencia en relaciones, estaba más tranquilo. Uno y Jyugo no estaban, habían hecho una de sus fugas matutinas, así que ambos estábamos solos en la celda. Nico leía uno de sus mangas y me comentaba con mucho entusiasmo todo lo que pasaba, a lo cual yo solo sonreía y asentía, aunque no entendiera mucho del tema.

Después de un rato, él dejó lo que estaba haciendo para acercarse a mi y sentarse sobre mis piernas, abrazándome.

—Quiero hacerlo de nuevo —estaba apoyando la cabeza en mi pecho, abrazado a mi—

—¿Hacer qué? —lo miré un poco confundido. No entendía que era lo que quería hacer de nuevo—

—Lo del otro día —en ese instante, sabía a lo que se refería. Me puse un poco nervioso, sin saber que contestarle—

—¿Seguro? —mierda. Levantó la cabeza y me miró, asintiendo levemente—

No tenía una imagen de él así, jamás había visto a Nico actuar de tal manera. Comenzó a quitarse sus prendas para luego ayudarme a quitarme las mías. Se subió encima mío y me abrazó nuevamente.

—Quiero hacerlo —repitió. Sabía que estaba seguro, pero el que no estaba seguro, era yo—

No se separó de mí, se quedó arriba mío, sonriendo nerviosamente. Para cuando me dí cuenta, él sólo ya estaba agarrando mi miembro e introduciéndolo dentro de él. Pude notar como ahogaba un gemido, agarrando mis hombros y cerrando los ojos con fuerza. Tardó un momento en acostumbrarse, para luego ya dejar que entrara por completo. ¿Enserio había hecho esto? ¿Enserio él quería hacerlo de nuevo conmigo? ¿Tan rápido  había pasado todo?

—Y-ya puedes moverte —susurró el peliverde, seguramente para no hacer demasiado ruido—

Comencé a moverme lentamente, haciendo que él se agarrara más fuerte de mis hombros. Nico intentaba con todo no emitir ningún gemido ni nada por el estilo, pero le resultó imposible, ya que a los pocos minutos, la celda ya estaba inundada por ellos. Entre que todo había sido tan rápido, junto con los gemidos del menor, ambas cosas me incitaron a moverme más rápido. Ya había pasado un rato, así que supuse que estaría lo suficientemente acostumbrado como para que pudiera hacerlo. Los gemidos eran cada vez más, y más fuertes. Vi como los ojos del peliverde se ponían llorosos, por lo que decidí parar un momento. Lo miré con preocupación y él sonrió. Temblaba y un par de lágrimas caían, pero la sonrisa estaba ahí. Movió los labios, queriendo articular palabras, pero estas no salían de su boca, aunque pude entender lo que quería decirme.

Sigue

Hice caso y continué, aunque sin poder ignorar las expresiones que hacía. La primera vez que lo hicimos esto no había pasado, por lo que me preocupé un poco. No había llorado ni nada de eso la primera vez, no entendía mucho que estaba pasando. En cuanto ambos terminamos, y nos cambiamos, él se acostó a mi lado. Lo miré, notando como sus ojos aún estaban húmedos, pero ya no había rastro de lágrimas.

—¿Por qué llorabas? —le sequé los ojos con el pulgar, no podía verlo así—

—Dolió... aunque sólo un poco, no te preocupes por eso —el menor sonrió, dejándome un poco más aliviado—

—Si la próxima vez te duele, me tienes que avisar, estaba preocupado de que fuera algo más —Nico sonrió y me abrazó, asintiendo—

—Me encanta que seas tan protector, Rock.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . 

Ya se nos hizo costumbre venir al salón de juegos. Era el único lugar donde podíamos estar solos sin que nadie nos molestara. Jyugo ya no se veía tan pensativo, y estaba más firme. Antes lo veía bastante decaído, pero en cuanto se declaró y comenzamos a estar juntos, puedo notarlo más vivo y feliz. No sonríe (o al menos no tanto) pero se nota que está feliz y hasta ahora no hizo nada para demostrar lo contrario. Yo estaba sentado en uno de los sofás que había por ahí, y Jyugo estaba parado frente a mi. Nos miramos un buen rato, hasta que él se arrodilló frente a mi. Lo miré extrañado.

—¿Qué pasa? ¿Por qué no vienes aquí? —di un par de palmadas al sofá, junto a mi— O aquí —señalé mis piernas con una sonrisa—

No sé cómo, ni cuando fue que pasó, pero de un momento a otro, él se encontraba con mi miembro en su boca, jugando con él y con su lengua.

Jyugo... ¿Qué estás haciendo? Detente... así no debería ser...

Me tapé la boca con una mano, mientras él hacía su trabajo. No podía permitirme gemir, ya que si alguien nos escuchaba, no quería imaginarme la vergonzosa situación que tendríamos que pasar. Con mi mano libre, lo tomé por el cabello, incitándolo a que siguiera haciéndolo. Se separó y miró su mano, frotando su dedo índice con el pulgar, tocando la sustancia que también se encontraba en su boca.

¿Acaso se lo tragó?

Hice que se levantara, y lo senté a mi lado, agarrándolo por los hombros.

—¿Por qué hiciste eso sin avisar? —él bajó la mirada, dejándome ver su sonrojo. Su cara parecía la de un perro al que acababan de regañar, por lo que yo sonreí y me acerqué a su oído—

—No te preocupes, ahora viene la mejor parte.          

  

Love in Nanba | Fanfic EspañolWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu