She Li no comprendió por qué lo hizo, sin embargo sintió miedo cuando su pareja se acercó a él con fuerza y por primera vez en su vida le soltó un golpe fuerte en el rostro lo que lo llevó al piso.

— C-Cheng— She Li susurró viendo fijamente al mafioso con los ojos acuosos, colocando una mano en la mejilla dañada y con la otra manteniendo equilibrio en el suelo.

—¿Crees que soy idiota?— Preguntó molesto —¡¿A caso creiste que me tragaría esa mentira de que ese bastardo es mío?! — Su voz subió de tono y carraspeaba algunas palabras debido a el enojo —¡Dime! ¡¿Con quién mierda te acostaste en mí ausencia?!— Gritó y ordenó por una respuesta.

She Li retrocedió asustado colocando la mano que antes tenía en la mejilla sobre su vientre como modo de protección.

—¡Responde!— Gritó He Cheng golpeando con fuerza la pared junto a él como modo de amenaza.

— ¡No miento! ¡Es tuyo!— Defendió She Li tratando de controlar los espasmos que su cuerpo daba por el miedo.

—¡Eres un maldito mentiroso! ¡Una zorra que le da el culo a quien se le ponga en frente! ¡¿Verdad zorra?!— Insultó acercándose a él — ¡Eres una vil puta fácil y cualquiera, eres una ramera mal parida! ¡Ese bastardo no es mío! — Gritó pateando a She Li quien puso la espalda primero antes de que golpeara su vientre, estaba aterrado.

Así como esa patada llegó, le siguió otra rompiendo cada vez más sus huesos, había sangre en él piso, ya su rostro estaba desfigurado por los puñetazos y las patadas que estaba recibiendo. Su cuerpo se había hecho bolita para evitar que He Cheng lastimara su vientre, pero al final fue inútil, una patada con fuerza le llegó al estómago provocando que un gritó desgarrador saliera de sus labios, desde el interior de su pecho, recorriendo sus pulmones, su corazón, su garganta y por fin saliendo de sus labios el grito dejó salir todo su dolor.

La sangre comenzó a descender por sus piernas, She Li se asustó, no podía perderlo, no a su bebé, no así, no era su momento. Él llanto se acumuló en su cuerpo estallando de forma desgarradora entre gritos y sollozos de ayuda, una vez que He Cheng salió de la casa junto a la rubia, ebrio, dispuesto a dejarlo morir.

Gracias a los dioses su sirvienta en ese tiempo, Xiu Quin, una mujer de unos 36 años bastante hermosa y castaña lo ayudó, aterrada por el bienestar de ambos.

Ella lo llevó al hospital apresurada, gritó por los pasillos pidiendo ayuda mientras She Li poco a poco perdía el conocimiento debido a la gran perdida masiva de sangre, lo demás se volvió negro.

Cuando despertó estaba en una habitación de hospital, se sentía muy mal, vacío, entonces recordó lo que sucedió, instintivamente llevó una de sus manos a su vientre, infortunadamente ahí ya no había nada, ya no estaba abultado, ya no había una maquina que le diera los latidos de su bebé, ese día comprendió que perdió a ese pequeño ser que sería su responsabilidad, que hubiera sido su responsabilidad, aquel pequeño ser a quien pudo haber amado, cuidado, enseñado y que ya nunca iba a estar en su vida.

Sin poder evitarlo de su boca salieron gritos y llantos de forma fuerte. Llevó sus manos a la cabeza pidiendo que alguien lo ayudara, gritando a los cielos que se lo devolvieran.

Un doctor y dos enfermera entraron a la habitación a tranquilizarlo, pero no puedes ayudar a un alma que ha sido hecha pedazos, lo sedaron para mantenerlo tranquilo, pero ¿Qué tipo de sustancia podría sedar su dolor emocional? Su hijo había sido asesinado injustamente, ese pequeño inocente a quien He Cheng le había arrebatado la vida en menos de dos horas de haberlo conocido, no había poder en el universo, ni humano y mucho menos divino que pudiera saciar su dolor infinito que recorría cada vena y artería de su cuerpo.

Policías llegaron a verlo, pero no quiso hablar con ellos, un psicólogo intentó ayudarlo, pero algo dentro de She Li había muerto y no había sido su hijo, luego llegó He Cheng pero no recibió palabras del albino quien solamente miraba al techo con la mirada vacía y llena de lágrimas resbalando por su pálido y moreteado rostro.

Mes y medio después She Li fue dado de alta y He Cheng se lo llevó a casa, pero el verdadero She Li había muerto hace mucho, ahora sólo llevaba un cuerpo inerte con él.

"Daría todo lo que fuera... Por poder tenerte entre mis brazos... Tan siquiera una vez"

            //Fin del FlashBack//

She Li despertó de golpe, ese sueño, ese recuerdo había golpeado en lo más profundo de su alma, ya no quería seguir recordando eso, su bebé, su pequeño a quien le arrebataron de sus entrañas, quería verlo tan siquiera una vez.

Una vez al año le llevaba flores a su tumba, ese pequño que nacería en noviembre o cerca al menos, en esos momentos tendría 6 años de edad, casi cumpliría 7 años, su bebé.

Nuevamente el llanto se hizo presente mientras apretaba las sábanas de la camilla del hospital sobresaltando a He Tian quien en ese momento era el único ahí ya que había mandado a GuanShan a casa bajo el cuidado de Zhang Xixi y Jian Yi.

He Tian se levantó de la silla y abrazó al albino quien se aferró de él como pudo, gritando y sollozando, maldiciendo el nombre de su hermano. Es que aún no le entraba en la cabeza el simple hecho de que su propio hermano haya destrozado la vida de un pobre chico de esa forma, peor, haya sido un asesino.

No iban a permitir que lo volviera a tocar, She Li merecía ser feliz, no dejarían que sea dañado, no más.

El miedo es algo poderoso, juega con nuestras mentes si lo dejamos, nunca dudemos de lo fuertes que somos, no estamos solos, los que nos aman nunca nos dejaran caer.

Matias A.

Esposo de un mafioso || 19 DAYS || TIANSHANNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ