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Era la última noche que la esperaba despierta. Siempre decía lo mismo. Siempre decía que no la iba a esperar más, que no iba a ignorar sus llegadas tarde, que le iba a reclamar, pero como siempre nunca cumplía.

Era su esposa y la amaba.

Escucho el sonido del auto, la puerta del garaje al cerrarse y sus pasos en las escaleras. Cerró sus ojos y se hizo la dormida. Lauren entro en la habitación, miro la cama donde su esposa dormía y siguió al baño.

Se acostó a su lado dándole la espalda y se durmió.

Ella giro y miro a través de la oscuridad a su esposa dormida.

Otra noche más que no la tocaba, hacía meses que no la tocaba, aunque, ¿porque iba a tocarla si llegaba satisfecha de estar con su amante? Le dio la espalda y con lágrimas en los ojos se durmió.

Todas las mañanas eran lo mismo; se levantaba temprano, preparaba el desayuno para ella, la acompañaba a comer y luego ella se iba sin ni siquiera un beso, un nos vemos en la noche era todo, no un gracias, ni un te amo, ninguna palabra cariñosa. 

Estaba sentada en el sofá viendo por la ventana hacia el exterior, en la calle se veían niños corriendo y jugando, era verano y todos los niños estaban de vacaciones.

Llevaba toda la mañana ahí, sentada, pensando que hacer para que su esposa la mirara como antes, para que la tocara como antes, para que dejara a su amante y volviera con ella.

Pensó que tal vez unas vacaciones le harían bien, tal vez alejarse unos días renovaría el amor y la pasión. Luego llego a la conclusión de que ella no dejaría su trabajo así.

Se le ocurrió comprar de esa ropa interior picante y hacerle un striptease, pero ella no era muy buena bailarina y tal vez lo arruinaba, estaba pensando en esperarla desnuda en la cama cuando el teléfono sonó a su lado, asustándola.  Esperanzada, creyendo que tal vez fuese su esposa, contestó con entusiasmo al teléfono:

- Hola
- Camila, hola- sus esperanzas murieron, al escuchar la voz de Alexa al otro lado de la línea. La sonrisa en su rostro murió. 

-Hola Alexa, ¿cómo estás?- Aunque quiso imprimirle alegría al tono, temió fracasar, no sentía nada de alegría en ese instante. – Perdona por no llamarte antes pero...- Su disculpa murió con el habitual entusiasmo de Alexa.

-No te preocupes. Oye, estaba pensando... ¿Qué tal si salimos por ahí a tomar algo esta tarde? Y no me digas que no porque tu esposa puede llegar temprano, si hace meses que llega tarde.- Camila hizo una mueca de dolor al escuchar las palabras de su amiga.

Eran amigas desde la secundaria y Alexa siempre había sido tan directa con todo.

Estaba pensando inventarse que se sentía indispuesta, cuando se le ocurrió que tal vez, si Lauren llegaba y no la veía podría preocuparse o siquiera interesarse un poco por ella.

Acepto encantada y quedaron de reunirse a las cinco en un café del centro.

Eran las cinco con trece cuando Alexa llego.

Disculpándose por su tardanza, Alexa la hizo cambiarse a la ventana, porque allí, podrían ver a la gente pasar y criticarlos por su ropa, como hacían cuando eran adolescentes.

Estaban riéndose de una señora con un pelo naranja y un conjunto tan naranja como su pelo cuando el rostro de Camila se congelo.

Al otro lado de la acera caminaba su esposa con una muchacha castaña de vestido rojo, iban riéndose y ella la llevaba por la cintura.

Su estómago dio un brinco y creyó que se iba a desmayar.

-Vamos a seguirla.- La sugerencia de su amiga la tomó por sorpresa.

Todavía estupefacta, Alexa la tomo de la mano, dejo unos cuantos billetes en la mesa y se dispusieron a seguir a Lauren.

Iban unos metros atrás, viéndolas sonreírse y hablar muy cerca, cuando ella se giró.

Asustada, creyendo que ella la había visto, Camila se disponía a dar media vuelta y correr, cuando su amiga, la tomo de la mano e hizo que girara chocando contra su rostro y besando sus labios.

En estado de shock y con los ojos muy abiertos, Camila se separó de ella y no dijo una palabra.

Alexa se veía tranquila y totalmente relajada.

Dio un vistazo por encima de la cabeza de Camila y la tomo de la mano para que la siguiera.

-Siento mucho lo del beso, así fue como ayude a Austin, cuando seguíamos a uno de los criminales que el busca. No me di cuenta, ni siquiera pensé que era una chica solo lo hice. Discúlpame.- Camila miro a su amiga.

Austin era investigador privado y Alexa solía ayudarlo en sus casos, no le extrañaría que en una ocasión hubiese tenido que hacer eso para salvar el pellejo de su amigo. Además, Camila sabía que Austin llevaba enamorado de Alexa muchos años, no sería extraño que fuese una excusa de el para besarla.

Negando con la cabeza y diciéndole que no tenía ninguna importancia, siguieron por donde Lauren se había ido.

Girando en la esquina, ella se detuvo abruptamente al ver el sitio a donde su esposa había entrado con aquella mujer.

Era un hotel.

Literalmente arrastrándola, Alexa entro con Camila al hotel y ambas se congelaron al instante: Lauren caminaba con la castaña, sonrientes y tomadas de la mano, al ascensor. Las puertas se abrieron y ambas entraron. La última imagen que ella obtuvo de su esposa, fue que esta apretaba a la castaña contra su pecho y la besaba apasionadamente. 

Conteniendo las lágrimas, salió del lugar corriendo. Ella sabía que ella le era infiel. Pero una cosa era saberlo y otra muy distinta, verlo con sus propios ojos.

Un par de cuadras más adelante Alexa la alcanzo y la tomo en sus brazos. Consolándola la guio hacia un pub cercano.

Llevaban más de media botella de vodka, ella no bebía pero sentía que no había otra forma de ahogar sus penas.

Su esposa, la mujer a la que amaba, le era infiel.

En ese momento estaría en ese hotel revolcándose con la otra. Su pena era tan amarga que se toma un vaso de vodka entero. Le escoció la garganta pero eso era mejor que le dolor de su corazón rompiéndose y sollozando. 

-Debes vengarte. - la voz de su amiga sonaba extraña, pensó que quizá era por la cantidad de alcohol que habían consumido. Ninguna acostumbraba beber. – Debes vengarte, Camila.- Le pareció absurda la sugerencia.

¿Cómo iba a vengarse, si a Lauren, ella no le importaba?

Tenía una amante.

-Debes vengarte y yo sé lo que vamos a hacer.- La sonrisa en el rostro de Alexa era espeluznante y la asustaba, pero ella estaba tan dolida que no le importo.

Quería vengarse, verla sufrir, como Lauren la estaba haciendo sufrir a ella, que llorara y le doliera tanto o más de lo que le dolía a ella. Y lo haría, la haría llorar, y sufrir, y retorcerse de dolor.

Y ella lo disfrutaría.

Infiel - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora