2.

17 0 0
                                    

Camino con la cabeza gacha. Una canción que no sé reconocer  está sonando en mi IPod, apartándome completamente de la realidad.  Me duele la cabeza, y mi cuerpo es muy pesado.  No quiero ir al instituto.

Teenagers scare

The living shit out of me

They could care less

As long as someone'll bleed

Meto las manos en el bolsillo frontal de mi sudadera mientras voy dándole patadas a una lata. Antes llevaba vestidos y faldas, zapatos monos y collares, pero ahora… Ahora todo ha cambiado.  Sudaderas y chaquetas oscuras han sustituido a tops y abrigos de piel, y las faldas se han ido para dar paso a tejanos desgastados.

So darken your clothes

Or strike a violent pose

Miro a mi alrededor, y veo a grupos de chicas. A veces me gustaría ser como ellas. Tan feliz, tan ingenua. Sin darme cuenta, empiezo  a caminar en su dirección. Quiero ser como ellas, necesito ser cómo ellas. Y de repente me doy cuenta.

Maybe they’ll leave you alone

But not me.

Nunca podré ser cómo ellas.

Soy la rara. La deprimida. La que llegó  a este instituto a mitad de curso porque su psiquiatra pensó  que sería buena idea. La que se intentó suicidar y no lo consiguió.

No puedo respirar.

Empiezo a correr, necesito estar sola. Mis piernas se mueven automáticamente, tengo ganas de vomitar. Los brazos me duelen y me pican, y de repente, vuelvo a estar en mi sueño.  Corro, huyo. Necesito todo y nada tan desesperadamente que me deja sin aire con solo pensarlo. Veo a lo lejos un cuarto de mantenimiento del instituto  y no me lo pienso dos  veces.

Entro, me cierro y me tiro al suelo. “Dios mío, soy patética.”-. Pienso. Cojo mi mochila y empiezo a buscar.

Vamos. Vamos. Vamos.

No encuentro lo que necesito y estoy a punto de desmayarme. Finalmente, encuentro lo que busco y, con un grito de alegría, alzo en el aire la pieza de metal.  Sin poder demorarlo más, hundo el objeto en mi piel, y de repente, mi respiración se normaliza.  Vuelvo a clavar el instrumento plateado en mi brazo, y toda la tensión empieza a desaparecer, haciendo que vuelva a repetir el proceso una y otra vez, hasta que no puedo más.

Al recuperar la razón, miro hacia abajo y río amargamente. Veo  sangre por todo mi antebrazo y parte de mi sudadera. Las heridas nuevas se confunden con las viejas, y forman un cuadro de tonos rojizos tan hermoso y terrorífico que no puedo dejar de mirarlo.

En lo último que pienso antes de dormirme es en mi madre y en el accidente. Una lágrima cae por mi rostro y me quedo dormida al susurrar “Lo siento”.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 10, 2014 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

C.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora