CAPITULO 36

1.4K 68 0
                                    

No tenía por qué, pero estaba nerviosa. A tan solo un día de mi boda, la cual, no sabía cómo iba a ser. James no había estado en casa los últimos dos días, o por lo menos, no habíamos hablado casi nada.

Las empleadas iban y venían por toda la casa, gente que arreglaba el jardín, personas que colocaban adornos. Cathy y Maik se la pasaban en casa, cuidando detalle por detalle, dando órdenes sin cesar, intentando que todo fuera lo más perfecto posible.
James, llegaba a las once de la noche y pasaba directo a la ducha, luego, a la cama. Sin cenar en casa, sin almorzar en casa, sin hablarme más que para desearme un buen día o dulces sueños.
Ya no compartíamos cama, pues luego de haber descubierto la habitación de huéspedes, no iba a permitir que James me retuviera en su habitación.
Estaba todo listo, solo faltaba el sí de ambos y James sería feliz para siempre.

- ¿Estas despierta? -preguntó una voz adormilada. Me senté en la cama y miré la puerta entreabierta de la habitación.

-Si, pasa. -dije sabiendo que era James quien estaba del otro lado de la madera.

- ¿No duermes?

- ¿Me ves dormir? -dije divertida. Río y entró en la habitación. - No puedo, no sé por qué.

-Yo sé. -dijo y se puso de pie junto a mi pequeña cama. - ¿Me haces un hueco contigo? -preguntó acomodando su pantalón a cuadros.

Sin responder a esa pregunta, me hice a un lado y él se sentó a un costado.

La escasa luz de la luna iluminaba la habitación. James y yo, dominados por el nerviosismo, sin poder dormir, juntos, a las tres y media de la mañana.

- ¿Por qué? -pregunté intentando no mirarlo a los ojos.

-Porque ambos estamos nerviosos. -respondió sin siquiera mirarme. Ambos, mirábamos a la pared celeste de la habitación, que, en estos momentos, se veía blanca, gracias a la escasez de luz.

-No estoy nerviosa. -mentí. Chasqueó la lengua y pasó uno de sus brazos por encima de mis hombros. Besó mi mejilla. - Es en serio James. -tragué saliva sonoramente. Río.

-Perdona. -susurró.

- ¿Qué? -pregunté sin comprender.

-Que me perdones ______. -susurró de nuevo.

-He escuchado, pero no sé a qué te refieres.

-Solo perdóname, no preguntes por qué. Perdóname. -su voz sonaba sincera y sus besos sobre mi mejilla no me dejaban pensar más que, eso salía de su corazón. - ¿Puedes perdonarme?

-No puedo perdonar algo que no sé qué estoy perdonando. -dije confusamente.

-No preguntes _______, pero perdóname. -insistió.

-Te perdono James. -dije serena y acaricié su rostro.

Acomodó su cabeza sobre mi hombro derecho y sentí su respiración sobre mi cuello. Tomó una de mis manos y la entrelazó con una de las suyas. Brindó leves caricias a mis finos dedos y luego dio un suave besó sobre la palma de mi mano. Alzó la mirada con suma delicadez y me sonrió.

-Mañana veras a mi hermana. -dijo.

Finalmente, comprendí.

Él no estaba nervioso por la boda, si no, por ver a su pequeña hermana. Sus nervios se debían a algo que a él de verdad le importaba, no a pararse en el altar y pronunciar un simple "si" para toda la vida. Él amaba a su hermana y quería tenerla cerca. No me amaba a mí, era solo su pase a la vista de James a su pequeña hermana.

-Tú también la veraa. -dije sonriente.

Ocultar las lágrimas, no siempre es fácil.

-Claro que sí. -dijo emocionado. - Imagínate lo hermosa que estará. -sonrió de nuevo. Desvié la mirada. - ¿No te emociona? -preguntó.

LA BELLA Y LA BESTIA (JAMES MASLOW Y TU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora