Capítulo 17

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Por primera vez en mucho tiempo, había conseguido descansar aquella noche. Cuando el día comenzó con la salida del sol por mi ventana, decidí aprovechar al máximo la mañana, ya que por la tarde, había quedado con Harvey y Ryder. Había adelantado trabajos que la ansiedad no me había dejado hacer durante todo este tiempo atrás, además había ordenado todos mis bocetos y dibujos que tenía sueltos por mi bolso. Y, por fin, llegaron las 6:00 de la tarde.

Pasé más de una hora intentando averiguar qué me debería poner. Sabía que por la noche refrescaría, pero, en aquel momento, el calor era insoportable. Además, era la primera vez que salía con Ryder y con Harvey después de todo lo sucedido. Sabía que, si iba a enfrentarme a una hoguera de 2 metros y a la molesta arena de la playa metiéndose entre mis pies, debería ir lo más cómoda posible. Así pues, opté por unos pantalones pitillo, una sudadera azul de Oxford y mis deportivas.

Cuando me encontré con Harvey y Ryder en la puerta de salida de la universidad, supuse que ellos habían deducido lo mismo, ya que su vestimenta no se diferenciaba mucho de la mía. No pude evitar sentirme ciertamente extraña al ver a los dos juntos, sabía que había una tensión un tanto incómoda entre ellos, que trataban de disimular intentando sacar tema de conversación con el que pasar los minutos.

Cuando ambos se percataron de mi presencia sus rostros se iluminaron con una sonrisa, haciéndome darme cuenta en aquel momento de la afortunada que era por tener su compañía.

–Ya estamos todos –dije en cuanto estuve lo suficientemente cerca de ellos para que me escuchasen.

–Genial, me han dicho que hay unos castillos de arena alucinantes –contestó Ryder emocionado.

Cualquier demostración de arte era motivo de alegría para el chico rubio y lo cierto era que su entusiasmo era contagioso.

Harvey, como de costumbre, estaba contenido, a pesar de que era claro que estaba contento de estar allí.

Durante nuestro trayecto por el paseo marítimo hacia la zona de exposiciones no podía evitar observarles en detenimiento.

Los rayos de luz del sol se reflejaban en el pelo rubio de Ryder, mientras su emoción era lo que iluminaba sus ojos. A pesar de la conexión que existía entre nosotros debido a nuestras aficiones, había en él un resplandor especial al que no podía evitar sentirme atraída.

Por el contrario, en Harvey no había luz. Era su aura de misterio, de tener que mirarle fijamente a los ojos pasar sacar un ápice de sus sentimientos, lo que resultaba extremadamente atrayente.

Aquellos chicos eran maravilloso, y yo tenía la suerte de pasar mi tiempo con ellos.

Cuando llegamos a los castillos de arena, nos encontramos con increíbles obras de arte. Desde sirenas, hasta representaciones al más mínimo detalle de la ciudad de Nueva York. Era increíble.

Ryder y yo no podíamos parar de hacer fotos a todo, mientras que Harvey se limitaba a observarlo. Aunque él no lo demostraba, yo sabía que lo estaba disfrutando.

Quedó claro cuando paramos frente al último castillo de arena. Una representación de los Pokémon de primera generación.

Harvey se quedó boquiabierto y por primera vez utilizó su móvil para hacerle una foto.

Ryder y yo comenzamos a reírnos, mientras sus mejillas se sonrojaban por ser El Centro de atención.

–Es increíble –dijo con una sonrisa tímida.

–Lo es –le sonreí.

Pasada la zona de los castillos de arena, nos encontramos en un puesto de unos dos metros con copias hechas por alumnos de la facultad de cuadros clásicos.

Un Tercio de MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora