Llamada

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Acabé de cenar y aproveché que no había nadie en casa para pensar en un plan para esta noche. Lucas me había pedido ser su novia hacía unos días y ni siquiera se lo agradecí.

Me puse la mejor ropa que tenía y me maquillé intentando ser natural pero estando guapa. Me planché el cabello y me puse unas sandalias con un poco de tacón.

Quería estar perfecta. Hoy sería la noche. Esa noche que durante tanto tiempo llevaba esperando, él y yo.

Cogí las llaves y me fui a la casa de al lado, dónde vivía Lucas.

Sabía que esa noche sus padres se iban a cenar fuera, eso significaba que sobre pasada la medianoche no estarían en casa, y al no tener hermanos, nadie nos podría interrumpir.

La noche perfecta. La perfecta noche.

Hace un par de meses, Lucas me dio las llaves de su casa, porque de vez en cuando por las tardes cuando no había nadie, íbamos a su casa a ver películas o a simplemente besarnos y para no estar picando todo el tiempo, me las dio.

Y en esta ocasión me fueron muy útiles.

Abrí la puerta intentando hacer el menor ruido posible para no asustarle para cuando me viese darle una sorpresa. Me quité los tacones para no hacer ruido sobre el suelo de madera que tenía y subí por las escaleras con los zapatos en la mano y pensando qué le diría cuando me viese.

__¡SORPRESA!__ No, no podía decirle eso. Parecía que le iba a entregar un regalo, aun que bueno, en parte sí.

Llegué a su habitación. Abrí la puerta despacio, sin hacer ruido, sin esperarme la escena que me encontré.

O mejor dicho, que no me encontré. Lucas no estaba en la habitación.

Noté como me cogían por la espalda y me ponían en el hombro de alguien. Miré a la persona que me estaba "secuestrando" para identificarla, que en cuanto supe quien era, me relajé de inmediato.

—¡LUCAAAS! ¡SUÉLTAME!  —Le chillé intentando bajarme de su hombro.

—Has sido tú la que has entrado sin permiso a mi casa tierra. — Me dijo sonriéndome.

—Vale... Pero bájame. —Contesté haciendo un puchero, que no duró mucho porque comencé a reír como una loca. Me estaba haciendo cosquillas.

— ¡DÉJA...ME LUC...AAAAS —Dije entrecortadamente por la risa. Lucas se empezó a reír por mi cara roja y como, al parecer, le di pena, me dejó con cuidado encima de la cama.

Me senté cerca de Lucas intentando controlar mi respiración para que volviera al ritmo normal, igual que mi corazón.

—¿Qué haces aquí? —Preguntó con curiosidad, ya que no eran una de las horas de las que solíamos quedar.

—Te quería dar una sorpresa. —Le dije sacándole la lengua, a lo que él respondió con la misma acción.

—Una sopr... —Comenzó a decir, pero un ruido cercano a nosotros le hizo dejar de hablar.

—¿Qué ha sido eso? ¿Hay alguien más en la casa? —Pregunté con algo de miedo. Odiaba cuando era de noche y de repente crujía un mueble o un sonido en la planta baja se escuchaba, era bastante miedica.

—No, estamos solos. Puede que haya sido el viento, pequeña relájate. —Dijo quitándole importancia. -- Ummmss ¿Tienes hambre? —Siguió hablando como si nada Lucas.

—Pues un p... —Antes de acabar la frase otro ruido se escuchó. —Vamos a ver qué es. —Le dije mirando a Lucas.

—No. —Contestó secamente. —Sólo será el viento. Me habré dejado la ventana abierta, tranquila. —Intentó calmarme.

—Acuérdate que hay un asesino suelto por el barrio... ¿Y si es él qué?¿Tienes algo por aquí...? —Dije revisando toda la habitación en busca de algo que sirva para poder defendernos.

—Lena relájate, además estás conmigo, no pasa nada. —Intentó de nuevo relajarme mi novio, fallidamente.

Pero no estaba tranquila. Tenía que averiguar que pasaba. Y aunque Lucas no paraba de insistir en que no saliese. Cogí lo primero que vi, una lámpara, que aún que no sirviese de mucho, mejor era eso que nada.

Abrí la puerta de la habitación de Lucas y salí al desierto pasillo. Lucas se quedó en la habitación con el teléfono llamando a no sabía quién, a la polícia supuse.

Me paré a mitad de las escaleras. Asustada, porque había visto a alguien en medio del comedor.

De repente se escuchó un teléfono sonar. No era mi tono de llamada, ni el de Lucas.

Pero yo sabía de quién era ese móvil. Me era tan familiar como su propia cara.

En cuanto el infiltrado se dio cuenta de mi presencia, salió corriendo por la puerta principal. Huyendo, como siempre hacía.

Pero era tarde. Para él era tarde.

Ya le había reconocido.

Mindless #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora