Mindless #1

Recuerdos perdidos

Me levanté de la cama con buen humor. Olvidando mi vida durante unos minutos.

Sentía que iba mejorando poco a poco, el haber pasado una buena tarde con Lucas me hizo sentirme mejor.

Lucas.

—¿No crees? —Pregunté mirando esos ojos azules en los que me gustaba perderme.

—¿El qué? —Preguntó con una sonrisa de lado. Sabiendo a lo que me refería pero sin querer decirlo en voz alta, era un secreto. Nuestro secreto.

—Hagamoslo Lucas. —Dije con la mirada perdida en las vistas que me concedían. —Hagámoslo. —Repetí de nuevo esta vez más eufórica.

—Unos días más Lena. —Respondió tranquilamente Lucas. —Solo unos días más. —Repetió intentando convencerse más a si mismo que a mi.

Lucas.

Aquella palabra, aquel nombre me recordaba a alguien. Alguien que no podía olvidar.

Recuerdos perdidos.

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Llegué al colegio andando, Lucas no me había esperado y se había ido más temprano a la escuela, así que fui sola.

Entré a la clase con la mochila colgando de un hombro y intentando visualizar a mis amigas en alguna parte de los pupitres. En cuanto vi a Patricia me senté junto a ella y comenzamos hablar.

—¿Vamos de fiesta esta noche? Estoy harta de estar en casa todo el día. —Habló la rubia con cara de aburrimiento. Yo asentí a su idea y miré al frente cuando vi entrar a Lucas hablando con una chica de clase, me sorprendió al encontrarlo tan animado en la conversación ya que era nuevo y Nicolle (la chica con la que estaba) no era muy amable. Sin querer hice una mueca de desagrado y seguí con la conversación de mi amiga.

La clase de matemáticas estaba muy aburrida, así que se me ocurrió una idea. Cogí un trozo de papel de la libreta y apunté:

"¿Vas a venir a la fiesta? "

Después de escribirlo le lancé el papel a Lucas que se encontraba enfrente mío. Le dió en el brazo y cuando se dió cuenta lo cogió y se giró con una mirada interrogativa.

—¿Qué fiesta? —Preguntó algo perdido.

—Patricia y yo esta noche vamos a la fiesta que hay en el barrio, es una que montan justo después de las vacaciones de verano. —Expliqué por encima. —Vente. —Le animé con una sonrisa. Él, después de unas cuantas súplicas de parte de mi amiga y mías, aceptó y quedamos a las 22:00 en mi portería.

Nunca sabría lo que eso significaba.

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—Lena.

—¿Qué? —Contesté cuando mi hermano entró a mi habitación. —¿Qué quieres? --Dije desde la ducha.

—Lena.

—¿Qué? —Me estaba comenzando a molestar. —¿Josh?

De repente escuché la puerta abrirse y paré el agua de la ducha.

—¿Lena?

—¿Josh?

—¿Dónde están papá y mamá?—Pregunté extrañada, normalmente a esta hora estaban en casa.

—No están.