Capítulo IV: Lo que le sucedió a nuestra princesa cuando salió del hostal

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—¿Qué es ese ruido? ¿De dónde viene aquel estruendo? Creo que está hacia la derecha... sí, hacia la derecha... lo oigo más fuerte... es una música y oigo a gente hablar... me es familiar... ¡está en el mall!

El ruido que oía en realidad era de un musical que en el verano se hizo, con música, canciones y actuaciones que le daban vida a una de las historias de las sirenas. Pero, para nuestra trastocada heroína, no era más que la vivencia de una historia real de princesas que, por su nobleza, debía acudir y salvar a quien sea si fuere necesario:

—Gracias doy al cielo por la merced que me hace, pues tan rápidamente me pone ocasiones delante donde yo pueda cumplir con lo que debo a mi corona, y donde pueda ejercitar mi labor de Princesa a Caballo, y que un menester o menesterosa probablemente requiera mi favor y ayuda.

A pesar de que fanática era de las princesas, también sabida del Quijote era. En su liceo tuvo un profesor fanático de ese hidalgo, quizás con los sesos secos como nuestra princesa, que en cada clase de Lenguaje y Comunicación del Quijote les hablaba, pasajes le recitaba e inculcaba a sus alumnas y alumnos el interés por sus hazañas. Nuestra princesa, por curiosidad, leyó todo aquel libro y le gustó, y pasajes que le llamaban la atención memorizaba y, sumada a su pasión por las princesas, una extraña mezcla de ambas historia hacía, por lo que será común en esta historia leer pasajes muy similares a la del hidalgo.

Retomó su espíritu de princesa, agarró a MLH y galopó raudamente hacia el mall, hasta que llegó al escenario donde el musical se montaba y que el público repletaba. Todos estaban prendidos de la historia que ninguno se dio cuenta de su presencia, así que desapercibida estaba, por lo que un gran favor era para que pudiera estar sin entradas y ver la historia que en el escenario tan espectacularmente se representaba.

Una vez finalizada la historia, aplaudió como el público pero, como se sabrá, al aplaudir usó sus dos manos, por lo que olvidó que a su caballo llevaba y este cayó en el suelo, en la enredadera de pies que estaban.

Caballo mío,

mi caballito lindo,

no te enojes,

¡no seas fome!

Esas palabras repetía una y otra vez mientras acariciaba a su MLH, con tanta seguridad y ternura que llamó la atención de las personas. Unos decían "¡mira a esa niña!", otros decían "¡esto debe ser una broma!" y el alboroto llegó, las risas se multiplicaron y admiradoras por su atuendo y actitud logró, las que se acercaron y le preguntaron por su nombre, ante lo que ella dijo:

—¡Aloja-Miento! Soy La Princesa a Caballo, vuestra nueva señora. Gobernadora de la web, del globo terráqueo, del globo aerostático, de los mares que en la web se navegan y en la tierra mojada me dejan. Acechadora de los malvados, de los príncipes jamás resignada me hallo, ahora comienzo mi reinado.

Un aplauso estruendoso se oyó que, mezclado entre risas y admiración, mucha alegría y orgullo nuestra princesa sintió. Pero retomando el motivo de su llegada, consultó por la princesa que en apuros se encontraba. Una de las actrices, que por el alboroto se acercó, la que hacía de sirena a la princesa se dirigió:

—Aloja-Miento princesa. ¿Cómo estás?

—Muy bien, Princesa Sirena, pero por ti preocupada estoy.

—No os preocupéis, tocaya real, que el mal pude combatir y, como veis, sana y salva estoy.

—Ah, sí, eso me parece muy bien, ¡super hiper mega ultra recontra requeté contra super duper bibidi babidi bu muy bien!

La Sirena no pudo aguantar la risa y, para ocultarlo, más y más aplausos hizo, vitoreando con "¡viva La Princesa a Caballo", con el coro del público que respondía "¡viva!" Aquí concluye este episodio, donde tras esto, La Princesa a Caballo se retiró galopando hacia su casa con la satisfacción de esa hazaña, de su nueva amiga Princesa Sirena y los súbditos que tan rápidamente se multiplicaban.

Pero este capítulo no concluye con este episodio, pues otra desventura le aconteció a Su Majestad, que en la tarde y galopando encontró a un grupo de muchachas y muchachos que en sentido contrario caminaban para ir al mall. La Princesa a Caballo se detuvo y esperó que el grupo estuviera cerca y, cuando eso se dio, les gritó con fuerza sacada de su orgullo que por la desventura anterior se le subió a la cabeza:

—¡Aloja-Miento! Todo el mundo se detenga, si todo el mundo no confiesa que no hay en el mundo una princesa más grande que quien les habla, ¡la sin par Princesa a Caballo!

Se detuvo el grupo al son de estas razones y para ver la extraña figura de la que las decía y, por la figura y por las razones, luego echaron de ver la locura de su dueña. Mas quisieron ver despacio en qué paraba aquella confesión que se les pedía, y uno de ellos, que era un poco burlón y muy mucho discreto, le dijo:

—Muchacha, no sabemos siquiera tu nombre o las cosas que has hecho, que si fueran grandes por tal te tendremos.

—Si les dijera — replicó La Princesa a Caballo —, ¿qué harían ustedes en confesar una verdad tan notoria? La importancia está en que sin saber lo que he hecho, que es culpa de ustedes por no informarse en la web, me deben creer, confesar, afirmar, jurar y defender. Si no lo hacen, les pegaré delante suyo los stickers con caritas tristes que serán la marca de su castigo por no seguirme.

Ante la falta de respuesta del grupo, nuestra princesa se indignó, así que sacó de su cartera los stickers con caritas tristes para pegárselos a cada integrante y empezó a galopar con su MLH dando grandes brincos para que los demás viesen su manejo con los caballos. Pero por su ensimismamiento no vio que una gran roca estaba delante, por lo que tropezó y se cayó, soltando por un lado los stickers y por otro su MLH.

Las personas del grupo se rieron y, al ver que solo fue una caída simple sin ninguna herida sino solo un remezón, siguieron su camino hacia el mall, pues tal retraso para nada les era grato.


La Princesa a Caballo. Desventuras de una youtuberWhere stories live. Discover now